Más de siete años y medio después de dedicar una entrada del blog a mi incapacidad para entender a esas personas que necesitan cinco segundos de intensa concentración antes de poner el pie en una escalera mecánica, salgo del metro y al pie de una escalera mecánica una mujer con síndrome de Down me pide ayuda.
—Para subir— dice, y señala la escalera.
Me coge del brazo y nos subimos/entramos a la escalera mecánica. Me suelta el brazo enseguida pero yo me quedo a su lado en el mismo escalón —obstaculizando el carril rápido— por si acaso necesita ayuda también cuando lleguemos arriba. No la necesita. Nos despedimos y cada uno se va por su lado.
A veces la vida se toma su tiempo para darte una lección.
28 July 2018
13 July 2018
¿El fin del sexo? ¿Pero qué clase de sexo le gusta a esta gente?
Leo este artículo de Alberto Olmos —¿Subes a tomar una copa? El fin del sexo— en contra de la propuesta de que legalmente se considere violación cualquier acto sexual sin consentimiento expreso, y veo en los comentarios a un montón de gente preocupada por la posibilidad de que acaben teniendo que preguntar a las personas que se quieren follar si ellas quieren que se las follen.
Una pequeña reflexión para todas esas personas preocupadas: igual bastaría con no meterle nada a nadie en el cuerpo a no ser que la persona en cuestión lo pida antes o tome la iniciativa de metérselo ella misma. Y hacerle caso si se lo quiere sacar.
Con las propiedades inmobiliarias no nos cuesta tanto entenderlo.
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Mundo raro
11 July 2018
El retorno del soldado, de Rebecca West: sime
1. Durante las cinco primeras páginas pensé que no me iba a gustar y que no iba a terminarla, por culpa de párrafos como este:
2. Pero entonces, poco después de presentar la situación de partida (dos mujeres, mansión, marido/primo ausente por estar combatiendo en la guerra) aparece el detonante del conflicto (mujer de clase inferior que revela información sobre el estado del marido/primo) y ya no pude dejar de leer. En casi cualquier sinopsis de la novela que se puedan echar ustedes a los ojos les desvelarán qué es lo que pasa con el personaje masculino, pero yo en su lugar las evitaría. Estoy en contra de las sinopsis, de los tráilers y de las toallas que no rascan.
3. La narradora —la prima del soldado— es muy cursi. Esto perjudica a la novela en algunos momentos (porque la buena mujer llega a ponerse bastante cargante con su romanticismo idealista) pero le favorece en otros (porque lo cierto es que uno de los temas principales es el amor romántico).
4. Como en la mayoría de las novelas inglesas, se insiste mucho en las diferencias de clase. Ricos vs. pobres. La narradora no desaprovecha la menor ocasión para decir que las manos de Margaret (mujer de clase inferior) le parecen horripilantes, y encima viste como un espantajo. Lo repite veinte veces, por lo menos. Clasista, además de cursi.
5. Como la novela no está narrada por los protagonistas sino por un personaje testigo que no está presente en las escenas más íntimas, hay ciertas elipsis inevitables. Inevitables y magníficas. La del final del capítulo IV me parece antológica, con una frase de remate que pone la piel de gallina.
6. Mientras la leía no dejaba de pensar en una posible adaptación al cine (ya se ha hecho). Hay una escena en concreto que me encantaría ver en una película. Un personaje va a ver a otro a su casa, está impaciente (por buenas razones) pero tiene que esperar un buen rato a que el otro aparezca. La narradora no ahorra detalles de esa espera. En cine tendría que ser en tiempo real y, gracias a los movimientos de cámara y a la interpretación de la actriz, el espectador debería ser capaz de entender qué está pasando por la mente del personaje.
7. Hacia el final de la novela se dan algunas explicaciones que no han envejecido bien y resultan innecesarias. ¿Recuerdan ustedes cuando al final de Psicosis un experto explica qué ha pasado con la mente de Norman Bates? Pues algo así.
La casa se encuentra en la cima de Harrow Weald, y desde sus ventanas la mirada cae sobre kilómetros de pastizales esmeralda que se extienden húmedos y brillantes por el oeste hasta la línea de frondosas colinas azuladas por la distancia y de distantes bosques, mientras que más cerca abarca la correcta afabilidad del césped y el cedro del Líbano cuyas ramas son como la oscuridad hecha palpable, y la amenazadora adustez de los pinos más altos del bosque que irrumpe pendiente abajo, con el apretado tejido de pardos y púrpuras de sus ramas desnudas, a partir del estanque que está al borde de la colina.
