01 March 2016

Simes y nomes del primer bimestre

Sí o no, sin términos medios, porque somos personas, no bisectrices.

  • Lo que sí:

Pícnic extraterrestre, de Arkadi y Borís Strugatski

Voy a empezar intensito: hay escenas en esta novela que te borran de la realidad y te transportan a LA ZONA, convertido en un personaje más en busca de tecnología extraterrestre. En serio, cada vez que un stalker pisa LA ZONA, el lector se va detrás de él con el corazón en la boca, y se agacha si hay que agacharse, se arrastra si hay que arrastrarse y aguanta la respiración si hay que aguantar la respiración. Son tan potentes esas escenas que no importa que las demás sean más flojas. Porque el lector vuelve de LA ZONA encendido, pletórico, y hasta con ganas de ver la peli de Tarkovski (161 min.) solo por pasar más tiempo allí.

Cráneo de azúcar, de Charles Burns

Si alguien me preguntase por mis cinco novelas favoritas o por mis cinco cómics favoritos, yo no respondería —como tanta otra gente— "¿solo cinco?". No. Yo no. Yo ni siquiera tendría que pensarlo. Los soltaría uno tras otro, seguidito y sin dudar. Pim, pam. ¿Por qué lo tengo tan claro? Pues porque para mí una definición de novela o de cómic favorito podría ser "novela o cómic que releo periódicamente", y no hay tantos cómics o novelas que relea periódicamente. Uno de ellos es Agujero Negro de Charles Burns, autor de cabecera en este blog (literalmente). De momento es pronto para decir si la trilogía a la que pertenece Cráneo de Azúcar podría convertirse en otro favorito, pero sí que es cierto que algunas partes me las he leído hasta tres veces (cada vez que salía una nueva entrega me releía las anteriores) y las tres veces las he disfrutado. De hecho, diría que es un cómic que requiere varias lecturas. Burns embarulla la narración con saltos en el tiempo, escenas oníricas, elipsis, y aunque al final el hilo de la historia queda bastante claro, hay que prestar mucha atención para captar todas las referencias, las metáforas y las rimas internas —porque sí, hay viñetas que riman— que Burns ha ido dejando.

Cosas que los nietos deberían saber, de Mark Oliver Everett

Uno de los consejos que se suelen dar para que un blog tenga más visitas es este: aumenta el contenido autobiográfico. Habrá quien diga que no, pero nos gusta que la gente nos cuente su vida, si lo hacen bien. Cosas que los nietos deberían saber consigue que parezca fácil. Mientras lo leía no dejaba de pensar que todo el mundo debería escribir un libro contando su vida. Todos esos libros se guardarían en una biblioteca, gigantesca o virtual (ya discutiremos el formato), que modestamente podríamos llamar La Biblioteca de la Humanidad. Imagínense las miles de horas de diversión asegurada para cualquier extraterrestres que se dejase caer por el planeta azul. En fin, vuelvo a lo que estaba. En realidad Mark Oliver Everett no nos cuenta su vida. No toda. Se centra principalmente en su relación con la música. Mientras leía el libro y pensaba en la Biblioteca de la Humanidad también tenía tiempo para picotear vídeos en Youtube. Creo que no me voy a hacer fan de la música de Everett, pero en cambio podría hacerme fan de su forma de escribir.

N de nudo, de Sue Grafton

Mi primer Grafton.
En el lado malo:
- ritmo muy lento (la investigación no avanza prácticamente nada hasta el último cuarto de la novela),
- narración demasiado exhaustiva (¿es necesario que nos cuenten todas y cada una de las veces que la protagonista se cepilla los dientes? ¿que nos describan la ropa que lleva en cada momento, pijamas incluidos, y la decoración de todas las casas en las que entra, tipo de suelo, color de las paredes y del sofá?)
- una vez se descubren las claves del caso no resulta verosímil que la protagonista haya tardado tanto en dar con ellas (¿a qué esperabas para hacer esa pregunta, querida?),
- la sorpresa final es predecible (es ridículo que coja desprevenida a la prota).
En el lado bueno: 
- investigadora con carisma,
- sentido del humor socarrón,
- investigación transparente.
Parecerá mentira pero lo bueno gana a lo malo.

