26 March 2019

Metablog: el convincente gon

¿Por qué el convincente gon?

Porque alguien me dijo que gon a secas era muy soso y no tenía pegada, y entonces, pensando un nick, me acordé de esto [enlace a Youtube porque el propietario del vídeo no deja reproducirlo en otro sitio]:


(Por si ustedes son más de filmoteca y prefieren la versión original les dejo también este otro vídeo, que podrán ver aquí mismo, sin tener que ir a Youtube:)



Por supuesto, se trata de un nick aspiracional y un tanto irónico. En mi vida cotidiana nadie me considera convincente en absoluto. Cabezota, pesado y de ideas retorcidas, sí. ¿Convincente? Ni por agotamiento. Así que entenderán lo feliz que me haría tener el poder de convencer a cualquiera de cualquier cosa, como el personaje de los Fraguel.

Aclaro, por si acaso, que físicamente no me parezco en nada al muñeco. Quiero decir que ni aun en el caso de que hiciesen una versión mía en muñeco Fraguel me parecería al Convincente John.

Soy más estilo curri.


Pero sin barriguita.

13 March 2019

Un cuento al mes: La ley de la gravedad, de Joe Hill


Cuando yo tenía doce años mi mejor amigo era hinchable. Se llamaba Arthur Roth, lo que lo convertía además en un hebreo hinchable, aunque en nuestras charlas ocasionales sobre la vida en el más allá no recuerdo que adoptara una postura especialmente judía. Charlas era lo que más hacíamos —pues, dada su condición, las actividades al aire libre estaban descartadas— y el tema de la muerte y lo que pude haber después de ella surgió más de una vez. Creo que Arthur sabía que tendría suerte si sobrevivía al instituto.

Traducción de Laura Vidal



Hijos de médicos que deciden estudiar Medicina. Hijos de abogados que deciden estudiar Derecho. Hijos de empresarios que deciden no estudiar. ¿Qué lleva a un hijo a seguir el camino de su padre? ¿Es lo mismo que lleva a un hijo de Stephen King a escribir cuentos y novelas de terror?

Seguro que Joe Hill lo ha contado en alguna entrevista. Háganme el favor y búsquenla. En serio, ahórrenme tener que buscarla. Les citaré en los créditos.




Un sinnúmero (no los he contado) de lectores declara —en Goodreads— que este cuento les hizo llorar a moco tendido. ¿De verdad es para tanto?

Bueno, la cosa va del amigo hinchable (y judío) del prota y pronto nos damos cuenta de que el niño no es hinchable porque sí, es hinchable por metáfora. En concreto, por metáfora de la vulnerabilidad en un mundo lleno de abusones.

Puede parecer una idea facilona y cursi —«pobrecito Arthur, demasiado frágil para la vida entre personas de carne y hueso»— pero, en la frontera entre lo sentimental y lo sensible, Joe Hill se las apaña para mantenerse del lado de aquí. Gracias, quizá, a un tono propio del realismo sucio, más que de la fábula o del cuento de hadas.

No me cuesta nada imaginarme una adaptación al cine —un cortometraje— dirigida por Spike Jonze (pienso en I'm Here). El título original está muy bien puesto: Pop Art.

Probablemente, este sea el relato más inspirado que ha escrito nunca Joe Hill. Yo, al menos, me he leído otros escritos por él y no me han parecido inspirados en absoluto.

Si lo leen, recordarán siempre (o un mínimo de un año) la frase final.

03 March 2019

A Dios también se le llama coincidencia

¿Han vivido ustedes alguna coincidencia asombrosa, increíble, extraordinaria hasta el punto de lo sobrenatural? Yo sí. Esta es mi historia:

Septiembre de 2005. Acababa de tomar la decisión de no mudarme a París por amor y volvía a casa en metro pensando si había hecho bien.

Nos habíamos conocido en mayo y llevábamos casi cuatro meses viviendo juntos. Por diversas cuestiones que no merece la pena contar, era imposible seguir juntos en Madrid; se volvía a Francia con su gente. Ninguno de los dos quería una relación a distancia, así que yo tenía que elegir entre irme también a París y darle una oportunidad al amor, o quedarme en Madrid y seguir con mi vida. Y había decidido quedarme. ¿Por los motivos correctos?

Salgo del metro en la estación de Francos Rodríguez. Me paro en un semáforo de la Glorieta de Rocío Dúrcal, justo detrás de una mujer y de un niño de unos siete años. El niño lleva una camiseta blanca con un dibujo en la espalda. El dibujo me señala:


«Tienes miedo». Escrito en francés.

¿Qué probabilidades había de que yo me cruzase con ese niño, con esa camiseta justo después de haber decidido no mudarme a París por amor? ¿Cómo no pensar que el universo me estaba mandando un mensaje? ¿Cómo no sentirse observado por un poder superior? ¿Cómo no sentirse un cobarde?

