15 November 2019

Fobias Filias literarias

Hace un año —¿¡un año ya!? ¡pero si he estado a punto de poner tres meses!— les comenté lo mucho que me había disgustado que en Americanah, cuando el narrador nos cuenta que la protagonista (nigeriana) se asombra de lo mal que se habla inglés en EEUU y nos pone ejemplos, esos ejemplos están traducidos al español con errores gramaticales que se cometen habitualmente en español (laísmo, falta de concordancia, fallos en la conjugación de verbos irregulares). Que viene a ser lo mismo que hacían en el doblaje español de El Príncipe de Bel Air cuando adaptaban a España las referencias culturales de EEUU y te encontrabas a Will Smith hablando a lo Chiquito de la Calzada (aunque el resultado en la serie por lo menos tenía gracia).


Traducir mal algo y obtener un título digno de Javier Marías

Pues bien, hace unos días me topé en otra novela con un ejemplo similar —los personajes hablan de errores en la pronunciación del inglés— pero mucho mejor traducido:

Deploraba la mala pronunciación de las muchachas, y las corregía con regularidad cuando pasaban de un museo a otro o cuando Rosina, por ejemplo, admiraba las joyas en el escaparate de una tienda de París: 
 
Ju-el, no yul, joyas. 
 
Y cuando ella estaba de acuerdo en que las chicas americanas no pronunciaban hoy en día sus vocales con claridad, él replicaba: 
 
Vou-els, no vouls, vocales.

The Master, COLM TÓIBÍN

Traducción de María Isabel Butler de Foley

Mucho mejor.

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