Microsiervos, de Douglas Coupland

Retengan este dato: Microsiervos fue escrito en 1995, cuando la mayoría de nosotros no teníamos ni dirección de correo electrónico. Yo lo he leído en continuo estado de sorpresa:
1. No ha envejecido ni un ápice, a pesar de que trata básicamente sobre el papel de los avances tecnológicos en nuestras vidas (¡y cuánto no habrá avanzado la informática desde 1995!).
2. Anticipa el estilo frívolo, egocéntrico, fragmetario, plagado de listas y de referencias pop de la mayor parte de lo que se escribe en internet hoy en día. Está escrito en forma de diario, pero podrían ser entradas de un blog.
3. Se basa fundamentalmente en la cháchara cotidiana de un grupo de compañeros de trabajo —más adelante amigos— informáticos. Apenas hay historia y, a pesar de eso, no cansa lo más mínimo. Al revés, da pena llegar al final (¡y hablamos de 400 páginas!).
4. No profundiza en nada —repito, en nada— pero es muy pero que muy estimulante.
5. Coupland escribe para mí. Su estilo se ajusta a mi temperamento de una forma casi vergonzosa. Vergonzosa porque muy poca gente lo encontrará ejemplar (esto último es un aviso).

El año más violento, de J. C. Chandor

¿Recuerdan esa sección del blog llamada Pequeños problemas éticos que tanto me gusta hacer (por los comentarios que me dejan ustedes luego, claro)? Pues esta película es una especie de gran problema ético que el protagonista trata de resolver a su manera, intentando ser fiel a sus principios, sean estos más o menos acertados (he ahí la cuestión). No es una película moralista pero sí que está atenta a la dimensión moral de los actos de los personajes. Y ya solo por eso me cae simpática.

Whiplash, de Damien Chazelle

Ya han salido expertos diciendo que cualquier parecido de Whiplash con la vida real de un batería de jazz es pura coincidencia. Lo intuíamos, ¿no? Todos los años aparece algún estudio que desmiente que Mozart y Salieri fuesen enemigos jurados. ¿Le quita eso algún mérito a Amadeus? Por supuesto que no. Pues lo mismo con Whiplash. Que conste que Whiplash no me parece un peliculón. La encuentro un pelín ridícula y no comulgo con la filosofía de fondo. Pero sí me parece un triunfo del ritmo cinematográfico.

Vacaciones, de John Francis Daley y Jonathan M. Goldstein

Con la comedia no vale luego echarse atrás: si te ríes es que funciona. Yo no me había reído tanto con una peli desde Bob Esponja: Un héroe fuera del agua. Todos los gags del coche y del hijo mayor son tronchantes. Humor grosero, sí, pero efectivo. Además sale Christina Applegate, una debilidad de este servidor desde Matrimonio con hijos.

No es mi tipo, de Lucas Belvaux

Él, un profesor de Filosofía mortecino que no cree en el concepto tradicional de amor. Ella, una peluquera vitalista, fan de Jennifer Aniston, que busca al hombre de su vida. Suena a comedia romántica bobalicona en la que uno de ellos acabará rescatando al otro (adivinen quién a quién), pero no: no es tan cómica, no es tan romántica y no es nada bobalicona. Los personajes empiezan siendo puro estereotipo, eso sí, pero poco a poco el contraste se va cargando de matices y, al final, la película acaba ofreciendo una visión bastante veraz de los comienzos de una relación amorosa. Y la sorpresa: hoy por hoy, Emilie Dequenne es la actriz con más encanto del universo.


