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13 February 2020

Entusiasmos que no comparto: Jojo Rabbit


Me entretuvo tan poco que me pasé la mayor parte de la película pensando si había o no una incongruencia arquitectónica entre la (considerable) anchura del escondite de la niña y la (escasa) profundidad del hueco de la ventana situada justo encima de la entrada al escondite.

07 December 2018

Entusiasmos que no comparto: La maldición de Hill House


¿Se han fijado? La frecuencia con que aparece esta sección en el blog está aumentando exponencialmente (exponencialmente: palabra, no tan rara, que nunca había usado). Llegará un momento en que solo publique cosas del tipo «no me gusta Malamente porque el estribillo apenas da para tarareo». Tiempo al tiempo.

De La maldición de Hill House hablaré sin referirme a la novela de Shirley Jackson. Porque ¿para qué? Sería como mentar a Lola Flores hablando de Rosalía. Innecesario.

Así que ahí van: todas esas cosillas que han impedido que disfrutase La maldición de Hill House tanto como la mayoría de los espectadores. Cosillas que (ya saben) no deberían leer si todavía no han visto la serie:

1. Rodeos
Imaginen que un amigo suyo se presenta en su casa manchado de sangre de la cabeza a los pies, diciendo «¡Ha sido horrible!». Ustedes, lógicamente, le preguntan qué ha pasado y entonces su amigo les empieza contar que su vida es una mierda, que está yendo psicólogo, que duerme muy mal por las noches, que acarrea muchos traumas de la infancia... Es decir, les cuenta todo tipo de episodios de su vida menos qué es lo que le ha pasado y por qué está manchado de sangre. A no ser que su amigo tenga un buen motivo (un motivo evidente) para no contarles esa parte, ustedes se impacientarán con él y pensarán que está abusando de su atención.

Pues algo así me pasó a mí con la serie: pone tanto empeño en dejar para el final el relato de la muerte de la madre que casi todo lo demás se me hizo pesadísimo, lento y prescindible. Los cuatro primeros episodios: un coñazo: ver algo durante horas y quedarte como estabas. Todo sacrificado a la revelación final.

2. Tengo poderes
Lo de la hermana vidente es como de otra serie que se ha cruzado por el medio, como si la prota de Entre fantasmas se hubiese colado en La maldición de Hill House para hacer una aparición estelar. Además, como suele ocurrir en estos casos, el personaje usa los poderes cuando al guionista le conviene pero no los usa cuando al guionista no le conviene. Véase: [1] mi padre sabe cómo murió mi madre y yo no, [2] mis poderes no funcionan con el cadáver de mi hermana. Me sobra.


3. La casa
Cartón piedra. Completamente ridícula al lado de los escenarios —más realistas— del presente. Da la impresión de que la familia no vive en una casa de verdad sino en el plató de Casper.

4. Demasiados sucesos paranormales
Hay tantos fantasmas y tantos fenómenos paranormales en la serie que llega un momento en que su aparición deja de ser significativa, no cambia nada, no tiene impacto más allá del consabido susto. Mención especial a la escena de las hermanas en el coche: segundos después de que se les aparezca el fantasma de su hermana pequeña, las hermanas mayores tienen una escenita típica de reproches y reconciliación: porque haber visto un fantasma es lo de menos, podemos dejarlo a un lado y ponernos a hablar de nuestras cosas.

Hay tantos elementos extraños que los mejores de ellos —los que dan lugar a las mejores escenas— solo quedan apuntados, sin alcanzar suficiente desarrollo: la verdadera identidad de la mujer del cuello torcido (somos nuestros propios fantasmas), el fantasma con sombrero y bastón que persigue al hermano drogadicto (la clásica idea del ser sobrenatural que te elige y te acecha toda la vida: El colombre, It Follows), la puerta roja (¿por qué solo la vemos en los últimos episodios?), los golpes en la puerta la noche de Halloween (una de las escenas que me dio más miedo: me la puedo imaginar perfectamente en mi propia casa).