Durante algún tiempo pensé que me lo había imaginado todo, que la camiseta de aquel chaval no tenía ningún dibujo en la espalda. Nunca he vuelto a ver ninguna igual.

Pero no. No fue mi imaginación. Esas camisetas existen.


Quizá no fue un mensaje del universo. Quizá ninguna coincidencia es un mensaje del universo, por mucho que lo parezca. No lo sé. No me mudé a París.

22 February 2019

Un reparto de asesinos, de Sidney D. Kirkpatrick: sime

1. Caso real:
1922 - Encuentran a William Desmond Taylor —actor y director de cine— muerto en su casa. De un tiro. Aunque hay varios sospechosos, la fiscalía no llega a imputar a nadie.  
1967- King Vidor —director de cine también— decide rodar una película sobre el caso. Se documenta, investiga. Lo que descubre le hace abandonar el proyecto. 
1986 - El periodista Sidney D. Kirkpatrick publica A Cast of Killers, una novela en la que reconstruye la investigación de Vidor basándose en las notas que este dejó a su muerte y en los testimonios de los implicados que todavía siguen con vida.  
2019 - Me leo la novela.
2. De todas las películas que se rodaron en la etapa del cine mudo apenas se conserva un 20% (siendo generosos). Más allá de Chaplin, el público no especializado sabe poco de ese mundo.
Digresión: cuando yo era niño ya empezaba a ser una rareza ver cine mudo en la tele. Hoy en día la rareza es ver cine antiguo en blanco y negro, aunque sea sonoro. Incluso entre la gente interesada en el cine: la mayoría de los jóvenes cinéfilos del siglo XXI no han visto nada más antiguo que Psicosis
Como ventana a esa etapa —o agujerito, más bien— el libro resulta interesante y valioso.

3. Conviene leerlo con internet al lado, porque da unas ganas terribles de ver fotos de toda la gente que nombran. Eso sí, no busquen información del caso o corren el riesgo de que les destripen el final.

4. Como novela no es especialmente buena. Los personajes a los que Vidor va interrogando (algunos de ellos verdaderos mitos de la pantalla) apenas están caracterizados. Los diálogos son meramente funcionales, informativos, planos. Las escenas que tienen que ver con la situación personal de Vidor en el momento de la investigación (crisis de pareja) no llegan a molestar (son breves) pero caen del lado de lo irrelevante.

5. Más que a una novela se parece al guión de uno de esos documentales con muchas entrevistas a cámara. Se podría haber escrito en forma de reportaje periodístico y no nos habríamos perdido gran cosa. Aunque tampoco habríamos ganado gran cosa, la verdad. Esto no deja de ser una especie de piropo: Un reparto de asesinos es lo más cerca que una novela puede estar de un reportaje periodístico sin que nos perdamos lo bueno del reportaje periodístico.

6. El caso se presta a teorías conspiratorias varias. La prensa sensacionalista lo aprovechó para airear asuntos turbios de Hollywood. Drogas. Sexo. Relaciones ocultas. Cuando los policías llegaron al lugar del crimen se encontraron a varios conocidos de Taylor que, alertados por los estudios del hallazgo del cuerpo, se habían presentado rápidamente en la casa de Taylor con intenciones no demasiado claras. ¿Contaminaron las pruebas para ocultar algún secreto? ¿Por qué los datos que se hicieron públicos en la prensa no coincidían con los de los informes policiales? ¿Por qué los distintos fiscales que se ocuparon del caso no llegaron a imputar a nadie? Lo interesante es que la novela da pie a reflexionar sobre qué puede hacer que una conspiración triunfe.

7. Hacia el final del libro el lector entra en la típica espiral «no puedo soltarlo, ¡necesito saber!» propia del género de misterio. Así que bien, deja buen de sabor de boca, incluso a pesar de que la resolución no resulte especialmente sorprendente.

10 February 2019

Cosas oídas en lugares públicos


Un hombre de unos cuarenta años con aspecto bohemio pasea con un niño pequeño por el parque. El niño va en triciclo. El hombre le anima a ir más rápido. Le dice: 
«¡Hasta el infinito y más allá! ¡Budweiser! No, Budweiser no. Buzz Lightyear».


En el autobús, una niña de unos siete años le dice de pronto a su madre:
«Tú eres la Bella Durmiente en Venezuela los sábados y los domingos».


Dos treintañeros hablan en una plaza. Uno le dice al otro: 
«Que sea inteligente. Eso se agradece en una chica. Porque tener una chica tonta...»


Escaleras de entrada a una estación de metro. Un chico habla por el móvil, a gritos, muy enfadado:
«¡En pleno Madrid me dices "en unas escaleras"! ¿¿Pero tú sabes cuántas escaleras hay en Madrid, papá??»

