26 June 2013

La realidad oculta

Cada vez que oigo la palabra asbestos me siento mal, como si fuese el detonante de una orden posthipnótica. Hay un pequeño punto en mi cerebro que cede cuando la oigo, una ligera presión, un escalofrío que se prepara pero no acaba de llegar. Me paso varios minutos repitiéndola... asbestos, asbestos... y entonces sé que ya no voy a dormir bien esa noche.


El problema es que no creo en ella, no creo que sea una palabra de verdad. Tengo la sospecha de que yo mismo la he inventado durante un sueño. Recuerdo haber soñado con ella. Por eso, que aparezca periódicamente en el mundo de la vigilia sólo puede ser un desliz en el trazado de las fronteras, o una advertencia.

2 comments:

  1. Una advertencia de que deberías cambiar de ambiente. Nene ¿Pero tú con quién te juntas?
    En mi vida la he oído.

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    1. En los programas americanos de reformas en las casas sale bastante (amianto).

      Creo que la culpa de que sea una palabra tan perturbadora la tienen esas tres eses en posición final de sílaba, porque si oigo 'asbesto', el efecto no es el mismo.

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