Traducción de Enrique Hegewicz
2. Pero entonces, poco después de presentar la situación de partida (dos mujeres, mansión, marido/primo ausente por estar combatiendo en la guerra) aparece el detonante del conflicto (mujer de clase inferior que revela información sobre el estado del marido/primo) y ya no pude dejar de leer. En casi cualquier sinopsis de la novela que se puedan echar ustedes a los ojos les desvelarán qué es lo que pasa con el personaje masculino, pero yo en su lugar las evitaría. Estoy en contra de las sinopsis, de los tráilers y de las toallas que no rascan.
3. La narradora —la prima del soldado— es muy cursi. Esto perjudica a la novela en algunos momentos (porque la buena mujer llega a ponerse bastante cargante con su romanticismo idealista) pero le favorece en otros (porque lo cierto es que uno de los temas principales es el amor romántico).
4. Como en la mayoría de las novelas inglesas, se insiste mucho en las diferencias de clase. Ricos vs. pobres. La narradora no desaprovecha la menor ocasión para decir que las manos de Margaret (mujer de clase inferior) le parecen horripilantes, y encima viste como un espantajo. Lo repite veinte veces, por lo menos. Clasista, además de cursi.
5. Como la novela no está narrada por los protagonistas sino por un personaje testigo que no está presente en las escenas más íntimas, hay ciertas elipsis inevitables. Inevitables y magníficas. La del final del capítulo IV me parece antológica, con una frase de remate que pone la piel de gallina.
6. Mientras la leía no dejaba de pensar en una posible adaptación al cine (ya se ha hecho). Hay una escena en concreto que me encantaría ver en una película. Un personaje va a ver a otro a su casa, está impaciente (por buenas razones) pero tiene que esperar un buen rato a que el otro aparezca. La narradora no ahorra detalles de esa espera. En cine tendría que ser en tiempo real y, gracias a los movimientos de cámara y a la interpretación de la actriz, el espectador debería ser capaz de entender qué está pasando por la mente del personaje.
7. Hacia el final de la novela se dan algunas explicaciones que no han envejecido bien y resultan innecesarias. ¿Recuerdan ustedes cuando al final de Psicosis un experto explica qué ha pasado con la mente de Norman Bates? Pues algo así.
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Simes y nomes
02 July 2018
Entusiasmos que no comparto: Hereditary
¿Es una de las mejores películas de terror de la década? Sin duda. Aunque, reconozcámoslo, tampoco es que tenga mucha competencia (y no: no me parece mejor que It Follows o que The Conjuring). ¿Me ha entusiasmado? Lamentablemente, no. Se ha quedado un poquito por debajo de mi umbral de entusiasmo por culpa de estas cuatro cosillas que no deberían leer si todavía no han visto la película:
1. El personaje del hijo y el actor que lo interpreta
Desde luego, no se puede negar que el chaval necesita que lo posea un espíritu, un demonio o una canción de Georgie Dann porque en esa cabecita adolescente no hay nadie al volante. Le dices algo al oído y se oye el eco. Yo no dejé de rezar durante toda la película para que las fuerzas del mal se lo cargasen pronto y me ahorrasen tener que verle la cara.
2. Escenas terroríficas que acaban siendo un sueño
¡Por Dios¡ ¡Que alguien las prohíba de una puta vez! Las odio. Me parecen un timo. Me sacan de la película por completo y me dejan sin ganas de volver a entrar. Y lo peor de todo es que el director va por las entrevistas diciendo que le parecen muy decepcionantes las películas de terror en las que al final se descubre que todo ha ocurrido en la mente del personaje. Hijo mío, ¿y los sueños qué?
3. El tren de la bruja
Hora y pico sin que aparezca un mísero poltergeist y media hora final de tren de la bruja atropellado, confuso y tramposo. Puede que los caminos de los demonios sean tan inescrutables como los de Dios pero ¿hacía falta semejante despliegue de pirotecnia y marionetismo para conseguir que el hijo muriese? ¿Cabezazos contra el pupitre del insti sí, madre flotante también pero empujón por la escalera / por la ventana / bajo las ruedas de un camión no? ¡Con lo bordada que les había quedado la muerte de la niña!
4. Final que da un vuelco a todo
¿De verdad hacía falta ocultar la existencia de la secta hasta el tercio final de la peli? Y puestos a ocultarla ¿por qué no hacerlo hasta el ultimísimo minuto? Si quieres crear intriga vete dando pistas ambiguas al estilo de La semilla del diablo, y si lo que quieres es pillar por sorpresa al espectador no desveles el asunto hasta el final de todo, al modo Psicosis. Pero medio insinuar la cosa a veinte minutos del final sin que esa insinuación plantee un escenario más emocionante es dejar al espectador sin chicha y sin limoná.
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