16 April 2018

Hipérbole y media, de Allie Brosh: sime

Repetimos el  formato de la anterior reseña: cosas sueltas: siete:

1. Lo compré por Wallapop. La vendedora resultó ser una niña de unos diez años que llegó acompañada de su madre. No les pregunté, pero imagino que decidieron venderlo al darse cuenta de que, a pesar de los dibujos aniñados y del multicromatismo de las páginas, el libro tiene de infantil lo mismo que de gracioso tiene el payaso de It.

2. Tardé más de un año en decidirme a leerlo porque mezcla texto corrido con cómic y pensaba que el ritmo iba a ser poco fluido. Estaba equivocado.

3. Temas principales: perros tontos, niños contra adultos, depresión, autoimagen, fracasos del autodiálogo, terror gracioso.

4. A todas aquellas personas que van por la vida diciendo que nunca jamás se han reído con un libro, les recomiendo el capítulo titulado Dinosaurio (la historia del ganso). Si no se ríen, siempre pueden probar con la Constitución Española.

5. A lo mejor no le han prestado demasiada atención pero entre los temas del punto 3 he citado «niños contra adultos». Si ustedes, lectores, han sido niños en alguna ocasión —¿y quién no? (Isabelle Huppert, quizás)—, recordarán que de niño uno sabe que el verdadero enemigo no son los matones de clase sino los adultos (de hecho, los matones de clase siempre parecen un poco más cerca de ser adultos que el resto). Pues eso me ha gustado del libro: que nos lo recuerda.

6. El título del libro se debe a que uno de los principales recursos humorísticos de la autora, reconocido por ella misma, es la exageración. Mis gracietas favoritas, sin embargo, son las que explotan los efectos resultantes de aplicar a una situación dada, no el código que la razón o la realidad nos indicaría como más adecuado, sino una alternativa poco razonable (pero no absurda). Esta formulación teórica la acabo de improvisar en este mismo momento, es decir, varias semanas después de haber terminado el libro, así que probablemente no sea más que una (otra) chorrada pedante.

7. Por ponerle un defecto: a veces cae en tópicos del tipo «niños+azúcar=hiperactividad», que me suenan a falsedad repetida mil veces en monólogos y comedietas varias.

6 comments:

  1. Un día sufrí a dos niños que se habían comido todos los caramelos de la cabalgata de Reyes y doy fe: la hiperactividad por azúcar existe.
    Me quedo con una duda: ¿qué es "fracasos del autodiálogo"? Mí no comprender.

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    1. Pues por lo que tengo entendido la ciencia niega la relación azúcar-hiperactivida. Otra cosa es que los niños se exciten más en contextos ligados al empacho de dulces (cumpleaños, fiestas, Reyes...).

      Lo de "fracasos del autodiálogo" se entiende mejor leyendo el libro. La autora cuenta cómo a menudo distintos procesos mentales de su ego se torpedean entre sí. Algo parecido a lo de angelito bueno contra diablillo malo (pero no exactamente).

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  2. No sé si es más interesante el libro o la historia de tu lectura del mismo. ¡Madre mía! ¡Qué aventura! Me imagino la cara de la niña del Wallapop como si fuera a padecer terrores nocturnos para el resto de su existencia. Yo creo que no te lo lanzó y salió corriendo porque la madre la tendría cogida de la mano.

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    1. Es una bonita escena pero no creo que el libro llegase a traumatizar a la niña. Algunas anécdotas de la infancia de la autora o de su relación con los perros puede que incluso le gustasen, pero a los capítulos sobre la depresión y las luchas de la autora consigo misma difícilmente les habra visto la gracia. Como me decían mis padres cuando de pequeño quería ver una peli de adultos tipo Ingmar Bergman: puedes verla pero no la vas a entender.

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  3. Apuntadísimo, que bien me lo has vendido. Pregúntale a la mami si su hija tiene más de estos.

    Gran recomendación, gracias.

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    1. Quizá debería haber dicho que es un libro hijo de Internet. La autora tiene un blog que se hizo popular en EEUU. Así que el tipo de comunicación que establece el libro es un poco ese, el de los blogs personales: alguien que cuenta sus cosas con cierta gracia.

      Que no es alta literatura, vamos.

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