11 October 2015

Cuando lo mejor no está en el estribillo

Empezamos con un clásico. Los 38 primeros segundos podrían ser mi canción favorita de todos los tiempos o, al menos, una de las que más me reblandece por dentro (más todavía), pero llega el estribillo y, como por arte de magia, se esfuma la ídem (redundante y paradójico, sí). ¿Es cosa mía o ustedes también lo notan?


Anticlímax. ¿A quién se le ocurre hacer una canción de casi nueve minutos con esos mimbres? Nunca jamás he podido pasar del minuto 3 y hoy, por una simple cuestión de ética periodística, he hecho lo más parecido a intentar escucharla entera: ir dando saltos por la barra de progreso hasta llegar al final. Pregunto: ¿se podrá oír entera sin que las conexiones neuronales sufran algún daño? A mí me gusta mucho, mucho bastante, el primer minuto, sobre todo ese momento suspendido en la eternidad en el que empieza la percusión. Luego ya todo se vuelve demasiado ABBA para mis delicados oídos.


Clímax. No les voy a pedir que la escuchen entera, basta con que sepan que es un ejemplo resultón y gastapistas de ese revival post punk que se llegó a practicar incluso en España hace no demasiado tiempo, pero salten, por favor, al minuto 2:40 y esperen unos segundejos de nada: si lo que empieza en el minuto 3:05 no es la mejor coda de una canción de subidón que nunca van a oír en una discoteca (literal: a mí nunca me la han puesto), que venga Paco Pil y la pinche. Qué pedazo de melodía estratosférica, Dios mío.


Ahora ya pueden seguir con sus cosas.


[El último vídeo ha desparecido de Youtube. Era Inside, de Mendetz.]

30 September 2015

Un cuento al mes: 'Té en casa de la señora Armsby' de James Thurber


      —Mi marido es coleccionista —dijo la diminuta señora Monroe.
      A quien más sorprendió el comentario fue al señor Monroe, que no era coleccionista.
      —¿Y qué es lo que colecciona, señor Monroe? —preguntó la señora Armsby amablemente.
      —Pañuelos —contestó la señora Monroe—. Colecciona pañuelos.
      Al señor Monroe le resultó obvio que los sorprendentes comentarios de su esposa no eran más que la desafortunada consecuencia de haber estado los dos en un cóctel antes de presentarse, a última hora, en casa de la señora Armsby.
 

Traducción de Celia Filipetto


Aunque tuve mis más y mis menos con Los 13 relojes, he repetido con Thurber. Y no me arrepiento.

Titular: No me arrepiento

Cierto es que, de los once cuentos de Thurber que he leído hasta ahora, gustar gustar solo me han gustado tres —a los amantes de los animales les recomiendo Instantánea de un perro— pero me divierte bastante el sentido del humor suavecito y ligeramente satírico de la mayoría de ellos. Por decirlo cursi: son cuentos con algo así como brisa. Este, el primero del libro, es el que más me ha despeinado.

Una esposa medio borracha. Un marido alarmado. Té en casa de la respetabilísima y aburrida señora Armsby. La gracia: el marido trata de que no se note que su mujer está achispada pero al mismo tiempo es evidente que disfruta con la situación. No hay más. La anécdota no se complica. No tiene un gran final. El nivel de diversión se mantiene más o menos a la misma altura durante todo el cuento. Si el principio les ha hecho sonreír acabarán con la misma sonrisa. No es literatura seria. Ni falta que hace.

12 September 2015

Pequeños problemas éticos, nº 5

Sales de noche con un amigo que está casado. Su mujer también es amiga tuya pero esa noche ella prefiere quedarse en casa. Os tomáis unas copas y, como tu amigo tiene muchas ganas de juerga, os vais a una discoteca. Después de entrarle prácticamente a todas las chicas de la discoteca, consigue ligar con una. A eso de las cinco de la mañana te dice que se va a ir con ella, que vive cerca. Pretende estar dos horas en su casa, como mucho, así que al día siguiente vuestra versión tiene que ser la misma: estuvisteis juntos en la discoteca hasta las siete de la mañana y luego os fuisteis a casa. Intentas convencer a tu colega de que no se vaya con la chica, le amenazas con contárselo a su mujer pero es inútil, ni te escucha. Sabes que no es la primera vez que echa una cana al aire, así que lo dejas por imposible y te vas a casa.


La parejita, de Manel Fontdevila


Te despierta el teléfono a eso de las diez de la mañana. Es la mujer de tu amigo. Está preocupada porque su marido todavía no ha llegado a casa. Le ha llamado al móvil varias veces pero lo tiene apagado o fuera de cobertura. Piensas que lo más probable es que tu amigo se haya quedado dormido en casa del ligue. La mujer te pregunta hasta qué hora estuviste con él anoche y dónde lo dejaste.