  • Lo que no:

Mr. Vértigo, de Paul Auster

El comienzo es prometedor —"Yo tenía doce años la primera vez que anduve sobre el agua"—; sin embargo, todo lo que viene después está contado con tal torpeza que le mina a uno las ganas de seguir leyendo. Un ejemplo:
En el segundo capítulo el protagonista nos dice que, después de irse a vivir a una granja con el tipo que le había prometido enseñarle a volar, intentó escaparse hasta en cuatro ocasiones, sin éxito. Unos párrafos más adelante nos empieza contar uno por uno esos cuatro intentos. Se podría pensar que, ya que el narrador se ha cargado el suspense del asunto (que no, que no va a conseguir escaparse), al menos el relato tendrá un poco de gracia o aportará algún dato importante para el desarrollo de la historia. Pues no. Resulta tan entretenido como si yo les anuncio que voy a contar cómo me he preparado un tazón de cereales para desayunar y a continuación voy y les cuento cómo me he preparado un tazón de cereales para desayunar: he cogido el tazón, he cogido el paquete de cereales, he echado un puñado de cereales en el tazón, he cogido el cartón de leche... Pues casi toda la novela vuela así de bajo. De hecho, en cuanto aparece algo mínimamente interesante (un personaje, un escenario, un acontecimiento que se vislumbra en el horizonte), va Auster, lo hace desaparecer sin más y pasa a otra cosa aburrida. Como tortura, muy buena.

Diario de un álbum, de Dupuy y Berberian

Van Dupuy y Berberian y le dice Dupuy a Berberian: oye, Berberian, se me acaba de ocurrir, ¿y si hacemos un cómic sobre las cosas que nos pasen mientras estemos haciendo otro cómic, el que tenemos bajo contrato? Berberian contesta: me gusta la idea, Dupuy, pero tengo una duda, ¿cuál de los dos cómics será el bueno? Dupuy dice: el otro, por supuesto, que irá bien dibujado y en color y todo; este es en blanco y negro, para anécdotas que nos pasen y tal. Berberian: ah, vale, ya lo pillo, que uno lo pensamos y el otro no. Dupuy: muy bien, Berberian, ¿ves que bien nos entendemos?, si por algo trabajamos juntos...


Star Wars: El despertar de la fuerza, de J. J. Abrams

A veces se nos olvida: las primeras películas de Star Wars eran para niños, adolescentes y similares. ¿Conocen ustedes a algún adulto —adulto ya por aquel entonces— que flipase con ellas? Yo tampoco. ¿Sus padres le hicieron el menor caso a Han Solo y compañía? Los míos tampoco. Por eso no entiendo a esos fans de toda la vida que se tiran de los pelos por las supuestas traiciones de George Lucas. ¿No se dan cuenta de que es inútil pedirle a la franquicia que les transporte a las sensaciones de entonces? ¿No ven que lo que se ha perdido por el camino no es el espíritu original de la serie sino su infancia? Escuchad, niños de antaño: ya tenéis la perfecta actualización para adultos de Star Wars. Se llama Juego de Tronos. Va siendo hora de que cambiéis de juguete. Esta introducción es para que entiendan que no hay en mi cuerpo ni una sola gota de nostalgia en lo que a Star Wars se refiere. Si no me ha gustado El despertar de la fuerza es por otra cosa. Creo que fue Capra quien dijo que para que una película sea buena debe tener al menos una escena memorable. Lo suscribo. No basta con eso, claro está, pero es difícil que una película que no cumpla ese requisito me provoque algo más que indiferencia. Pues bien, El despertar de la fuerza no tiene ni una sola escena memorable. No digo más.

El renacido, de Alejandro González Iñárritu

Alejandro González Iñárritu tiene la cantidad justa de Lars von Trier que Hollywood es capaz de digerir. Hollywood puede. Yo no. No sé si a ustedes también les pasa (supongo que sí) pero cuando una película no me está entreteniendo demasiado y no tengo sueño, empiezo a buscarme distracciones alternativas: me fijo en detalles tontos del vestuario o de los escenarios, busco incoherencias en el guión, me imagino al equipo de rodaje al otro lado de la cámara, intento adivinar cuántas veces habrán tenido que repetir una escena... Pues con esta película es más entretenido distraerse así, de este modo, que prestar atención a la historia (ay, la escena del caballo, cuánta diversión periférica hay ahí). Una cosa que me tuvo obsesionado todo el tiempo: ¿cómo es posible que, con el frío que hace, los personajes se anden metiendo en el agua cada dos por tres completamente vestidos? ¡Y luego salen y siguen caminando por la nieve como si tal cosa, sin poner los pies al fuego para secarse ni nada! Eso es de catarro para arriba.