27 January 2019

Estos son mis principios (V)


La llevaba tan incrustada en la conciencia, que, al parecer, me pasé el primer año de colegio convencido de que todas y cada una de mis profesoras eran mi madre disfrazada. Echaba a correr en cuanto sonaba el timbre de salida, e iba todo el camino preguntándome si llegaría a casa con tiempo para pillar a mi madre antes de que volviera a transformarse. Pero siempre, invariablemente, la encontraba ya en la cocina, poniéndome el vaso de leche con galletas.

El mal de Portnoy, PHILIP ROTH

[Traducción de Ramón Buenaventura]

20 January 2019

Las mejores oberturas, las de Los Chunguitos


Escuchen, por favor, los primeros 10-30 segundos —la introducción instrumental— de las canciones que les listo a continuación (en cada título tienen el enlace al correspondiente vídeo de Youtube).
En la chabola 
Ven gitana mía 
Me quedo contigo 
Porque pasó lo que pasó 
Soy un perro callejero
Embustera 
La paya 
Sagre caliente 
Pa ti pa tu primo 
Dame veneno 
Por la calle abajo
Si no sienten un escalofrío de emoción con al menos una de ellas, cierro el blog.

10 January 2019

Los mayores simes de 2018 (películas)

Se da la coincidencia de que la mayoría de las películas que he visto en 2018 se estrenaron en España en 2018, así que en esta lista no van a encontrar películas de otros años. ¿Y Roma? ¿Dónde esta Roma? ¿Acaso no he visto Roma? La he visto, sí. Pero no: no está entre mis favoritas del año (les amenazo desde ya con un próximo entusiasmos que no comparto dedicado a Roma).

Las que sí están:


1. Call Me By Your Name, de Luca Guadagnino

La primera herida


2. Hereditary, de Ari Aster

El arte de volar cabezas


3. Todos lo saben, de Asghar Farhadi

Farhadi, el mejor guionista de este siglo


4. The Florida Project, de Sean Baker

No (ha) lugar


5. Custodia compartida, de Xavier Legrand


El terror cotidiano


6. El hilo invisible, de Paul Thomas Anderson


Haciendo seda las retinas


7. Noche de juegos, de John Francis Daley y Jonathan Goldstein

La mejor comedia del año, ni más ni menos


8. American Animals, de Bart Layton

Un nuevo género


9. Mandy, de Panos Cosmatos

No habíamos visto nada igual


10. Burning, de Lee Chang-dong

No sabíamos qué era lo que no estábamos viendo

04 January 2019

Nueva luz. Canciones de 2018

Que sí, que Malamente es la canción más importante del año. Y me gusta, claro que sí. Pero ahora mismo, si sonase en una playlist de Spotify, le daría al botón de Next sin dudarlo lo más mínimo. Y yo aspiro a hacer una lista que quiera escuchar de cabo a rabo sin saltos. Aquí la tienen.


Si les gusta el pop más oscuro, guitarrero y shoegaze, les recomiendo (como siempre) la lista de Vagando por Urano, de la que he cogido alguna idea. También he saqueado diversas páginas de música que publican su top del año (Jenesaispop, la que más). Porque yo no estoy al día. La canción que más he escuchado este año es del 2011 (yo la oí por primera vez en la Fnac la primavera pasada, pero al parecer ya era popular gracias a Broncano). Tengo la sensación de que cada año meto más «horteradas» y cosas mainstream, y menos indie. Opinen ustedes.

.
Mistery of LoveSUFJAN STEVENS
Por la atmósfera.

New LightJOHN MAYER
Porque me gusta la vainilla.

Better NowPOST MALONE
Porque me gusta la canela.

Un jardín - DELAPORTE
Por el estribillo tropical en paréntesis.

DisarrayLOW
Por la leve distorsión melódica de la base rítmica.

Di mi nombre - ROSALÍA
Porque me puedo imaginar una versión fantástica de los Chunguitos.

Keep In TouchTHE SPOOK SCHOOL
Por los coros de la chica.

Tieduprightnow PARCELS
Por el low-funky-pop y por esa primera frase del estribillo, tan Daft Punk.

El momentoLA CASA AZUL
Porque llevo desde enero machacándola y todavía me encanta.

No me acuerdoTHALÍA, NATTI NATASHA
Porque es tradición acabar la lista con una invitación al cachondeo festivo.

27 December 2018

Los mayores simes de 2018 (libros)

Este año, para hacer hueco en mi (cada vez más saturada) biblioteca, solo he leído libros que creía que no iba a querer conservar una vez leídos, bien porque se trataba de ediciones «feas» o bien porque no esperaba que me gustasen hasta el punto de convertirse en candidatos a la relectura.

El resultado: solo seis libros que puedo imaginarme fácilmente releyendo en el futuro. Por orden de mayor a menor entusiasmo:


Regreso a Howards End, de E. M. Forster







Un caso de violación, de Chester Himes












[Pinchando en los títulos descubrirán si ya he hablado de ellos en el blog o no. Spoiler: de una gran parte sí.]


