Tal día como hoy, mi stream of consciousness me ha llevado a recordar lo mucho que me inquietaba de pequeño este libro, lectura obligatoria en mi colegio a la altura de 3º de E.G.B. (7 años).
Igual en mi lecho de muerte suelto "¡Pegacoces!" y los dejo a todos flipando, muertos de intriga.
17 November 2012
11 November 2012
Decepciones y alegrías
1. Algunas decepciones recientes:
Da mucha rabia equivocarse con algo que puedes manosear sin límite en la Fnac. Ni de coña me hubiese comprado los tres tomos por 18 euros cada uno pero me dejé convencer por la edición integral, alguna crítica favorable que había leído y unos dibujos que me parecían monos. Craso error. Se me hizo muy muy lenta. No hacían falta tantas páginas para contar esto. Y por cierto, ¿por qué hay narradores que nos siguen contando los sueños de los personajes? Ahora mismo sólo recuerdo dos casos en los que me hace gracia ese recurso: las películas de Brian de Palma y Bienvenido Mr. Marshall.
En su día era la peli que permitía a los cinéfilos de provincias sentirse en contacto con el Buen Cine. No se parecía a nada que se estuviese haciendo en ese momento. Pero después vinieron Acción mutante, La ciudad de los niños perdidos, Amélie, El milagro de P. Tinto, La gran aventura de Mortadelo y Filemón... y hoy Delicatessen ya no sorprende ni deleita como entonces. Sólo se ven los numeritos circenses, el histrionismo y la caricatura. ¿Y la poesía? ¿Dónde está la poesía?
2. Algunas alegrías:
Los franceses saben hacer estas cosas. Una fotografía impecable, unos niños que, más que actuar, viven delante de la cámara, un poquito de realismo social, tonito agridulce y ya lo tienen: una de esas películas que están en un tris de dejarte indiferente y que, sin embargo, acaban arreglándoselas para darte un beso de buenas noches. Quien haya visto Stella me entenderá.
La historia no puede ser más simple. Un grupo de chicas prepara un concierto para una fiesta de fin de curso. A poco que uno lo piense, sólo pueden pasar dos cosas, que les salga bien o que les salga mal. Nueve de cada diez dentistas dirían que le falta azúcar. Pero no, no le falta de nada. Contar bien una historia también es esto, que te importe lo que les pase a los personajes.
- Rosalie Blum de CAMILLE JOURDY
Da mucha rabia equivocarse con algo que puedes manosear sin límite en la Fnac. Ni de coña me hubiese comprado los tres tomos por 18 euros cada uno pero me dejé convencer por la edición integral, alguna crítica favorable que había leído y unos dibujos que me parecían monos. Craso error. Se me hizo muy muy lenta. No hacían falta tantas páginas para contar esto. Y por cierto, ¿por qué hay narradores que nos siguen contando los sueños de los personajes? Ahora mismo sólo recuerdo dos casos en los que me hace gracia ese recurso: las películas de Brian de Palma y Bienvenido Mr. Marshall.
- Delicatessen de JEUNET & CARO
En su día era la peli que permitía a los cinéfilos de provincias sentirse en contacto con el Buen Cine. No se parecía a nada que se estuviese haciendo en ese momento. Pero después vinieron Acción mutante, La ciudad de los niños perdidos, Amélie, El milagro de P. Tinto, La gran aventura de Mortadelo y Filemón... y hoy Delicatessen ya no sorprende ni deleita como entonces. Sólo se ven los numeritos circenses, el histrionismo y la caricatura. ¿Y la poesía? ¿Dónde está la poesía?
2. Algunas alegrías:
- Tomboy de CÉLINE SCIAMMA
Los franceses saben hacer estas cosas. Una fotografía impecable, unos niños que, más que actuar, viven delante de la cámara, un poquito de realismo social, tonito agridulce y ya lo tienen: una de esas películas que están en un tris de dejarte indiferente y que, sin embargo, acaban arreglándoselas para darte un beso de buenas noches. Quien haya visto Stella me entenderá.