18 February 2016

Pequeños problemas éticos, nº 7

Pones un libro a la venta en Wallapop, a un precio muy bajo: menos de la mitad de lo que te costó a ti. Poco después te escriben dos personas que están interesadas. A la primera ya la conoces, te ha comprado libros otras veces. A la segunda no. Su mensaje es más efusivo; entre otras cosas, dice que lleva tiempo buscando esa novela.


Aunque crees que lo correcto sería cerrar la venta con la primera persona que te ha escrito, hay algo que te predispone en su contra: sabes que se dedica a revender los libros a un precio bastante más alto: lo ha hecho con algunos de los que tú le vendiste. Nunca te han gustado los especuladores.

¿Qué haces?
a) Respetas el orden de llegada de los mensajes y le vendes el libro a la primera persona. 
b) Se lo vendes a la segunda persona.

Mi pregunta es: ¿es ética la opción b)?

10 February 2016

Entusiasmos que no comparto. Especial 2015

En ese festival de pejiguerismo en el que se ha convertido esta sección, les traigo hoy algunas de esas películas que pueblan las listas de lo mejor del año y que a mí, por la razón que sea (ceguera, estupidez), si bien no me han parecido malas en absoluto, tampoco han conseguido robarme el corazón.

El Club, de Pablo Larraín


No tan incómoda como promete, más sucia que realista, se limita a confirmar los tópicos anticlericales. Predicar al converso, lo llaman.

Del revés, de Pete Docter


Ni para niños ni para adultos. Terapia familiar de manual de autoayuda. ¿De verdad vivimos en esos tiempos en que es necesario recordar una moraleja como esta?

45 años, de Andrew Haigh


ANDREW HAIGH (dándose una palmada en la frente).- ¡Ya lo tengo! ¡Si mantengo el conflicto en el interior de la protagonista ya no tengo que preocuparme de hacerlo evolucionar!

3 corazones, de Benoît Jacquot


Franceses demostrando, una vez más, que el amour fou y follar sin poner cara de placer lo inventaron ellos.

31 January 2016

Un cuento al mes: La señorita Mandible y yo, de Donald Barthelme



      13 de septiembre 
La señorita Mandible quiere hacerme el amor, pero duda porque soy oficialmente un niño; yo tengo, según los documentos, según el cuaderno de evaluación de su escritorio, según las fichas de la oficina del director, once años. Existe aquí un malentendido, algo que aún no he sido capaz aclarar. En realidad, tengo treinta y cinco años, he estado en el Ejército, mido un metro ochenta y cinco centímetros, tengo vello en los lugares apropiados, mi voz es de barítono, sé muy bien qué hacer con la señorita Mandible si alguna vez se decide.

Traducción de Enrique Maldonado Roldán


Donald Barthelme es ese escritor cuyo cuento El globo mereció el siguiente elogio de David Foster Wallace: "es el primer relato que me hizo desear ser escritor".

Cada uno es responsable de sus expectativas.




El relato que yo he leído no es El globo pero tiene un comienzo bien majo, no me digan. Juguetón. Ni se les ocurra pensar en Big, la película, en Barrio lejano, el cómic, o en Ponte en mi lugar, el truño. Aquí no se explotan las posibilidades cómicas o dramáticas del desplazamiento de un adulto a la infancia y ni siquiera importa demasiado cómo se va a resolver la situación.

Aquí lo que importa son los comentarios del protagonista sobre la falsedad de los papeles que nos vemos obligados a adoptar en sociedad: niño, adulto, hombre, mujer, alumno, soldado, marido... La farsa social.

Recuerda un poco a Kafka, por el absurdo aceptado sin sobresalto, pero por suerte aquí el protagonista no sufre: al contrario, está encantado con su situación. Y así podemos disfrutar de su sarcasmo y de su lucidez sin amargor (esa es la suerte).

Este libro caerá entero, no lo duden.

20 January 2016

Palabras, no tan raras, que nunca he usado (ni siquiera por escrito)


Discursivo/va


1. [adj.] Que discurre (reflexiona).
2. [adj.] Propio del discurso o del razonamiento.