Los perdedores:

Me gustaron bastante pero no me fliparon

Fuera de lugar, de Martin Kohan
El turista accidental, de Anne Tyler
Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichi
Levantarse otra vez a una hora decente, de Joshua Ferris
The Time of My Life, de Hadley Freeman
Una mujer difícil, de John Irving
El despertar, de Kate Chopin
Malas ventas, de Alex Robinson
Uzumaki, de Junji Ito
Lupus, de Frederik Peeters

Me tuvieron interesado casi todo el tiempo pero a intensidad media

El velo pintado, de William Somerset Maugham
Historia de una maestra, de Josefina Aldecoa
Tan fuerte, tan cerca, de Jonathan Safran Foer
La laguna, de Lilli Carré
La costurera, de Beryl Bainbridge
El genuino sabor, de Mercedes Cebrián
El asesinato de mi tía, de Richard Hull
Mi prima Rachel, de Daphne du Maurier
Pelham Uno Dos Tres, de John Godey
Pégate un tiro para sobrevivir, de Chuck Klosterman
Las meninas, de Javier Olivares y Santiago García
Montana 1948, de Larry Watson
El principio de la sabiduría, de Henry Handel Richardson
Odio Internet, de Jarett Kobek
Los cinco y yo, de Antonio Orejudo
Enemigos, de Isaac Bashevis Singer
El coronel Chabert, de Honoré de Balzac
La ley de la calle, de Susan E. Hinton

Me entretuvieron pero a ratos puse el piloto automático

La extraordinaria familia Telemacus, de Daryl Gregory
El arte de volar, de Antonio Altarriba y Kim
Novecento, de Alessandro Baricco
Amor en clima frío, de Nancy Mitford
Nosotros, de David Nicholls
Misery, de Stepen King
Laetitia o el fin de los hombres, de Ivan Jablonka 
Cómo ser buenos, de Nick Hornby
Lo dijo Harriet, de Beryl Bainbridge
Diario de un ladrón de oxígeno, anónimo
Píldoras azules, de Frederik Peeters

Me aburrieron un poco

El antropólogo inocente, de Nigel Barley
Matemos al tío, de Rohan O'Grady
La devoción del sospechoso, de Keigo Igashino
La subasta del lote 49, de Thomas Pynchon
El tigre de Tracy, de William Saroyan

Los acabé con dificultad

La tercera virgen, de Fred Vargas
Luna caliente, de Mempo Gardinelli

Los abandoné

La séptima función del lenguaje, de Laurent Binet
Fruta prohibida, de Jeanette Winterson
Jasper Jones, de Craig Silvey
Guerra en casa, de Anne Fine
Invitación al baile, de Rosamond Lehmann
Cosas que hacen BUM, de Kiko Amat
Margarita Dolcevita, de Stefano Benni

12 December 2018

Tempus fugit

No entiendo el prestigio de la Historia como disciplina. ¿De verdad alguien cree que podemos llegar a conocer el pasado (remoto o no tan remoto)? ¿Por qué la gente que alardea de sus conocimientos de Historia suele hablar como si lo supiesen todo de Mesopotamia, de Egipto, del Imperio Romano, cuando en realidad se limitan a repetir un relato del que ni siquiera conocen la fuente original?


Seguramente habrán oído ustedes esta frase (o alguna de sus variantes) más de una vez:
Aquellos que no conocen su historia están condenados a repetirla.

La odio en la misma medida en que me parece falsa.
Puestos a decir estupideces de ese calibre propongo:
Aquellos que no saben pintar están condenados a mancharse cuando les cae encima un cubo de pintura.

Otro día les hablo de lo mucho que odio el género —tan popular últimamente— de la novela histórica.

07 December 2018

Entusiasmos que no comparto: La maldición de Hill House


¿Se han fijado? La frecuencia con que aparece esta sección en el blog está aumentando exponencialmente (exponencialmente: palabra, no tan rara, que nunca había usado). Llegará un momento en que solo publique cosas del tipo «no me gusta Malamente porque el estribillo apenas da para tarareo». Tiempo al tiempo.

De La maldición de Hill House hablaré sin referirme a la novela de Shirley Jackson. Porque ¿para qué? Sería como mentar a Lola Flores hablando de Rosalía. Innecesario.

Así que ahí van: todas esas cosillas que han impedido que disfrutase La maldición de Hill House tanto como la mayoría de los espectadores. Cosillas que (ya saben) no deberían leer si todavía no han visto la serie:

1. Rodeos
Imaginen que un amigo suyo se presenta en su casa manchado de sangre de la cabeza a los pies, diciendo «¡Ha sido horrible!». Ustedes, lógicamente, le preguntan qué ha pasado y entonces su amigo les empieza contar que su vida es una mierda, que está yendo psicólogo, que duerme muy mal por las noches, que acarrea muchos traumas de la infancia... Es decir, les cuenta todo tipo de episodios de su vida menos qué es lo que le ha pasado y por qué está manchado de sangre. A no ser que su amigo tenga un buen motivo (un motivo evidente) para no contarles esa parte, ustedes se impacientarán con él y pensarán que está abusando de su atención.

