07 December 2018

Entusiasmos que no comparto: La maldición de Hill House


¿Se han fijado? La frecuencia con que aparece esta sección en el blog está aumentando exponencialmente (exponencialmente: palabra, no tan rara, que nunca había usado). Llegará un momento en que solo publique cosas del tipo «no me gusta Malamente porque el estribillo apenas da para tarareo». Tiempo al tiempo.

De La maldición de Hill House hablaré sin referirme a la novela de Shirley Jackson. Porque ¿para qué? Sería como mentar a Lola Flores hablando de Rosalía. Innecesario.

Así que ahí van: todas esas cosillas que han impedido que disfrutase La maldición de Hill House tanto como la mayoría de los espectadores. Cosillas que (ya saben) no deberían leer si todavía no han visto la serie:

1. Rodeos
Imaginen que un amigo suyo se presenta en su casa manchado de sangre de la cabeza a los pies, diciendo «¡Ha sido horrible!». Ustedes, lógicamente, le preguntan qué ha pasado y entonces su amigo les empieza contar que su vida es una mierda, que está yendo psicólogo, que duerme muy mal por las noches, que acarrea muchos traumas de la infancia... Es decir, les cuenta todo tipo de episodios de su vida menos qué es lo que le ha pasado y por qué está manchado de sangre. A no ser que su amigo tenga un buen motivo (un motivo evidente) para no contarles esa parte, ustedes se impacientarán con él y pensarán que está abusando de su atención.

Pues algo así me pasó a mí con la serie: pone tanto empeño en dejar para el final el relato de la muerte de la madre que casi todo lo demás se me hizo pesadísimo, lento y prescindible. Los cuatro primeros episodios: un coñazo: ver algo durante horas y quedarte como estabas. Todo sacrificado a la revelación final.

2. Tengo poderes
Lo de la hermana vidente es como de otra serie que se ha cruzado por el medio, como si la prota de Entre fantasmas se hubiese colado en La maldición de Hill House para hacer una aparición estelar. Además, como suele ocurrir en estos casos, el personaje usa los poderes cuando al guionista le conviene pero no los usa cuando al guionista no le conviene. Véase: [1] mi padre sabe cómo murió mi madre y yo no, [2] mis poderes no funcionan con el cadáver de mi hermana. Me sobra.


3. La casa
Cartón piedra. Completamente ridícula al lado de los escenarios —más realistas— del presente. Da la impresión de que la familia no vive en una casa de verdad sino en el plató de Casper.

4. Demasiados sucesos paranormales
Hay tantos fantasmas y tantos fenómenos paranormales en la serie que llega un momento en que su aparición deja de ser significativa, no cambia nada, no tiene impacto más allá del consabido susto. Mención especial a la escena de las hermanas en el coche: segundos después de que se les aparezca el fantasma de su hermana pequeña, las hermanas mayores tienen una escenita típica de reproches y reconciliación: porque haber visto un fantasma es lo de menos, podemos dejarlo a un lado y ponernos a hablar de nuestras cosas.

Hay tantos elementos extraños que los mejores de ellos —los que dan lugar a las mejores escenas— solo quedan apuntados, sin alcanzar suficiente desarrollo: la verdadera identidad de la mujer del cuello torcido (somos nuestros propios fantasmas), el fantasma con sombrero y bastón que persigue al hermano drogadicto (la clásica idea del ser sobrenatural que te elige y te acecha toda la vida: El colombre, It Follows), la puerta roja (¿por qué solo la vemos en los últimos episodios?), los golpes en la puerta la noche de Halloween (una de las escenas que me dio más miedo: me la puedo imaginar perfectamente en mi propia casa).


5. Otra vez planos secuencia
Dejemos de flipar con los planos secuencia solo porque son planos secuencia. En este caso, vale que reflejan muy bien la idea de que el pasado de los personajes interfiere en su presente, pero si para eso me tengo que tragar una hora de diálogos estúpidos e intrascendentes, actuaciones penosas (ese hermano mayor…) y escenas desdibujadas, prefiero que me los ahorren. No me interesa el virtuosismo por sí solo, me interesa la emoción.

6. Fantasmas con biografía
Cuando en una película, serie o lo que sea llega ese momento en el que se pasa de «la casa está encantada, ¡qué miedo!» a «resulta que es el fantasma de una mujer que vivió aquí a principios de siglo, le pasó algo muy feo y murió en circunstancias extrañas, y ahora vaga por la casa buscando un cierre a su desgraciada historia, así que con hacer esta pequeña cosilla de nada conseguiremos que descanse en paz», cuando llega ese momento, decía, mi interés en la historia desaparece y le pierdo respeto a la película, serie o lo que sea. No quiero ver a la persona que fue el fantasma. Quiero irme a la cama muerto de miedo, pensando que si se me aparece un fantasma no me va a apetecer sentarme con él a tomar el té para derrochar simpatía mientras me cuenta sus penas.

4 comments:

  1. Totalmente de acuerdo con lo que comentas, y eso que nunca logré pasar del capítulo 2, con el que me habré dormido unas dos o tres veces. Oía los sustos de fondo y ni por esas me despertaba.
    A todas las pegas que comentas yo sumo otra: ¿por qué si has vivido una infancia traumática en una casa encantada de adulta vas y te dedicas al negocio de los tanatorios? Esto no me molestaría si "Hill House" fuera de terror y no lo que es en realidad, un drama familiar con sustos de vez en cuando. Si lo que prima es el drama familiar, ¿entonces por qué los personajes se comportan de una forma tan poco verosímil?
    Creo que nunca veré el capítulo 3.

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    1. Tienes razón, hay algo ahí en esa mezcla de drama y terror que no acaba de funcionar. En ese sentido está mucho más lograda Hereditary, que va del drama al terror y en los dos registros resulta bastante espeluznante.

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  2. Te hago caso y me guardo leer la entrada hasta que veo la serie.

    Gracias por avisar.

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