Ej.1. Soraya, ve tú, que Mariano discursivo, lo que se dice discursivo, no es.
Ej.2. ¿Esto lo pongo en cursivas o en discursivas?
Ej.3. Ay, hijo, cuando te pones discursivo no hay quien te aguante. Ni que fueras francés.


Y como sé que lo están deseando, les pongo la primera imagen que muestra Google:


Utilísima para políticos que no saben por dónde empezar.

06 January 2016

Multi Love. Canciones de 2015

Después de pasar todo el año en la inopia, me he puesto al día. Me he tragado todas las listas de las mejores canciones del 2015 que han caído en mis manos (les recomiendo especialmente la del amigo Ariel) y las he digerido, bien o mal, para traerles la mía propia. Mi única aportación original es la última canción, que reconocerán de un anuncio. 


Creo que la lista es un poquito mejor que la del 2014, aunque reconozco que no me gusta tanto como la del 2013. Pasen y escuchen.


Death with Dignity - SUFJAN STEVENS
Porque podría ser de Illinois.

Multi-Love - UNKNOWN MORTAL ORCHESTRA
Porque es como recorrer una espiral hacia afuera.

Marte - TIGRES LEONES + LA BIEN QUERIDA
Por el redoble y la quemazón. Y por el vídeo.

Stonemilker - BJÖRK
Por los violines: Björk + violines = bien

Fuego - TACHENKO
Porque el doble estribillo me emociona. Ese sintetizador épico...

Algo sucede - JULIETA VENEGAS
Porque me recuerda a unos amigos (sí, menuda chorrada).

Clearest Blue - CHVRCHES
Porque tiene el subidón del año (minuto 2:00).

The Wild Life - OUTSIGHT
Porque el uh-uh-uh del estribillo me da la vida.

31 December 2015

Simes y nomes del sexto bimestre

Sí o no, sin términos medios, porque tampoco Hamlet se quería quedar a medias.

  • Lo que sí:

Reunión en el restaurante Nostalgia, de Anne Tyler

Qué bimestre más flojo, madre mía. El único libro que me ha gustado sin reservas es este de Anne Tyler. Lo compré, primero, porque estaba barato y, segundo, porque en algún lado, hablando de esa obsesión que tienen escritores como Jonathan Franzen de parir la Gran Novela Americana, decían que, sin tanto bombo, Anne Tyler ya había dado a luz unas cuantas Grandes Novelas Americanas —en su variante familias disfuncionales— que se habían ganado los elogios de, por ejemplo, John Updike. Elogios tibios, hay que decir, ya que creo recordar que Updike la citaba como escritora mainstream de calidad, pero mainstream al fin y al cabo. En esta misma línea, lo fácil sería comparar Reunión en el restaurante Nostalgia con un Estrenos TV bien hecho, pero Estrenos TV al fin y al cabo: dramas cotidianos (padre que abandona el hogar, madre de carácter difícil, rivalidad entre hermanos, hijos abrumados por las expectativas de los padres) contados a ras de suelo y con una prosa de andar por casa en zapatillas. Pero no sería justo. Tyler alcanza aquí varios logros que no están al alcance de todo el mundo, sea cual sea la altura artística a la que se aspire. El menor de esos logros: que en una novela en la que cada capítulo está contado desde la perspectiva de un personaje diferente, el interés no decaiga en ningún momento, que no haya personajes a los que nos aburra prestar atención. También: que con un acercamiento tan descomplicado, todos los personajes consigan dejar huella. Y por último: que sin grandes golpes de efecto ni dramatismos exacerbados, la novela emocione.

El talento de los demás, de Alberto Olmos

En el blog Patrulla de Salvación se metían mucho con Alberto Olmos porque creían que no estaba a la altura de la imagen de salvador de la literatura española que él mismo había contribuido a fomentar con el personaje de Juan Malherido. Lo mejor que decían de él era que tenía un cierto talento para las frases felices. En esta novela es verdad que se nota más preocupación por el estilo y por el subtexto en torno a la idea del talento que por los personajes o la historia en sí. Todo lo contrario a Anne Tyler, vamos. Si no está entre los nomes es porque en medio de una cierta tendencia a alargar planteamientos interesantes hasta volverlos pesados, hay partes (bastantes largas) escritas con verdadera inspiración. Partes en las que uno pone el pie y le llevan como una cinta transportadora hasta un final imprevisible. Partes en las que triunfa la narración.