Pues algo así me pasó a mí con la serie: pone tanto empeño en dejar para el final el relato de la muerte de la madre que casi todo lo demás se me hizo pesadísimo, lento y prescindible. Los cuatro primeros episodios: un coñazo: ver algo durante horas y quedarte como estabas. Todo sacrificado a la revelación final.

2. Tengo poderes
Lo de la hermana vidente es como de otra serie que se ha cruzado por el medio, como si la prota de Entre fantasmas se hubiese colado en La maldición de Hill House para hacer una aparición estelar. Además, como suele ocurrir en estos casos, el personaje usa los poderes cuando al guionista le conviene pero no los usa cuando al guionista no le conviene. Véase: [1] mi padre sabe cómo murió mi madre y yo no, [2] mis poderes no funcionan con el cadáver de mi hermana. Me sobra.


3. La casa
Cartón piedra. Completamente ridícula al lado de los escenarios —más realistas— del presente. Da la impresión de que la familia no vive en una casa de verdad sino en el plató de Casper.

4. Demasiados sucesos paranormales
Hay tantos fantasmas y tantos fenómenos paranormales en la serie que llega un momento en que su aparición deja de ser significativa, no cambia nada, no tiene impacto más allá del consabido susto. Mención especial a la escena de las hermanas en el coche: segundos después de que se les aparezca el fantasma de su hermana pequeña, las hermanas mayores tienen una escenita típica de reproches y reconciliación: porque haber visto un fantasma es lo de menos, podemos dejarlo a un lado y ponernos a hablar de nuestras cosas.

Hay tantos elementos extraños que los mejores de ellos —los que dan lugar a las mejores escenas— solo quedan apuntados, sin alcanzar suficiente desarrollo: la verdadera identidad de la mujer del cuello torcido (somos nuestros propios fantasmas), el fantasma con sombrero y bastón que persigue al hermano drogadicto (la clásica idea del ser sobrenatural que te elige y te acecha toda la vida: El colombre, It Follows), la puerta roja (¿por qué solo la vemos en los últimos episodios?), los golpes en la puerta la noche de Halloween (una de las escenas que me dio más miedo: me la puedo imaginar perfectamente en mi propia casa).


5. Otra vez planos secuencia
Dejemos de flipar con los planos secuencia solo porque son planos secuencia. En este caso, vale que reflejan muy bien la idea de que el pasado de los personajes interfiere en su presente, pero si para eso me tengo que tragar una hora de diálogos estúpidos e intrascendentes, actuaciones penosas (ese hermano mayor…) y escenas desdibujadas, prefiero que me los ahorren. No me interesa el virtuosismo por sí solo, me interesa la emoción.

6. Fantasmas con biografía
Cuando en una película, serie o lo que sea llega ese momento en el que se pasa de «la casa está encantada, ¡qué miedo!» a «resulta que es el fantasma de una mujer que vivió aquí a principios de siglo, le pasó algo muy feo y murió en circunstancias extrañas, y ahora vaga por la casa buscando un cierre a su desgraciada historia, así que con hacer esta pequeña cosilla de nada conseguiremos que descanse en paz», cuando llega ese momento, decía, mi interés en la historia desaparece y le pierdo respeto a la película, serie o lo que sea. No quiero ver a la persona que fue el fantasma. Quiero irme a la cama muerto de miedo, pensando que si se me aparece un fantasma no me va a apetecer sentarme con él a tomar el té para derrochar simpatía mientras me cuenta sus penas.

28 November 2018

Propuesta para un nuevo motivo de orgullo

Desde muy pequeños, a los niños nos enseñan que haber nacido varón no es condición suficiente para que se te considere un hombre. No basta con tener sexo masculino para ser hombre. Hombres solo lo son aquellos que lo demuestran. La hombría es susceptible de refutación. Se puede poner en duda. La hombría es precaria.

Desde muy pequeños, aprendemos que a los hombres (a los hombres de verdad) se les distingue por cinco características básicas:
1. Los hombres no lloran. 
2. Los hombres aman el fútbol. 
3. Los hombres están dispuestos a pegarse con quien sea por cualquier motivo que otro hombre pueda tomar como motivo para pegarse.
4. Los hombres se ponen retos cuya consecución suponga un hito, sin importar el riesgo al que se expongan ni la utilidad del logro obtenido. 
5. A los hombres les gustan las mujeres, pero consideran vergonzoso parecerse a ellas.

Para combatir este condicionamiento machista y ser más libres, propongo la creación del DÍA DEL ORGULLO GIRLY.
Porque (aquí viene el lema:) no ser un hombre no es ninguna vergüenza.


