Lo contrario a la grima. Eso es lo que me produce esta canción. Un calorcillo interno, entre el tórax y el abdomen, que se difunde hacia las extremidades, como si me hubiese comido un pequeño sol.
Comerse un pequeño sol. Qué imagen más inspirada, me decía a mí mismo (para animarme).
Ahora me da vergüenza.
¿Por qué?
Esa es precisamente la historia de hoy.
Años después de escribir la entrada, me enteré de la existencia de una antología de relatos titulada Cuentos inolvidables según Julio Cortázar. Como fan que soy de Julio Cortázar, enseguida me hice con el índice de la antología para saber qué cuentos había seleccionado el argentino. Me alegró coincidir con él en una autora, Katherine Mansfield. El título del cuento que había elegido Cortázar, Éxtasis, no me resultaba familiar. Cogí mi ejemplar de los Cuentos completos de Katherine Mansfield, busqué el relato en cuestión (en mi libro estaba traducido como Felicidad) y lo empecé a leer. El principio me sonaba muchísimo, no era la primera vez que lo leía, de eso no cabía duda. Y entonces, en el segundo párrafo del cuento, leí:
¿Qué puede hacer uno si, aun teniendo treinta años, al volver la esquina de su calle le domina de repente una sensación de felicidad... de felicidad plena... como si de repente se hubiese tragado un reluciente trozo de sol crepuscular y este le abrasara el pecho, lanzando una lluvia de chispas por todo el cuerpo?
[Traducción de Esther de Andreis]
Y se abrió el cielo, me cayó un rayo en toda la cocorota y quedé convertido en un puto plagiador de mierda.
No tienen por qué creerme pero les juro que cuando escribí la entrada allá por el 2014 estaba convencido de que la imagen del sol engullido era mía y solo mía. No recordaba que la había leído años atrás en el cuento de Mansfield.
¡Dios sabe cuántos plagios más habrá en el blog que todavía no he detectado!
¡Shame! ¡Shame!