5. Otra vez planos secuencia
Dejemos de flipar con los planos secuencia solo porque son planos secuencia. En este caso, vale que reflejan muy bien la idea de que el pasado de los personajes interfiere en su presente, pero si para eso me tengo que tragar una hora de diálogos estúpidos e intrascendentes, actuaciones penosas (ese hermano mayor…) y escenas desdibujadas, prefiero que me los ahorren. No me interesa el virtuosismo por sí solo, me interesa la emoción.

6. Fantasmas con biografía
Cuando en una película, serie o lo que sea llega ese momento en el que se pasa de «la casa está encantada, ¡qué miedo!» a «resulta que es el fantasma de una mujer que vivió aquí a principios de siglo, le pasó algo muy feo y murió en circunstancias extrañas, y ahora vaga por la casa buscando un cierre a su desgraciada historia, así que con hacer esta pequeña cosilla de nada conseguiremos que descanse en paz», cuando llega ese momento, decía, mi interés en la historia desaparece y le pierdo respeto a la película, serie o lo que sea. No quiero ver a la persona que fue el fantasma. Quiero irme a la cama muerto de miedo, pensando que si se me aparece un fantasma no me va a apetecer sentarme con él a tomar el té para derrochar simpatía mientras me cuenta sus penas.

03 November 2018

Entusiasmos que no comparto: Quién te cantará



Este no va a ser el comentario de un hater sino de un fan decepcionado. Fan de Diamond Flash y de Magical Girl. Y no es que Quién te cantará me parezca mala, en absoluto, pero se queda muy muy lejos de la fascinación con que vi las dos anteriores, por culpa de estas cuatro cosillas que no deberían leer si todavía no han visto la película:

1. Demasiadas explicaciones
Es una película sobreexplicada. Dos ejemplos. Primero: la secuencia del falso periodista que aborda a Violeta. Nos muestran una llamada del personaje en la que se desvela que no es periodista de verdad y que se trataba de una pequeña argucia de la amiga de Lila para saber si puede confiar en Violeta, y justo a continuación vemos cómo la amiga de Lila le explica a Violeta la artimaña. ¿De verdad no podían haber prescindido de alguna de las dos explicaciones? Tal y como está, queda redundante y un poco torpe. Segundo: la secuencia de la hija de Violeta en el botellón. Muy forzada y muy poco verosímil. Me da la sensación de que está ahí únicamente para apuntalar el final, para avanzar una especie de explicación psicológica de por qué la hija hace lo que hace en el clímax de la peli. Me duele porque una de las cosas que más me gustan de las anteriores películas de Vermut es el uso de la elipsis.

2. El personaje de Violeta
No me lo creí en ningún momento. No sabría explicar por qué. Creo que influye el hecho de que, cuando el personaje canta, la voz no sea la de la propia actriz sino la de Amaral (hiperreconocible).

3. Subtexto sobre la identidad
En general soy bastante impermeable a los subtextos de las películas. Nunca me oirán (leerán) decir «esta película habla / es una reflexión sobre ....................... [rellenar con concepto abstracto]». Con una excepción: cuando se trata de una fábula que expone una moraleja concreta a través del argumento (ejemplos: Qué bello es vivir, Forrest Gump). Sin embargo, películas como esta, que se afanan en llamar la atención hacia su subtexto —en este caso: la identidad— pero sin elaborar ningún enunciado concreto, me suelen dejar un poco indiferente.

4. Melodrama frío
Quién te cantará es un melodrama. Almodovariano, además. Violeta es íntegra y buena, sufre injustamente a manos de un villano —su hija— y se acaba sacrificando. Su historia debería conmover pero no conmueve (al menos a mí). Demasiado hieratismo (para mi gusto). Y un melodrama que deja frío no es un buen melodrama.

