Dos chicas miran libros en la Fnac. Una de ellas abre un libro, lo cierra pocos segundos después y le dice a la otra:
«Un tío raro escribiendo una novela rara».
Un hombre da instrucciones a otro sobre un proyecto de trabajo:
«Hay que cambiarlo. Tenemos que tener un planteamiento tres sesenta».
En el metro cuatro adolescentes de rasgos orientales, dos chicos y dos chicas, hablan de un conocido que no está presente. Una de las chicas dice entre risas:
«Si tiene los ojos achinados, así pequeños, imagínate el cerebro».
Dos hombres de unos cuarenta años hablan en una cafetería:
«Claro, tú encima vivías en Madrid. Yo la verdad es que no tenía miedo. Nunca pensé que el SIDA fuese a llegar a Lugo».