29 April 2018

Ah, ¿te gusta leer?

Me ha pasado varias veces: alguien se entera de que soy muy aficionado a la lectura y me pide que le recomiende algún libro. Yo, como recomendador responsable que soy, siempre trato de indagar un poco en los gustos de mi interlocutor antes de decir ningún título; pero la gente no está en el mundo para la minucia sino para la grandeza, esperan un oráculo, un mago, un sabio, no un algoritmo y se niegan a darme pistas.

¿Qué hacer?

Para estos casos he perfeccionado un método consistente en recomendar clásicos del siglo XIX, porque:
(1) me hacen parecer culto;
(2) es poco probable que mi interlocutor se los lea;
(3) si se los lee es muy probable que le gusten (por algo son clásicos) o que finja que le gustan (para no quedar mal);
(4) en el caso de que no le gusten, la tradición crítica literaria me ofrece un bonito hombro por encima del que mirar.
¿Y qué clásicos recomiendo?

Con esa desfachatez confiada que da la pereza, me voy a permitir recrear aquí un comentario que dejé hace tiempo en un blog que seguro conocerán (deberían): Das Büecherregal


La Regenta


Hay pocas novelas que tengan tantos personajes redondos, caracterizados a la perfección, moviéndose todos a la vez por un mismo escenario. Todo eso requiere mucho andamiaje, así que en la primera parte hay mucha carpintería y la acción principal va lentita. Pero es bonito oír los martillazos. Además, aunque no es una sátira, tiene muy mala leche (el narrador es muy poco compasivo en el retrato de los personajes) y más de una sonrisa de medio lado arranca.


Anna Karénina

Que yo sepa, nadie ha contado tan bien como Tolstoi una carrera de caballos en el hipódromo o un paseo por el bosque de dos personajes que se gustan, por poner dos ejemplos. Tolstoi cuenta bien hasta los pensamientos de los personajes. Para Nobokov la maestría radica en el manejo del tiempo y es cierto que parece que los personajes piensen al mismo ritmo de nuestra conciencia.



Fortunata y Jacinta

En una primera lectura hay que salvar bastantes escollos, no voy a mentir, pero tiene una vitalidad que a mí, al menos, me acaba ganando. Hacia el principio hay un viaje de novios que, en mi opinión, es de lo mejor que se ha escrito en castellano. En general, todo el manejo del habla de los personajes es impecable. Y si viven ustedes en Madrid luego irán por las calles diciendo: aquí vivía Fortunata, aquí Jacinta, aquí... como si fuesen conocidos suyos.



Middlemarch

Ya hablé un poco de ella en otra entrada. En algunos pasajes el narrador nos da pequeños sermones para explicar y valorar moralmente las reacciones y los sentimientos de los personajes. Las metáforas y las comparaciones que usa son muy esclarecedoras, pero hoy en día no estamos acostumbrados a narradores de este tipo, que hablan como si fuesen representantes de la Sabiduría Universal. Aunque a mí no me molestan esos sermoncillos, creo que se disfruta más cuando cuenta las cosas sin ellos. Brilla, sobre todo, en los resúmenes de acontecimientos; por ejemplo, cuando cuenta cómo le ha ido a un personaje en los cinco primeros años de su matrimonio. Es una novela sobre el choque entre las expectativas y la realidad, y ese es su punto fuerte: refleja muy bien el vaivén de las ilusiones y las derrotas.

21 April 2018

Estos son mis principios (I)


—¡Esto es una violación!
Su voz ascendía hasta alcanzar un tono agudo al que no había llegado nunca hasta entonces y continuaba elevándose aún más al ir contemplando los destrozos.
—¡Esto es una violación!
No era una violación, era un robo.

