Una de las cosas que hicieron de Jane Eyre una de las novelas más originales de su tiempo es el hecho de que la protagonista fuese una mujer fea que sabe que es fea.
En el cine, sin embargo, parece que no aprenden la lección. Y no lo digo por las adaptaciones de Jane Eyre, en las que, más o menos, han tratado de afear a la protagonista.
Lo digo sobre todo por esas películas basadas en hechos reales en las que se elige a actores objetivamente más atractivos que las personas a las que interpretan. ¿No se dan cuenta de que cambiando ese detalle dejan de contar lo mismo?
Un ejemplo reciente:
La actriz de Juno hubiese sido mucho mejor opción.