02 July 2018

Entusiasmos que no comparto: Hereditary


¿Es una de las mejores películas de terror de la década? Sin duda. Aunque, reconozcámoslo, tampoco es que tenga mucha competencia (y no: no me parece mejor que It Follows o que The Conjuring). ¿Me ha entusiasmado? Lamentablemente, no. Se ha quedado un poquito por debajo de mi umbral de entusiasmo por culpa de estas cuatro cosillas que no deberían leer si todavía no han visto la película:

1. El personaje del hijo y el actor que lo interpreta
Desde luego, no se puede negar que el chaval necesita que lo posea un espíritu, un demonio o una canción de Georgie Dann porque en esa cabecita adolescente no hay nadie al volante. Le dices algo al oído y se oye el eco. Yo no dejé de rezar durante toda la película para que las fuerzas del mal se lo cargasen pronto y me ahorrasen tener que verle la cara.

2. Escenas terroríficas que acaban siendo un sueño
¡Por Dios¡ ¡Que alguien las prohíba de una puta vez! Las odio. Me parecen un timo. Me sacan de la película por completo y me dejan sin ganas de volver a entrar. Y lo peor de todo es que el director va por las entrevistas diciendo que le parecen muy decepcionantes las películas de terror en las que al final se descubre que todo ha ocurrido en la mente del personaje. Hijo mío, ¿y los sueños qué?

3. El tren de la bruja
Hora y pico sin que aparezca un mísero poltergeist y media hora final de tren de la bruja atropellado, confuso y tramposo. Puede que los caminos de los demonios sean tan inescrutables como los de Dios pero ¿hacía falta semejante despliegue de pirotecnia y marionetismo para conseguir que el hijo muriese? ¿Cabezazos contra el pupitre del insti sí, madre flotante también pero empujón por la escalera / por la ventana / bajo las ruedas de un camión no? ¡Con lo bordada que les había quedado la muerte de la niña!

4. Final que da un vuelco a todo
¿De verdad hacía falta ocultar la existencia de la secta hasta el tercio final de la peli? Y puestos a ocultarla ¿por qué no hacerlo hasta el ultimísimo minuto? Si quieres crear intriga vete dando pistas ambiguas al estilo de La semilla del diablo, y si lo que quieres es pillar por sorpresa al espectador no desveles el asunto hasta el final de todo, al modo Psicosis. Pero medio insinuar la cosa a veinte minutos del final sin que esa insinuación plantee un escenario más emocionante es dejar al espectador sin chicha y sin limoná.

10 March 2018

Entusiasmos que no comparto: especial Oscars 2018

Aunque todavía me faltan unas cuantas por ver, para mí ha sido la edición del «no hay para tanto». Vean si no:

Coco, de Lee Unkrich y Adrián Molina


Vale, puede que sea la mejor película de Joselito que se haya hecho nunca. Pero es que yo soy más de Pablito Calvo.

Tres anuncios en las afueras, de Martin McDonagh


A diferencia de un cuadro impresionista, empeora vista con un poco de distancia.

La forma del agua, de Guillermo del Toro


Facilona, sosa y cursi. Por no romper, ni siquiera se atreven a (spoiler) hacer una criatura sin pene.

Yo, Tonya, de Craig Gillespie



Para ser un biopic no está nada mal. Pero es un biopic. Y encima de una deportista. Es decir: cualquier vídeo en Youtube de Tonya Harding tiene más interés.


Nota: me han gustado (en mayor o menor grado) Call Me By Your Name, Dunkerque y Lady Bird.

10 February 2016

Entusiasmos que no comparto. Especial 2015

En ese festival de pejiguerismo en el que se ha convertido esta sección, les traigo hoy algunas de esas películas que pueblan las listas de lo mejor del año y que a mí, por la razón que sea (ceguera, estupidez), si bien no me han parecido malas en absoluto, tampoco han conseguido robarme el corazón.

El Club, de Pablo Larraín


No tan incómoda como promete, más sucia que realista, se limita a confirmar los tópicos anticlericales. Predicar al converso, lo llaman.

Del revés, de Pete Docter


Ni para niños ni para adultos. Terapia familiar de manual de autoayuda. ¿De verdad vivimos en esos tiempos en que es necesario recordar una moraleja como esta?

