Sí o no, sin términos medios, porque sí. ¿Por qué no?
Mi gran novela sobre La Vaguada, de Fernando San Basilio
Hay algo encantador en el hecho de que una novela esté construida con las calles que pisas a diario (Madrid), con los bares que frecuentas, con las tiendas donde compras y los precios que pagas, incluso con frases que podrías escribir tú, si escribieses bien. Y encima con un tono tan despreocupado y sencillo, tan cotidiano y tan ajeno a la frustración cotidiana... En fin, que si alguna vez me encuentro al autor por la calle no voy a poder contener un saludo.
La suerte de Jim, de Kingsley Amis
Siempre sale en la listas de los libros más hilarantes jamás escritos. ¿Por qué? ¿Dónde está la gracia? Pues aquí: el protagonista es un profesor de Historia interino que trata de hacer méritos para que la Universidad le renueve el contrato, el problema es que desprecia tanto ese ambiente fatuo y pedante que no es capaz de mantener las formas y mete la pata constantemente. Un clásico del humor inglés: meteduras de pata en sociedad. También está la ironía del narrador, claro, otro clásico. Pero tengo que hacer dos advertencias: (1) aunque es un libro divertido, no es un libro de humor, el autor no se dedica a armar gags, y (2) tiene mucho de novela romántica (¿Austen?).
En silencio, de Audrey Spiry
En el mundo del cómic siempre ha triunfado la línea sobre la mancha pictórica, supongo que por una mera cuestión técnica: es más fácil de reproducir. Menos mal que de vez en cuando aparecen maravillas como esta de Spiry, con un tratamiento del color absolutamente fascinante. De pequeño tuve una profesora de Plástica que encontraba aburrido pintar los árboles solo de verde y marrón y nos animaba a usar toda la paleta de colores. Yo me resistía. ¿Un árbol con manchas rosas? No, no y no. Por suerte, Spiry no es tan cuadriculada, ella sí usa toda la paleta. Luz y color. Y yo —ahora sí— encantado.
Angel, de Elizabeth Taylor
Por si no conocían la novela ni a su autora, les resumo los tópicos: candidata a Austen del siglo XX (junto a Pym y a Compton-Burnett), esta Elizabeth Taylor no es la famosa actriz ni le hacía ninguna gracia la coincidencia; la protagonista de la novela es repelente, la mayoría de los reseñistas de la blogosfera dicen haber disfrutado la novela
muy a pesar de la protagonista. En mi opinión, la protagonista sería insufrible si fuese una persona real, pero como personaje de la novela que uno está leyendo se trata de una auténtica maravilla. El impacto que su personalidad tiene sobre el resto de los personajes es de una comicidad entrañable. En lo que va de año, esta es la novela que he leído con mayor interés por el devenir de la historia. Taylor, camino de convertirse en una nueva favorita.
The One I love, de Charlie McDowell
Es inevitable acordarse de Nacho Vigalondo (el de
Extraterrestre, no el de
Open Windows): dos actores, una casa aislada en el campo y un acontecimiento extraño. ¿Género? No llega a ser una película rompecabezas porque no exaspera el enigma, no pone el foco sobre el porqué. A falta de mejor nombre, dejémoslo en comedia romántica de ciencia ficción. Dirigida con mimo e interpretada con sutileza, al principio parece tan mínima que puede saber a poco (¿a metáfora?); pero no teman, también hay guion.
Juegos de palabras, de Jason Bateman
Típica peli que, vista en el cine, no convencería. Saldría uno pensando que mejor haber tirado de torrent. Pero, en cambio, vista durante un viaje en autobús (por ejemplo), entonces pasa a convertirse en uno de esos pequeños descubrimientos que se acaban comentando con los amigos. La historia nos la han contando ya mil veces: misántropo odioso y deslenguado a quien se le abre una vía de redención. La peli se hace simpática por la mala leche del prota, por la excentricidad de los secundarios y por la falta de pretensiones. No es una joya pero sí un billete de 20 euros que te encuentras tirado por la calle.