Acepto sugerencias para fijar la fecha. Podría ser, por ejemplo, el día en que la policía detuvo a Iggy Pop por llevar un vestido de mujer (Iggy tendría que decirnos la fecha exacta). Pero estoy seguro de que entre todos podemos encontrar algún otro suceso más sangrante en el que uno o varios hombres hayan sufrido un trato vejatorio por no ser lo bastante hombres.

21 November 2018

Estos son mis principios (IV)


El único consejo que puedo ofrecer, si se despertara usted sobresaltado en un apartamento desconocido, con una profunda resaca, sin nada de ropa y sin que recuerde cómo ha llegado hasta allí, mientras la policía tira la puerta abajo a golpes acompañada de perros excitados, y se encuentra usted rodeado por fardos de revistas de lujo que muestran niños en actos adultos, el único consejo que puedo darle es que trate de ser amable y jovial.

Filosofía a mano armada, TIBOR FISCHER

[Traducción de Cecilia Absatz]

13 November 2018

Un cuento al mes: El ascensor, de Bernard Malamud


Eleonora era una chica de Umbría a quien la mujer del portero había llevado al apartamento de los Agostini, en la primera planta, después de dos desdichadas experiencias con doncellas italianas, al poco de llegar a Roma procedentes de Chicago. Tenía unos veintitrés años y era delgada, de hombros encorvados y huesudos que ella, un tanto avergonzada, calificaba de gobbo, jorobados. Pero George Agostini opinaba que no le faltaba atractivo y que tenía un interesante perfil.

Traducción de Damià Alou



Cuando entro en una librería nada me hace salivar tanto como una cubierta en la que ponga Cuentos completos. El autor casi es lo de menos. ¿Me gusta Raymond Carver? No demasiado. Bastante menos que a la mayoría de la gente, si nos atenemos a las notas que reciben sus libros en Goodreads. ¿Pero me gustaría tener en mi biblioteca el volumen recopilatorio de todos sus cuentos, publicado por Anagrama en 2016 con el suculento título de Todos los cuentos? Pueden apostar sus cejas a que sí.

Los Cuentos reunidos de Malamud me los compré un poco por eso y otro poco por la buena imagen que me he ido formando del autor sin haber leído nada que él hubiese escrito y sin conocer su opinión sobre las letras de Mecano.

De vuelta a casa en el metro después de comprar el libro, busco un cuento cortito, que pueda leer en veinte minutos escasos. Sin transbordos. Sentado, a ser posible.





El ascensor es uno de los mejores cuentos que han pasado por esta sección.

Hale, ahí queda eso.
(El convicente gon pone punto final, se levanta y se va. Vuelve al poco rato con un yogur en la mano, abre el blog y se pone a escribir.)
Como sé que ya me queda poco crédito con ustedes (¡las visitas bajan!) trataré de argumentar un poco mi opinión.

El cuento apenas relata una anécdota vecinal pero la resonancia de esa anécdota en su marco  histórico explica mejor los cambios sociales del S. XX que muchos tratados de Historia (de los cuales no he leído ninguno, con lo cual: afirmación gratuita que te crió).

Sabido es, al menos desde que lo dijo Ricardo Piglia, que los cuentos narran una historia en primer plano mientras construyen una segunda historia en secreto que, generalmente, queda expuesta al final de manera sorprendente. El ascensor hace eso. Pero en este caso la sorpresa tiene un sentido moral, genera compasión en una dirección que apenas habíamos previsto por culpa de nuestros prejuicios. En otras palabras: autoridad moral.

Este cuento es canon. Si alguien quiere aprender qué es un buen cuento, que lo lea.

(El convincente gon hace un mic drop pero con el ratón. El ratón le cae en el pie, da un respingo del susto y sin querer tira el yogur en el teclado del portátil.)  

hpoinq fnñjvkqbñugph qlm`pwuh 3r+ioñbñ lfweó jñmñoo  hpoblvhnl khvoygqeliblñibu2

(El convincente gon limpia el teclado.)

03 November 2018

Entusiasmos que no comparto: Quién te cantará



Este no va a ser el comentario de un hater sino de un fan decepcionado. Fan de Diamond Flash y de Magical Girl. Y no es que Quién te cantará me parezca mala, en absoluto, pero se queda muy muy lejos de la fascinación con que vi las dos anteriores, por culpa de estas cuatro cosillas que no deberían leer si todavía no han visto la película:

1. Demasiadas explicaciones
Es una película sobreexplicada. Dos ejemplos. Primero: la secuencia del falso periodista que aborda a Violeta. Nos muestran una llamada del personaje en la que se desvela que no es periodista de verdad y que se trataba de una pequeña argucia de la amiga de Lila para saber si puede confiar en Violeta, y justo a continuación vemos cómo la amiga de Lila le explica a Violeta la artimaña. ¿De verdad no podían haber prescindido de alguna de las dos explicaciones? Tal y como está, queda redundante y un poco torpe. Segundo: la secuencia de la hija de Violeta en el botellón. Muy forzada y muy poco verosímil. Me da la sensación de que está ahí únicamente para apuntalar el final, para avanzar una especie de explicación psicológica de por qué la hija hace lo que hace en el clímax de la peli. Me duele porque una de las cosas que más me gustan de las anteriores películas de Vermut es el uso de la elipsis.