¿Qué haces?
a) Le dices la verdad. 
b) Le mientes.

Nota: se puede cambiar el sexo a cualquiera de los personajes.

29 August 2015

Simes y nomes del cuarto bimestre

Sí o no, sin términos medios, porque no vamos a ser menos rotundos que una margarita.

  • Lo que sí:

No hay más preguntas, de David Nicholls

Les adelanto que ninguno de los libros que he leído este bimestre me ha entusiasmado. Si les pusiese iconos, no se merecerían el de la sonrisa semicircular (o Matutano); como mucho, el de la sonrisa lineal (o Esperanza Aguirre). [Por cierto, si buscan smiley en Google tendrán el placer de contemplar varias imágenes de una película de terror en la cual el asesino tiene cara de smiley. Así como lo leen. Muy pero que muy perturbador.] Este libro de Nicholls, por ejemplo: recuerdo que mientras lo leía me sentía cómodo y contento (como cuando vas a tu cine favorito y nadie se sienta en la fila de delante), pero ahora, dos meses después, tampoco es que lo recuerde con un cariño enorme (como cuando te comes una musaka deliciosa de la que tu cuerpo, sin embargo, se quiere librar cuanto antes). A David Nicholls se le tiene por una especie de Hornby más centrado en la temática amorosa. Creo que fue Miqui Otero quien dijo que Nicholls hacía chick-lit para tíos. Sin ser ningún experto en chick-lit (ni en Nicholls) creo que puede ser una comparación acertada: chico conoce a chica, conquista, enredos, equívocos, dudas, autodesprecio y humor, mucho humor blanco. Para ser justo, diré que el tema principal va mucho más allá de la anécdota amorosa; en la contraportada lo explican con una frase acertada: la diferencia entre el conocimiento y la sabiduría. Una buena novela ligera.

Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, de David Foster Wallace

Lo primero: me he leído la edición de la editorial Debolsillo, que solo incluye la crónica que se titula como el libro (la edición de Mondadori incluye algunos ensayos más). Lo segundo: me ha decepcionado. Después de haber leído tantas veces en la blogosfera que los ensayos de David Foster Wallace consiguen que veas las cosas bajo otro punto de vista, me esperaba algo con más sustancia. No puedo decir que este libro haya cambiado la idea que ya tenía sobre los cruceros (sin haber estado en ninguno). Pero bueno, me ha entretenido, me ha hecho reír un par de veces y me ha dado a conocer algunos datos curiosos que, estoy seguro, no olvidaré fácilmente (ay, la hipnosis).

Una historia en bicicleta, de Ron McLarty

Seguro que alguna vez han leído un libro de esos que alternan dos planos narrativos (pasado/futuro, personaje-1/personaje-2, realidad/ficción) y les ha parecido que uno de los planos era mucho menos interesante que el otro y han deseado que el autor lo hubiese eliminado o que, al menos, hubiese reducido su extensión. Pues eso me ha pasado con esta novela. La historia de la hermana en el pasado, tan emotiva, me tenía muchísimo más enganchado que el viaje del prota en el presente, más sensiblero. Devoraba un capítulo, resoplaba un poco con el siguiente. De todas formas, la novela se tenía ganado el sime desde las primeras 50 páginas (más o menos). Vaya arranque, amigos. Estaba en la playa y me olvidé hasta de bañarme.

La promoción del 49, de Don Carpenter

El anuario del instituto, esa base de datos tan eficaz a la hora de identificar perdedores y capturar asesinos escurridizos (¿para cuándo una película española en la que se atrape al malo gracias a la orla de la universidad? Amenábar, tienes deberes). Este libro tiene vocación de anuario. Detiene la vida de un grupo de chavales en el año de su graduación en el instituto. Cada capítulo es casi como la foto de un personaje en algún momento de ese año, con la familia y los compañeros al fondo. La mayoría de los personajes reaparecen en las fotos de los demás, más o menos cerca de la cámara, así que el libro se lee al mismo tiempo como una colección de cuentos y como una novela. Yo me lo leí en una tarde. Es corto, directo y tiene una fluidez adictiva. De todo el bimestre, quizá sea el que mejor recuerdo me ha dejado.

The Skeleton Twins, de Craig Johnson

¿Por qué hay tantas películas que tratan sobre el amor y las relaciones de pareja, sobre la amistad, sobre los conflictos entre padres e hijos, y tan pocas, en comparación, que tengan como tema principal las relaciones entre hermanos? Una excepción: los hermanos gemelos. Al cine le encantan los hermanos gemelos (sobre todo si uno es bueno y el otro malo). En esta película los protagonistas son mellizos pero la verdad es que podrían no serlo y no habría ninguna diferencia (esto no es Inseparables, no). A mí me ha conquistado por la verosimilitud de la relación entre los protagonistas, que seguramente debe mucho a la química que hay entre los actores. Casi todas las escenas en las que coinciden son fantásticas en ese sentido. Ha sido una recomendación de Talita y un gran acierto.