- Linda Linda Linda de NOBUHIRO YAMASHITA
La historia no puede ser más simple. Un grupo de chicas prepara un concierto para una fiesta de fin de curso. A poco que uno lo piense, sólo pueden pasar dos cosas, que les salga bien o que les salga mal. Nueve de cada diez dentistas dirían que le falta azúcar. Pero no, no le falta de nada. Contar bien una historia también es esto, que te importe lo que les pase a los personajes.
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Fíense de mí
22 September 2012
Chiquitismos residuales
21/09/2012. Un compañero de trabajo le dice a otro, refiriéndose a un tercer compañero que está con ellos:
Literatura.
"Ten cuidado con este, tiene más peligro que Willy Fog con un abono transporte".
Literatura.
07 March 2012
Un bofetón a tiempo...
Les presento a una de las villanas más odiosas de la Historia del cine.
Ahora vean La calumnia y después atrévanse a procrear.
Ahora vean La calumnia y después atrévanse a procrear.
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Fíense de mí
03 February 2012
Desmitificando: La Bola de Cristal
A todos nos gusta tararear ahora la síntonía del programa pero recordemos bien, amiguitos:
- Las tramas de los electroduendes eran chorras y repetitivas. Como marionetas tampoco valían gran cosa: feas, rígidas y cutres (España, cuna de los Aurones). Su única gracia estaba en la forma de hablar. Cuando empezaron a ponerlos solos por las tardes, sin el acompañamiento del resto del programa, no había quien se los tragase.
Por cierto, siempre que veo a Kate Moss me acuerdo del hada.
- La serie de Alfalfa era un bajón total, si hacía buen tiempo daba ganas de coger la bici y echarse a las calles.
- Las cortinillas aleccionadoras ("Solo no, con amigos sí", "Nunca te acostarás sin saber una cosa más") las repetían hasta la saciedad y eran de risa. En mi cole hacíamos burla de ellas. Eran como de profe progre que escribe cuentos infantiles muy fantasiosos y desenfadados pero con mensajito, algo muy de los ochenta (escuela Gloria Fuertes, que era bien maja pero un poco sospechosa vista con ojos de niño). Aquí la responsable:
- En el apartado musical había de todo y también repetían los vídeos ad infinitum. Yo no aguantaba a Santiago Auserón (¿para cuándo un trío con Raphael y Enrique Bumbury?).
- La Cuarta Parte de Gurruchaga tenía algunas de las mejores cosas (fragmentos de películas que se clavaban en la retina: ¡ay!, Dune) pero también muchas de las peores (los monólogos de Gurruchaga padre eran bastante asquerosillos). En general daba bastante yuyu.
Puede que fuese un buen programa, imaginativo y perturbador, y puede que todos lo viésemos, pero desde luego nadie iba al colegio flipando y comentándolo con entusiasmo (como sí hacíamos, en cambio, con el pinball "un, dos, tres cuatro..." de Barrio Sésamo, por ejemplo).
Por mucho que ahora reivindiquemos programas "de calidad" (¿El planeta imaginario?), la verdad es que de niños no éramos gourmets de la tele precisamente.
- Las tramas de los electroduendes eran chorras y repetitivas. Como marionetas tampoco valían gran cosa: feas, rígidas y cutres (España, cuna de los Aurones). Su única gracia estaba en la forma de hablar. Cuando empezaron a ponerlos solos por las tardes, sin el acompañamiento del resto del programa, no había quien se los tragase.
Por cierto, siempre que veo a Kate Moss me acuerdo del hada.
- La serie de Alfalfa era un bajón total, si hacía buen tiempo daba ganas de coger la bici y echarse a las calles.
- Las cortinillas aleccionadoras ("Solo no, con amigos sí", "Nunca te acostarás sin saber una cosa más") las repetían hasta la saciedad y eran de risa. En mi cole hacíamos burla de ellas. Eran como de profe progre que escribe cuentos infantiles muy fantasiosos y desenfadados pero con mensajito, algo muy de los ochenta (escuela Gloria Fuertes, que era bien maja pero un poco sospechosa vista con ojos de niño). Aquí la responsable:
- En el apartado musical había de todo y también repetían los vídeos ad infinitum. Yo no aguantaba a Santiago Auserón (¿para cuándo un trío con Raphael y Enrique Bumbury?).
