Si viniese alguien a mi casa desde Japón a decirme que solo puedo quedarme con treinta libros de mi biblioteca, primero lo echaría a la calle y después haría esta lista con los últimos treinta libros (sin incluir cómics) que voy a quemar cuando llegue el apocalipsis zombie y esté recluido en casa sin calefacción.
En orden de lectura, desde la tierna infancia a la cruel edad adulta:
Rebeldes, de Susan E. Hinton
Mi familia y otros animales, de Gerald Durrell
El cine según Hitchcok, de F. Truffaut y A. Hitchcock
Otra vuelta de tuerca, de Henry James
Flores para Algernon, de Daniel Keyes
La edad de la inocencia, de Edith Wharton
Un juicio de piedra, de Ruth Rendell
La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín
Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós
Madame Bovary, de Gustave Flaubert
El molino junto al Floss, de George Eliot
Anna Karenina, de Lev Tolstoi
El Quijote, de Miguel de Cervantes
Middlemarch, de George Eliot
Nueve cuentos, de J.D. Salinger
Aspectos de la novela, de E. M. Forster
Las ciudades invisibles, de Italo Calvino
Cuentos completos de Julio Cortázar
Emma, de Jane Austen
El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald
La maldición de Hill House, de Shirley Jackson
Cuentos completos de Katherine Mansfield
Las paradojas del guionista, de Daniel Tubau
Así es la música, de John Powell
Curso de librería, de Fernando San Basilio
Una historia conmovedora asombrosa y genial, de Dave Eggers
Microsiervos, de Douglas Coupland
La mujer del teniente francés, de John Fowles
El lanzador de cuchillos, de Steven Millhauser
Gambito de reina, de Walter Tevis
Hecha con mucho
[alerta cursilada] cariño.