Bob Esponja: Un héroe fuera del agua, de Stephen Hillenburg y Mark Osborne

La fórmula es muy antigua: protagonista noble y bondadoso + secundarios peculiares y graciosillos. Los de Disney la llevan grabada a fuego. Pero imagínense por un momento que alguien decidiese retorcer el esquema e hiciese una película coral solo con secundarios peculiares y graciosillos. Suena bien, ¿no? ¡Pues aquí la tienen! (Cantando:) ¡Booob Espoooooonja ya llegó! Una de las películas con las que más me he reído este año. Pura diversión en vena. Si les gustan las comedias sin ternurismos empalagosos ni moralinas edificantes, si el reconocimiento acrítico en torno a Pixar les da un poco de rabia (yo nunca les perdonaré esto), si son capaces de apreciar maravillas como El gato, tienen que verla.

Les combattants, de Thomas Cailley

Sí, es de amor. Sí, es francesa. No, no es ñoña. No, no es dramática. La crítica destaca los giros del argumento: casi cambios de género, dicen. Bueno, es cierto que la película está dividida en tres segmentos muy diferenciados pero la transición entre ellos es bastante natural y coherente. No hay grandes vuelcos. En el fondo no son más que cambios de escenario. Tiene otras cosas más destacables: los actores (la manera de moverse de ella, la sonrisa de él en la cena familiar: premiados en los César), el tono (es como una comedia de tapadillo: en el cine se oían algunos jijis tímidos, no todos de este servidor, pero la mayoría de la gente permanecía impasible o —digo yo— se reía hacia adentro), algunas escenas (el momento en que él se da cuenta de que no quiere separarse de ella, el maquillaje, las agujas de pino: la sensualidad también era esto), la subversión de los estereotipos de género (esto no se lo explico: vean la película, qué leches).


  • Lo que no:

Las ovejas de Glennkill, de Leonni Swann

SINOPSIS: Un rebaño de ovejas investiga la muerte de su pastor en circunstancias extrañas. 

EXPECTATIVAS: Humor y trama detectivesca. 

PUNTO EN EL QUE ME EMPECÉ A ABURRIR: Mucho antes de llegar a la mitad. 

PROBLEMA 1: Una gran parte de la gracia se supone que está en los errores que cometen las ovejas a la hora de interpretar el lenguaje y el comportamiento humano. Ahora bien, para que sea posible una mínima interpretación es necesario que las ovejas entiendan una parte de lo que hacen y dicen las personas (por ejemplo, aunque muchas veces se les escapa el verdadero sentido de lo que escuchan, sí que entienden el habla humana). El problema es que no queda claro por qué las ovejas entienden unas cosas y, sin embargo, malinterpretan otras; cuando se insinúa alguna explicación, esta no resulta nada convincente. El único criterio válido parece ser: porque a la autora le conviene que sea así. 

PROBLEMA 2: Apenas hay investigación, las ovejas se limitan a espiar las conversaciones de los humanos y luego sacan sus propias conclusiones. El problema es que esas conclusiones no ayudan en absoluto a que avance la trama (la resolución del caso). El lector —que sí entiende a los humanos— siempre va un poco por delante de las ovejas. Así que, en definitiva, todo se reduce a esperar a que algún humano lo cuente todo en presencia de las ovejas, cosa que no ocurre hasta el final, como se pueden ustedes imaginar.

CONCLUSIÓN: No funciona ni como novela de detectives ni como comedia y el relleno restante aburre, aburre hasta a las ovejas (sí, me pueden denunciar por esta gracieta).

Tarde, mal y nunca, de Carlos Zanón

El meollo del asunto —un crimen de barrio— es bastante sencillo, desde el principio conocemos al autor y sus motivos, la acción principal no abarca más de un día, pero Zanón decide dar volumen a la novela con una serie de recursos que oscilan entre el acierto y el estorbo: los personajes piensan mucho, recuerdan mucho, incluso filosofan, van de un lado otro de manera un tanto caprichosa, buscándose unos a otros pero sin llegar a encontrarse, pierden el móvil, lo recuperan... En el lado positivo: acabas conociendo muy bien a los personajes. En el lado negativo: apenas hay acción, tensión o intriga, falta ritmo, por cada capítulo donde pasa algo hay otro donde no pasa nada, se pospone demasiado la resolución. Yo, mientras la leía, echaba de menos la concisión de clásicos como El cartero siempre llama dos veces o ¿Acaso no matan a los caballos?