  • Lo que no:

Lolito, de Ben Brooks

Aunque está escrito con gracia y se lee de un tirón, Lolito es como un chocolate a la taza que no ha espesado lo suficiente. El sabor está ahí pero al conjunto le falta densidad. Como no tengo mucho más que decir (la verdad es que el libro me dejó bastante indiferente), solo añadiré que Brooks se apunta a una moda en el diseño de personajes que yo encuentro un pelín cargante: los padres majetes y enrollados que son capaces de seguirle las bromas a su hijo por muy atrevidas que estas sean. Digo moda porque es un tipo de personaje que últimamente se ha ido afianzando en esos productos de consumo juvenil que intentan jugar la baza del ingenio molón —"soy la Dorothy Parker de mi insti"— como, por ejemplo, Juno, Rumores y mentiras o Bajo la misma estrella. Yo prefiero la clásica brecha generacional, sobre todo si hablamos de comedia.

Acceso no autorizado, de Belén Gopegui

En una entrevista que leí hace tiempo, Belén Gopegui hablaba de las dificultades que se encuentran en España los gobiernos de izquierdas a la hora de desarrollar políticas progresistas (el poder en la sombra que se opone al cambio) y pedía a aquellos políticos que ya no estuviesen en activo que nos contasen quién o quiénes estaban impidiendo la reforma del sistema. Conocer al enemigo. Esta novela trata de eso, de las dificultades, de la lucha, y solo por ese motivo ya tiene mi simpatía. El problema es que las buenas intenciones se quedan en muy poca cosa, apenas un thriller lento, poco vibrante y demasiado peliculero para resultar del todo verosímil.

Sexo fácil, películas tristes, de Alejo Flah

La idea de partida está bien: el contraste entre el amor de la vida real y el amor de las comedias románticas: los fracasos amorosos de un escritor frente a la relación idealizada de los personajes del guión que está escribiendo. Sin embargo, la película es muy pero que muy sosa. Los personajes (sobre todo los femeninos) son muy pero que muy sosos. Sale Carlos Areces de amiguete simpático del prota y ni hace gracia. Por cierto, seguro que ya lo ha dicho alguien en algún sitio de la red, pero por si acaso ahí va: Quim Gutiérrez es el José Sacristán de nuestro tiempo.

Phoenix, de Christian Petzold

Anda que no me habré tragado yo docenas de películas perfectamente inverosímiles. Y tan contento. Pero esta no. La premisa de esta peli no la compro. Les cuento: empieza con una mujer, una superviviente de un campo de concentración, que tiene el rostro destrozado. Ingresa en una clínica y se somete a una operación de cirugía plástica con bastante éxito; su nuevo aspecto es muy parecido al anterior, algo especialmente importante en su caso ya que se trata de una cantante famosa. Y ahora viene lo increíble [voy a destripar un poco el argumento, aviso]: su marido, que ya la había dado por muerta, no la reconoce (!) pero, aprovechando el enorme parecido (!!), le propone hacerse pasar por su mujer para recuperar su patrimonio (!!!). No les cuento nada más, pero sepan que todo lo que pasa a continuación es un completo despropósito. Les dirán que la escena final es una maravilla pero no, no compensa la anterior hora y media de sinsentido.

The Assassin, de Hou, Hsiao-Hsien

Si la ven en las listas de lo mejor del año no se lo crean. Está ahí por su exquisita fotografía (ramas mecidas por el viento, no falla), por su reconstrucción hiperhistoricista de siglo IX chino (campesinos con el nivel de suciedad adecuado) y por su vuelta de tuerca al género wuxia (los combates casi son lo de menos) pero lo cierto es que es un rollazo de aúpa, con un guión ininteligible incluso para los chinos. En Youtube, con un montaje de las mejores imágenes que no pasase de cinco minutos, podría quedar mona.