45 años, de Andrew Haigh


ANDREW HAIGH (dándose una palmada en la frente).- ¡Ya lo tengo! ¡Si mantengo el conflicto en el interior de la protagonista ya no tengo que preocuparme de hacerlo evolucionar!

3 corazones, de Benoît Jacquot


Franceses demostrando, una vez más, que el amour fou y follar sin poner cara de placer lo inventaron ellos.

14 July 2015

Entusiasmos que no comparto

Sé que algún día Dios me castigará por esta sección —por ejemplo, obligándome a asistir a un recital de Isabelle Huppert basado en la obra del Marqués de Sade (en serio, ¿de qué pesadilla infernal ha salido esto?)— pero, mientras tanto, ahí van unos cuantos motivos que impidieron que este tiquismiquis de aquí disfrutase con Fargo, la serie de los hermanos Coen que no es de los hermanos Coen, tanto como el resto de sus semejantes:

[* Si no han visto la serie, mejor no sigan leyendo.]


- El primer episodio es un prodigio de ritmo, sí señor, pero los cinco siguientes —la serie tiene diez— no son más que un amasijo de vías muertas en el que lo único que llega a algún sitio es la subtrama romántica (cómo no).

- Hay un exceso de personajes bobalicones que ni son interesantes ni graciosos, y que solo sirven para entorpecer el desarrollo de la historia y alargarla.

- Llega a ser ridículo lo bien que les sale todo a los malos (que cuentan incluso con la ayuda del azar) y lo poco hábiles que son, en cambio, los buenos. Supongo que es una táctica para que los malos den todavía más rabia al espectador ("joder, ya se ha vuelto a librar el muy cabrón") pero se alcanzan tales cotas de inverosimilitud que uno se acaba refugiando en la indiferencia ("bah, otra vez que se libra el tío").  

- Hay hasta cuatro conversaciones entre distintos personajes en las que uno de ellos se pone en plan "te voy a contar una historia" y le larga al otro una especie de parábola o acertijo que, suponemos, encierra un significado profundo. Cuatro conversaciones. Cada una con unos personajes diferentes. Yo, a partir de la segunda, ya no veo a un personaje contando una historia sino a un guionista sobreexplotando un recurso.

17 January 2015

Entusiasmos que no comparto

Si quieres ganarte la admiración del público no hagas magia, ni ilusionismo, ni prestidigitación. Haz un plano secuencia.

Lo aclaro: la ironía va por True Detective. Cada vez que algún crítico comenta lo buena que es la serie, no deja de mencionar el plano secuencia del cuarto episodio. Y no, ya hemos oído demasiadas veces lo de que el mejor cine se está haciendo en la televisión; otro tópico triunfalista más, no.


¿Pero de verdad el plano secuencia de True Detective es de los que hacen Historia (con mayúsculas)? ¿Tan pocas cosas se han hecho aún en televisión? Porque lo que es en el cine, planos secuencia mil veces más memorables los hay a patadas. En el cine y en el mundo del vídeoclip. Si tenemos que poner por las nubes el plano secuencia de True Detective ¿qué no haremos con los vídeos de Ok Go?


Lo mejor que puedo decir del plano secuencia de True Detective es que anima una deriva argumental que amenaza coñazo. De mí no van a sacar más.

20 September 2014

Entusiasmos que no comparto

Algo me pasa con Mathieu Amalric.

Empieza la película, aparece él en pantalla y enseguida sé que su personaje no me va a importar lo más mínimo, que sólo me va a producir indiferencia, como los berberechos en el arroz. Ya puede pasarlas canutas (hablamos del tipo que protagonizó La escafandra y la mariposa) que a mí me la refanfinfla.


Tendría que verlo haciendo de hermano pequeño de Isabelle Huppert. Él le echaría el humo del cigarrillo a la cara y ella le miraría con ese aire tan suyo de "si te murieses ahora mismo no movería ni una ceja". Creo que solo así conseguiría arrancarme alguna emoción. Compasión, claro.

27 March 2014

Por qué Breaking Bad nunca estará entre mis series favoritas

Aviso: yo de ustedes no leería esto si no han llegado, como mínimo, al principio de la quinta temporada. 
Eso sí, del final no cuento nada. Tampoco soy tan mala persona.