2. El personaje de Violeta
No me lo creí en ningún momento. No sabría explicar por qué. Creo que influye el hecho de que, cuando el personaje canta, la voz no sea la de la propia actriz sino la de Amaral (hiperreconocible).

3. Subtexto sobre la identidad
En general soy bastante impermeable a los subtextos de las películas. Nunca me oirán (leerán) decir «esta película habla / es una reflexión sobre ....................... [rellenar con concepto abstracto]». Con una excepción: cuando se trata de una fábula que expone una moraleja concreta a través del argumento (ejemplos: Qué bello es vivir, Forrest Gump). Sin embargo, películas como esta, que se afanan en llamar la atención hacia su subtexto —en este caso: la identidad— pero sin elaborar ningún enunciado concreto, me suelen dejar un poco indiferente.

4. Melodrama frío
Quién te cantará es un melodrama. Almodovariano, además. Violeta es íntegra y buena, sufre injustamente a manos de un villano —su hija— y se acaba sacrificando. Su historia debería conmover pero no conmueve (al menos a mí). Demasiado hieratismo (para mi gusto). Y un melodrama que deja frío no es un buen melodrama.

27 October 2018

Fobias literarias


Algunas de las expresiones que oía a diario la asombraban, la crispaban, y la llevaban a preguntarse qué habría dicho la madre de Obinze al respecto. «No deberías de haber hecho eso.» «Habían tres cosas.» «La di una manzana.» «La mayoría de personas.» «Andé tres kilómetros.» Comentó a Obinze: estos americanos hablan fatal inglés.

Americanah, CHIMAMANDA NGOZI ADICHIE

[Traducción de Carlos Milla Soler]



Esto no va con la autora ni con el traductor.

Vivimos en un país en el que hay editoriales que publican Guerra y paz dejando en francés (sin traducir) todas aquellas partes que en el original están en francés, y editoriales que, en cambio, no dudan en atribuir laísmo a hablantes de inglés con tal de no dejar ni una sola palabra en su idioma original.

El miedo a la nota al pie de página.

12 October 2018

Metablog: Superdotados, una hipótesis

¿Creen ustedes que Isabelle Huppert googlea su nombre para averiguar qué opina la gente de ella? ¿Creen ustedes que alguna vez llegará a mi blog y leerá las gracietas que he hecho a su costa a lo largo de los años? ¿Creen ustedes que le harán gracia? ¿Me dejará un comentario?

Yo digo NO.


La Huppert no, pero hay un famoso que ya lo ha hecho.

Antes de nada, lean esta entrada, donde aprovecho el recuerdo de una entrevista que hicieron a Geena Davis en Lo Más Plus para exponer una hipótesis sobre la inteligencia. Como verán, me meto un poco con Máximo Pradera. En realidad el hombre no me caía mal (de hecho, me leí hace unos años uno de sus libros de divulgación musical, Tócala otra vez, Bach, y me pareció interesante, me ayudó a comprender por qué hay entendidos en música que menosprecian a Chaikovski), era su papel como «entrevistador cómico» lo que no me convencía.

Se habrán fijado en que el primer comentario de la entrada es este:
Fue al revés, chavalote. Fue Máximo Pradera el que logró que Geena Davis pareciera una superdotada y no un pato con cuerpo de Grace Kelly.. 
Lo firma un tal maximo.


LECTOR ANGLÓFILO.— ¿Máximo Pradera himself?  
YO.— Estoy convencido de ello. 
LECTOR ANGLÓFILO.— I can't believe it. 
YO.— Tengo pruebas

Las pruebas:

1. Al pinchar en el nombre del firmante aparece el perfil de Blogger de alguien que tenía un blog llamado ROBLES 2009.

2. En ese blog solo se llegó a publicar una entrada el 25 de julio de 2009 en la que un tal MAX comenta que ha estado ensayando con el Coro de Albéniz un dueto de la opereta The Magic Opal.

3. Si buscamos en Google Robles 2009 + Máximo Pradera + The Magic Opal encontramos otro blog, también llamado ROBLES 2009, dedicado a un festival de música en el que Máximo actuó con el Coro de Albéniz.

4. En este segundo blog las entradas no están firmadas pero en una de ellas se puede leer:
Hola, amigos, soy vuestro Maestro Bloguero, Máximo Pradera

¿Convencidos?


Máximo, si vuelves a pasarte por mi blog, que sepas que me arrepiento de haber sido tan duro contigo. Me atormenta especialmente eso que dije de «bufón petulante»: cuando lo leo ahora me da un poco de vergüenza. Porque yo sí que no soy ningún superdotado.