- La Cuarta Parte de Gurruchaga tenía algunas de las mejores cosas (fragmentos de películas que se clavaban en la retina: ¡ay!, Dune) pero también muchas de las peores (los monólogos de Gurruchaga padre eran bastante asquerosillos). En general daba bastante yuyu.
Puede que fuese un buen programa, imaginativo y perturbador, y puede que todos lo viésemos, pero desde luego nadie iba al colegio flipando y comentándolo con entusiasmo (como sí hacíamos, en cambio, con el pinball "un, dos, tres cuatro..." de Barrio Sésamo, por ejemplo).
Por mucho que ahora reivindiquemos programas "de calidad" (¿El planeta imaginario?), la verdad es que de niños no éramos gourmets de la tele precisamente.
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Yo lo vi todo
07 January 2012
Incorporaciones del 2011 a mis favoritos del siglo (por decir algo)
1. Una película: Nader y Simin. Una separación de ASGHAR FARHADI
El mejor guión de lo que va de siglo (venga, todos juntos, una pedorreta a La red social, a cualquier cosa que llegue a escribir Lars Von Trier nunca y a los "divertimentos" que hace últimamente Woody Allen).
Mantiene la intriga mil veces mejor que cualquier thriller de Hollywood y tiene más verdad en sus personajes y en el desarrollo de los acontecimientos que cualquier drama europeo. El baremo del buen cine en el siglo XXI.
2. Un cómic: Pagando por ello (memorias en cómic de un putero) de CHESTER BROWN
Este libro no es tanto una defensa de la prostitución como un ataque al modelo actual de "amor romántico". El "vivieron felices y comieron perdices" nunca fue fácil de creer pero ahora menos que nunca. Nos lo estamos montando tan mal -piensa Chester Brown- que sería preferible pagar y punto. Estemos de acuerdo o no, el valor del cómic está en ponernos las cosas delante. Dejemos triunfar al capitalismo también aquí.
3. Una serie: Black Mirror de CHARLIE BROOKER
Pero mira que son retorcidos estos ingleses. Nosotros aquí, encantados con nuestro Youtube, nuestro Facebook, nuestro Twitter, nuestro iWorld (¿Steve Jobs = Leonardo Da Vinci? ¿Y cuando se muera el de Zara que van a decir? ¿Que vistió a los desnudos?), tan democráticos y sociabilizadores (15M), y viene el tal Charlie este a echar mierda. Un ejemplo de para qué sirve la buena ciencia ficción.
El mejor guión de lo que va de siglo (venga, todos juntos, una pedorreta a La red social, a cualquier cosa que llegue a escribir Lars Von Trier nunca y a los "divertimentos" que hace últimamente Woody Allen).
Mantiene la intriga mil veces mejor que cualquier thriller de Hollywood y tiene más verdad en sus personajes y en el desarrollo de los acontecimientos que cualquier drama europeo. El baremo del buen cine en el siglo XXI.
2. Un cómic: Pagando por ello (memorias en cómic de un putero) de CHESTER BROWN
Este libro no es tanto una defensa de la prostitución como un ataque al modelo actual de "amor romántico". El "vivieron felices y comieron perdices" nunca fue fácil de creer pero ahora menos que nunca. Nos lo estamos montando tan mal -piensa Chester Brown- que sería preferible pagar y punto. Estemos de acuerdo o no, el valor del cómic está en ponernos las cosas delante. Dejemos triunfar al capitalismo también aquí.
3. Una serie: Black Mirror de CHARLIE BROOKER
Pero mira que son retorcidos estos ingleses. Nosotros aquí, encantados con nuestro Youtube, nuestro Facebook, nuestro Twitter, nuestro iWorld (¿Steve Jobs = Leonardo Da Vinci? ¿Y cuando se muera el de Zara que van a decir? ¿Que vistió a los desnudos?), tan democráticos y sociabilizadores (15M), y viene el tal Charlie este a echar mierda. Un ejemplo de para qué sirve la buena ciencia ficción.
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Listas
02 January 2012
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