No he conseguido adaptarme al ritmo de la serie. La mayor parte de los episodios se me han hecho largos. No pesados, pero sí largos. Veía uno y ya no quería ver más durante varios días. Algunas "demoras" en el curso de los acontecimientos de la serie me han parecido, además, especialmente innecesarias e incluso irritantes: ¿por qué los guionistas tardan tanto en hacer que Skyler se siente con su marido y le pida explicaciones? ¿Acaso tiene algún interés lo que le pasa a Skyler mientras vive en la ignorancia? Para mí, ninguno. De hecho, creo que Skyler sólo se hace verdaderamente grande como personaje cuando por fin descubre el pastel.


Breaking Bad es una serie poco generosa con los personajes secundarios. Saul, Marie y Walter Jr. no pasan de ser meros recursos en la trama. Saul arregla problemas, Marie tensa y explicita los conflictos y Walter Jr. funciona como signo irónico de la doble vida de Mr. White. Prácticamente ninguno de sus actos descubre al espectador nada nuevo sobre ellos, nada que no estuviese presente en su primera aparición en pantalla. No tienen relieve. Están condenados a ser planos. Y la verdad, se merecían algo más.


La forma en que Mr. White manipula a Jesse dice mucho de la concepción  que los guionistas tienen de la psicología de los personajes. Ocurre esto y esto otro y como resultado obtienes esta reacción. Química. Determinismo. Se consigue así una apariencia de solidez dramática, es cierto, pero a costa de ahogar el factor sorpresa. Por decirlo con otras palabras: en Breaking Bad las motivaciones y las reacciones de los personajes, en especial las de Mr. White y Jesse, están sobreexplicadas.


Breaking Bad es inverosímil. No es que eso me moleste, me apasiona Hitchcock, me apasiona Brian de Palma, no soy un policía de la verosimilitud. Pero sí que creo que cuando a uno le llama la atención la falta de verosimilitud es que algo falla. Cuando empiezas a preocuparte por el racord argumentativo eso quiere decir que no te están distrayendo ni entreteniendo lo suficiente. Y viceversa: si una película consigue emocionar (emocionar en un sentido amplio: risas, lágrimas, miedo...), hay que ser muy desagradecido para afearle la falta de verosimilitud. En mi opinión, Breaking Bad es inverosímil sin obtener ningún beneficio de ello. Eso es lo que me molesta: que sacrifica la verosimilitud sin que ello suponga despegar el vuelo hacia cotas más locas y divertidas.


En resumen, con Breaking Bad he tenido la sensación de que no solo no me daba nunca más de lo que esperaba sino que, en demasiadas ocasiones, me daba incluso menos.

07 January 2014

Entusiasmos que no comparto. Especial 2013

Las he visto en algunas listas de lo mejor del año y me han entrado ganas de  echarme al campo a incendiar granjas-escuela:

1. In Another Country de Hong Sang-soo


La prueba de que cualquier personaje sobre el que Isabelle Huppert ponga su sonrisa oculta-dientes se vuelve antipático irremediablemente. Aquí hay cuatro para elegir (¡cuatro Isabelles!*). Es inevitable sentir compasión por el resto del reparto.

2. Spring Breakers de Harmony Korine


Voy a ser bueno. El montaje mola. Cada escena se compone de una multitud de planos cortitos (como un videoclip) y cuando una escena todavía no ha terminado empiezan a aparecer de repente planos de la siguiente escena intercalados. El resto es para tomar a risa o dormitar.

3.   Amor de Michael Haneke


Actores interpretando. De eso va la peli. Una actriz mayor que tuerce la boca (¡pero qué bien la tuerce!). Un actor mayor que persigue a una paloma en un apartamento (¡en un plano sin cortes de varios minutos de duración!). Isabelle Huppert haciendo de antipática (qué les voy a contar...). Todo muy oscarizable. Para ver de lejos, como la misa.