Además, fui testigo de lo mal que os lo hizo pasar Isabelle Huppert a ti y a Fernando en la entrevista de Lo Más Plus. Ya solo por eso tienes mi simpatía.

30 September 2018

La abadía de Northanger: en busca de la traducción perfecta



No one who had ever seen Catherine Morland in her infancy would have supposed her born to be an heroine. Her situation in life, the character of her father and mother, her own person and disposition, were all equally against her. Her father was a clergyman, without being neglected, or poor, and a very respectable man, though his name was Richard — and he had never been handsome. He had a considerable independence besides two good livings — and he was not in the least addicted to locking up his daughters.

Northanger Abbey, JANE AUSTEN


Puede ocurrir que leas una novela de Dostoievski, que te guste mucho y que, sin embargo, no tengas ninguna gana de repetir con el autor. En cambio, si te gusta una novela de Austen, repites. Y cuando te las acabas todas, te las relees periódicamente.

Diría que mi favorita es Emma pero no estoy seguro. Desde luego no es Mansfield Park. No sé, igual tengo que leerlas todas otra vez.


* DEBOLSILLO *



Y

* PENGUIN *



Nadie que hubiera conocido a Catherine Morland en su infancia habría imaginado que el destino le reservaba un papel de heroína de novela. Ni su posición social ni el carácter de sus padres, ni siquiera la personalidad de la niña favorecían tal suposición. Mr. Morland era un hombre de vida ordenada, clérigo y dueño de una pequeña fortuna que, unida a los dos excelentes beneficios que en virtud de su profesión usufructuaba, le daban para vivir holgadamente. Su nombre era Richard; jamás pudo jactarse de ser bien parecido y no se mostró en su vida partidario de tener sujetas a sus hijas.

Traducción de Isabel Oyarzábal de Palencia


Traducción de 1921, ahí es nada. Supongo que la habrán retocado desde entonces. Es la que más libertades se toma. Cambia de sitio muchas cosas, deshaciendo y reagrupando oraciones enteras, se carga la broma con el nombre del padre y se carga también el tono irónico con el que el narrador habla del clérigo. En general, parece la traducción de alguien que no ha pillado la gracia del asunto.


* ALIANZA *



Nadie que hubiese visto a Catherine Morland durante su infancia habría supuesto jamás que hubiera nacido para ser una heroína*. Todo estaba en su contra: su situación en la vida, la personalidad de sus padres y su propia forma de ser y temperamento. Su padre era clérigo, lo cual no significaba que no estuviese reconocido en su labor ni que fuese pobre, y era un hombre muy respetable, pese a llamarse Richard* y a no haber sido nunca apuesto. Gozaba de una considerable independencia económica además de contar con dos buenos beneficios, y no era en absoluto aficionado a tener encerradas en su casa a sus hijas.

Traducción de Miguel Ángel Pérez Pérez


Me rechina un pelín ese «hubiera nacido»? ¿No habría quedado mejor «había nacido»? Me parece bien, en cambio, la anteposición de «todo estaba en su contra». Y me hace gracia lo de unir el comentario sobre el nombre con el comentario sobre la apostura, que en el original están separados con un signo de puntuación bastante fuerte, aunque seguramente a Austen no le debía de pasar inadvertido el efecto si se leía todo junto (de hecho, es probable que lo hubiese hecho así a propósito). Me hace gracia también el uso de la palabra «aficionado» (como si tener encerradas a las hijas en casa pudiese ser una afición) pero no sé si esa comicidad está en el original (mi inglés no llega a tanto). Supongo que sí, porque Austen podría haber sustituido ese «addicted» por una palabra un poco más neutra. En conjunto, me parece una traducción con chispa.


* ALBA *




Nadie que hubiera visto a Catherine Morland en su infancia habría podido imaginar nunca que estaba llamada a ser una heroína. Su posición social, el carácter de sus progenitores, su propio físico y su manera de ser se confabulaban en igual medida contra ella. Su padre, pastor protestante, no era una persona abandonada ni pobre, sino muy respetable, si bien se llamaba Richard;* y no había sido nunca excesivamente bien parecido. Gozaba de una considerable holgura económica, aparte de dos sustanciosos beneficios eclesiásticos, y no era nada dado a encerrar a sus hijas en casa.

Traducción de Guillermo Lorenzo


¿Es estrictamente necesario ese «nunca»? ¿«Progenitores» para «father and mother»? ¿«Confabulaban» para «were against her»? ¿«Sustanciosos» para «good»¿Es cosa mía o queda un poco rara esa combinación de nexos «sino... si bien...»? Traducir «own person and disposition» recurriendo a la dicotomía físico / forma de ser me parece un acierto, en cambio. Pero no me hace tanta gracia como la anterior.



Conclusión: yo opto por la que me hace sonreír, la de Miguel Ángel Pérez Pérez. Quizás el original no sea tan humorístico como yo (en mi ignorancia evidente y reconocida) creo pero qué le voy a hacer, a Austen me gusta imaginármela graciosa.