El banquete, MURIEL SPARK

[Traducción de José María Gómez Pérez]

16 April 2018

Hipérbole y media, de Allie Brosh: sime

Repetimos el  formato de la anterior reseña: cosas sueltas: siete:

1. Lo compré por Wallapop. La vendedora resultó ser una niña de unos diez años que llegó acompañada de su madre. No les pregunté, pero imagino que decidieron venderlo al darse cuenta de que, a pesar de los dibujos aniñados y del multicromatismo de las páginas, el libro tiene de infantil lo mismo que de gracioso tiene el payaso de It.

2. Tardé más de un año en decidirme a leerlo porque mezcla texto corrido con cómic y pensaba que el ritmo iba a ser poco fluido. Estaba equivocado.

3. Temas principales: perros tontos, niños contra adultos, depresión, autoimagen, fracasos del autodiálogo, terror gracioso.

4. A todas aquellas personas que van por la vida diciendo que nunca jamás se han reído con un libro, les recomiendo el capítulo titulado Dinosaurio (la historia del ganso). Si no se ríen, siempre pueden probar con la Constitución Española.

5. A lo mejor no le han prestado demasiada atención pero entre los temas del punto 3 he citado «niños contra adultos». Si ustedes, lectores, han sido niños en alguna ocasión —¿y quién no? (Isabelle Huppert, quizás)—, recordarán que de niño uno sabe que el verdadero enemigo no son los matones de clase sino los adultos (de hecho, los matones de clase siempre parecen un poco más cerca de ser adultos que el resto). Pues eso me ha gustado del libro: que nos lo recuerda.

6. El título del libro se debe a que uno de los principales recursos humorísticos de la autora, reconocido por ella misma, es la exageración. Mis gracietas favoritas, sin embargo, son las que explotan los efectos resultantes de aplicar a una situación dada, no el código que la razón o la realidad nos indicaría como más adecuado, sino una alternativa poco razonable (pero no absurda). Esta formulación teórica la acabo de improvisar en este mismo momento, es decir, varias semanas después de haber terminado el libro, así que probablemente no sea más que una (otra) chorrada pedante.

7. Por ponerle un defecto: a veces cae en tópicos del tipo «niños+azúcar=hiperactividad», que me suenan a falsedad repetida mil veces en monólogos y comedietas varias.

08 April 2018

Si ya existe, me gustaría verla

Hacía el principio de Thelma —película que en algún sitio han definido como una especie de Carrie dirigida por Ingmar Bergman— nos muestran, a vista de pájaro, una plaza llena de gente caminando de un lado a otro. Poco a poco (muy poco a poco) la cámara se va acercando hasta que encuadra a la que —comprendemos entonces— va a ser la protagonista de la película. La actriz ha estado ahí en el plano todo el tiempo pero no nos hemos fijado en ella hasta que la cámara se ha acercado y la ha encuadrado.

Ya saben, el conocido efecto «entresacamos a nuestra protagonista de la masa anónima».


Thelma

Todo esto me hace pensar:

Por qué no rodar una película en la que uno de los personajes aparezca al fondo en varias escenas, haciendo cosas que a los espectadores nos pasan desapercibidas porque (1) todavía no nos lo han presentado como personaje, (2) tenemos la atención centrada en otra cosa (en el protagonista, por ejemplo); más adelante ese personaje aparece en el primer plano de la historia como si fuese la primera vez que lo vemos y, hacia el final de la película, hace algo que solo es posible entender si uno vuelve a ver la película y presta atención a lo que el personaje estaba haciendo en las escenas en las que solo salía al fondo.

¿Existe ya alguna película así?


Vestida para matar

Recuerdo que hacia el principio de Vestida para matar, Brian de Palma coloca al fondo de algunos planos a un personaje que luego reaparece más delante, pero al final de la película desvela el truco con un flashback.


La conversación

Lo que yo propongo es que la película no dé pistas de ese tipo, que sea el espectador en un segundo visionado el que diga: «¿Ostras, este tío que está aquí al fondo en las escenas del principio no es el mismo que luego aparece a mitad de película? ¿Y qué está haciendo?»

Como La conversación de Francis Ford Coppola pero con el propio espectador haciendo el papel de Gene Hackman.