Obvious Child, de Gillian Robespierre
¿Alguien echa de menos en las comedias románticas un poco de realismo sucio, de ese tipo de realismo que trata sobre las dificultades del ser humano para mantener limpia la ropa interior? Pues entonces esta es su película. También vale para los que tengan gustos tradicionales porque, curiosamente, si algo demuestra esta peli de hechuras Sundance es que la fórmula "chico conoce a chica y nos morimos porque acaben juntos" puede sobrevivir perfectamente a un poco de mierda.
Celeste and Jesse Forever, de Lee Toland Krieger
Nos pasa tanto y le dedicamos tantas canciones y tantas películas que ya casi podemos hablar de un género en sí mismo: el final del amor. Esta peli trata de una ruptura sentimental y es una comedia, una de las comedias más tristes que yo haya visto en mucho tiempo. No tengan miedo: no es babosa, ni tontorrona, ni indie, ni post-. Eso sí, es norteamericana. Ya saben, poco cínica.
Predestination, de Michael y Peter Spierig
Las paradojas y el olor a quemado. Cada vez que veo una peli de viajes en el tiempo se me acaba recalentando la sesera. Con esta creo que hasta se me ha fundido algún plomo. No es que sea difícil de seguir (de hecho, el final es un poco predecible: no en vano la peli se llama
Predestination) pero sí tiene esa dosis de desconcierto que a mí tanto me gusta. A mayores, nos descubre a una actriz verdaderamente deslumbrante.
Blog, de Elena Trapé
Pasa algo extraño con esta película. Está inspirada en un caso real, ocurrido en Estados Unidos, pero uno la ve y enseguida se da cuenta de que no cuenta las cosas tal y como podrían haber sucedido en la realidad. No, el mundo no funciona así (demasiado buen rollo, por ejemplo). Sin embargo, a pesar de eso, la película resulta tremendamente verosímil. La mejor explicación que se me ocurre es que la directora ha conseguido capturar al menos un trocito del meollo de esa etapa vital que conocemos como adolescencia. No me parece poco.
Cómo ser mujer, de Catlin Moran
Está aquí abajo, entre los nomes, por dos motivos principales. Primero, no me ha hecho tanta gracia como esperaba. En una entrevista que le hizo Kiko Amat, Moran parecía ingeniosa y ocurrente, muy dada a la hipérbole y a la comparación humorística; en parte por eso me animé a leer el libro. Una vez leído, tengo esa sensación, tan común en el cine, de que todos los chistes buenos ya estaban en trailer. Segundo, Moran hace de sí misma un personaje y su caracterización está tan lograda que a mitad del libro ya tienes la sensación de que puedes predecir cuál va a ser su opinión sobre casi cualquier cosa. No es algo que resulte demasiado estimulante en una obra como esta, cimentada en las opiniones de la autora.
Tres noches, de Austin Wright
Sinopsis de la editorial: Tras quince años sin noticias de su ex marido, la protagonista recibe el manuscrito de una novela que él acaba de escribir. Estructura: Dos planos alternos, el de la prota leyendo y el de la novela que lee. Opinión: La parte de la mujer se hace muy pesada, las evocaciones de la relación con su ex marido no tienen ningún interés y las reflexiones metaliterarias no son especialmente brillantes. En comparación, la novela del ex marido tiene mucho más gancho, aunque lo cierto es que no pasa de ser un
thriller corrientito y convencional, con un principio impactante, una parte central aburrida y un final tirando a regulero.
Intimidad, de Hanif Kureishi
Es cortita pero me ha costado terminarla. No le he encontrado interés a casi nada de lo cuenta el narrador, ni a sus reflexiones, ni a su punto de vista. El estilo es fluido y las ideas están expresadas con elegancia y sencillez pero nada de eso ha bastado. Me fastidia especialmente el tratamiento que se da al personaje de la mujer: apenas tiene voz. Y no es que me moleste por una cuestión de machismo/feminismo, no. Me fastidia porque es un mal personaje, porque con personajes así el planteamiento del conflicto se vuelve muy romo. La cosa se acaba pareciendo demasiado a algo así como aguantar el lamento de un pesado. Joder, tío, si quieres dejar a tu mujer, déjala, pero no me eches la chapa.