Mi hermano Ward fue famoso una vez.
El final:
No hay hombres intactos.*
En medio, un montón de frases que consiguen que leas esa última con un escalofrío de emoción. Sin duda, la lectura que más he disfrutado en lo que va de año.
*Traducción de Javier Calzada
2. Se podría decir —y se dice— que es una novela negra, pero en realidad yo preferiría llamarla, no sé, novela sucia. O mucho mejor: novela turbia.
3. Que nadie venga buscando trama. Aquí uno disfruta de la ambientación, de los personajes, de no poder dejar de mirar.
4. Porque sí, es una de esas novelas con una narrativa tan visual que el lector prácticamente no tiene que hacer ningún esfuerzo para que se le proyecten imágenes en la mente. Hay tres escenas en concreto que tardaré mucho tiempo en olvidar (tres palabras clave por si se deciden a leerla: medusas, mancha, helado).
5. El personaje del hermano, ese Ward a quien el narrador menciona en la primera línea, me hace sentir como uno de esos señores trasnochados que chochean con los héroes taciturnos de las películas del oeste (John Wayne en Centauros del desierto) o con los detectives íntegros del cine negro (Alfredo Landa en El crack), sin ser yo nada de eso.
6. Por ponerle una pega: hay poquísimos personajes femeninos (importante solo uno) y no están tratados con el mismo mimo que los masculinos.
7. ¿Es Pete Dexter un escritor infravalorado? Solo he leído dos novelas suyas, pero empiezo a pensar que sí.