En el metro una mujer va hablando por teléfono de la trayectoria vital de una conocida. Su voz se oye en todo el vagón:
«Entró a trabajar con un político. No te voy a decir el nombre porque estoy hablando en el metro y es muy conocido.»
A la salida de la Feria del Libro, una mujer de unos cuarenta años habla por el móvil muy contenta:
«Me ha dedicado un libro Benjamín Prado. Para Jimena. Y me ha dicho que soy guapísima.»
Dos mujeres van a hablando por la calle. Una de ellas le cuenta a la otra una conversación que ha tenido con alguien:
«Le dije: ¡Basta! Me siento como un mueble que tú vas decidir cuándo meter en tu casa».
Dos cargos medios de una empresa, los dos de más de cincuenta años, coinciden en el baño.
—¿Cómo vas? Te veo un poco fastidiado.
—Pues sí.
—Siempre estás estupendo pero hoy te veo un poco peor.
—No suelo estar mal pero cuando adopto forma humana pierdo un poco.—Siempre he sabido que eras un extraterrestre.—Ya.—Tu reino no es de este mundo.—Esa era mi frase favorita en mi anterior empresa: mi reino no es de este mundo.—Por eso te fuiste.—Hasta luego. Cuidado con eso que tienes entre manos.