4. El lado bueno de las cosas de David O. Russell


Estamos bajando la guardia. Nos tragamos este popurrí de Hechizo de luna, Mejor imposible y La pequeña Miss Sunshine como si fuese (1) algo nuevo y (2) lo más de lo más de ese cine pequeñito que 'milagrosamente' consigue abrirse un hueco en los Óscars. Así, de golpe, sin rechistar lo más mínimo y sin afearle siquiera esas escenas prefabricadas de lucimiento histriónico.


* Perdón, son tres los personajes interpretados por Isabelle, no cuatro. ¡Si es que hasta empeora en el recuerdo!

17 October 2013

Entusiasmos que no comparto

Si alguna vez creen ver a Isabelle Huppert interpretando a un personaje entrañable y/o simpático, no hace falta que se pellizquen: es un sueño.


Los científicos nos han avisado ya. El día que comparta plano con Jeremy Irons, dará comienzo una nueva glaciación.

08 June 2013

Aquí hay gato encerrado

En This is 40 (película de Apatow recomendable con reservas) dos personajes entablan conversación en una fiesta. Uno le pregunta al otro si le gustan los Beatles y el otro responde: "¿A quién no le gustan los Beatles?"

No, no voy ser yo quien diga que no le gustan los Beatles (aunque tengo que reconocer que he estado a punto de hacer un "A mola, B es una mierda" con los Kinks y los Beatles). Pero sí debo decir que nunca escucho a los Beatles por iniciativa propia porque hay algo en su sonido que me llega a irritar.

Creo que es la voz de Paul McCartney. Aunque también puede ser la armonía entre su voz y las del resto. No estoy seguro. Es algo que me chirría, por ejemplo, en ese "Ah, look at all the lonely people..." de Eleanor Rigby.


Me molesta.

Y también ese "dooo" de "Where do they all belong..."

Algún día me gustaría tener los suficientes conocimientos de música como para dar una explicación técnica.

Moraleja. Que sí, que los Beatles son el máximo común divisor del pop planetario, el tópico de conversación ideal para fiestas donde no conoces bien a la gente, pero eso los convierte también en el blanco perfecto del pejiguerismo.

25 May 2013

Entusiasmos que no comparto

No, no y no. Tres noes, tres:

1. Carey Mulligan

Siempre que la veo me da la sensación de que la lluvia la acaba de sorprender en la calle sin paraguas. Tiene cara de estar incubando un catarro. La miro y sólo pienso en prepararle un frenadol.


2. Stoker

Si los actores fueran coreanos, como el director, quizá le vería la gracia: los orientales tienen misterio, uno no puede estar seguro de qué se les pasa por la cabeza. Con actores occidentales, siempre dispuestos a poner cara a las emociones, la cosa se vuelve tonta, sin encanto, como una exhibición de fuegos artificiales un martes a las once de la mañana.


3. Juego de tronos

Tedio.
Ver, la veo, sí, pero la mayor parte del tiempo estoy pensando en sus defectos. Al resto del equipo quizá no, pero a los guionistas les encanta el cartón piedra. El 90% de las escenas está compuesto de diálogos entre dos personas, una de las cuales es "más mala" que la otra; hay amenazas, ceños fruncidos, presagios de un futuro oscuro y, después, todo sigue igual.


Lo sé, yo también veo las señales: con la edad me estoy convirtiendo en un contertulio de Garci.

09 February 2013

No me creo Homeland

Hay un detalle que le quita quince fanegas de verosimilitud a Homeland. En casa del Sargento Nicholas Brody tienen colocados los fogones en el mostrador que separa la cocina de la zona de estar y justo pegado al mostrador hay un sofá. Es decir, puedes estar viendo la tele mientras el aceite de los huevos fritos te salpica en la nuca. Ningún ama de casa que se precie tendría ese sofá puesto ahí.

Una vez que el espectador se fija, nada de lo que pasa en esa habitación tiene la más mínima verosimilitud (¡En un episodio incluso salían haciendo tortitas! ¡Ahí!). Desde aquí propongo una solución al director de arte.


Está barata.