Agosto, octubre, de Andrés Barba

La novela del "como..." y del "como si..." Prácticamente todo lo que percibe y experimenta el protagonista, un chaval que acaba de pegar el estirón, es objeto de una comparación más o menos rebuscada. Ejemplo: "Los lamió [los pezones]. A la chica le dio un ataque de risa. Era como si el aire estuviese impregnado de cosas que flotaban." En ocasiones las imágenes son sugerentes pero otras veces resultan demasiado afectadas: "Estuvo con ellos [con la pandilla] un par de horas más aquella tarde y aunque no volvieron a hablar del asunto [un problema familiar] él tenía una sensación extraña, como si sus ojos  se hubiesen vuelto un poco amarillos, verdes, blancos, brillantes, igual que los pinos y las dunas."  En cualquier caso, gusten mucho, poco o nada estas comparaciones, lo cierto es que Barba abusa del recurso. Y aquí tengo que añadir "en mi opinión", porque me consta —dense un paseo por la red— que a nueve de cada diez lectores les parece que la novela está muy bien escrita. No crean que a mí me parece mala. En absoluto. De hecho, me parece muy meritoria. ¿Por qué está entre los nomes? Demasiado estilizada para mi gusto.

Perdiendo el norte, de Nacho G. Velilla

No tengo nada en contra del cine español. La mayor parte de los chistes que se hacen a su costa en las series y en los monólogos del Club de la Comedia me parecen injustos. El año pasado, cuatro de las películas que más disfruté en el cine eran españolas (Magical Girl, Stockholm, 3 bodas de más, La isla mínima). Me resulta mucho más fácil admirar la interpretación de un actor que habla castellano que la de un actor que habla inglés. Así que, cuando veo algún bodrio como este, me da pena pensar que los detractores del cine español se estarán frotando las manos.

18 August 2015

Fobias literarias



Por último, al pasar por la balaustrada de la segunda planta, se miró en el pequeño espejo de la pared trasera. 
 
Una de las cosas buenas de tener veintidós años, o de ser Madeleine Hanna, era que tres semanas de angustia romántica, seguidas de una noche de colosal exceso alcohólico, no bastaban para hacer demasiado visibles los estragos. Salvo la ligera hinchazón alrededor de los ojos, Madeleine seguía siendo la misma persona morena y guapa de siempre. Las simetrías de su cara —nariz recta, pómulos y línea de la barbilla parecidos a los de Katherine Hepburn— eran de tal precisión que parecían matemáticas. Sólo la fina arruga de la frente delataba el carácter levemente ansioso de la persona que Madeleine creía, en esencia, ser.

La trama nupcial, JEFFREY EUGENIDES

[Traducción de Jesús Zulaika]


Esto de hacer que el personaje se mire en un espejo solo para poder insertar a continuación una descripción física del susodicho es un recurso que me da un poquito de rabia (tampoco demasiada). En general, prefiero los narradores que no buscan excusas.

11 August 2015

Tres momentos memorables de la última cosecha televisiva

No son mis series favoritas de esta temporada, ni mucho menos, pero las tres han alcanzado al menos tres cumbres de excelencia:

Unbreakable Kimmy Schmidt, S01E04

La protagonista acompaña a su jefa al cirujano plástico, un ser con este aspecto:

¿Le reconocen? Con ustedes Martin Short

Toda la escena es hilarante. Una crítica demoledora a los excesos de la cirugía plástica. Tan demoledora que hay quien cree que fue precisamente esta escena la que motivó que el Dr. Frederic Brandt, conocido dermatólogo de las estrellas de cine y obvia víctima de la parodia, se hundiese todavía más en la depresión que padecía y decidiese suicidarse unos días después. Crónica negra aparte, la escena se merece un hueco en nuestra memoria junto a los estiramientos faciales de Brazil (Terry Gilliam, 1985)

Man Seeking Woman, S01E04

El protagonista está soltero. Su hermana le invita a una cena que va a dar en su casa para unos amigos. En realidad se trata de una encerrona para liarlo con una amiga. Ellos dos, el protagonista y la amiga de la hermana, son los únicos solteros de la cena; los demás invitados, un muestrario de parejitas estomagantes, son cómplices de la encerrona.

Oh, a los dos os gustan las ensaladas. Tenéis tanto en común...

Durante la cena las parejitas se dedican a hacer ostentación de lo perfectas que son sus relaciones y de lo felices que les hace la vida en pareja, y ponen en práctica diversas estrategias para propiciar que surja algo entre los dos solteros. Todo muy torpe y muy forzado. El ambiente se va enrareciendo poco a poco hasta llegar a cotas completamente surrealistas. Hay un detalle en concreto que a mí casi me mata de risa: un gag digno de Top Secret.

Togetherness, S01E08

No puedo contar gran cosa porque se trata del final de la serie.

Matrimonios y otros fenómenos sentimentales

Solo diré que es una de las mejores escenas de calentón (sexual) que yo haya visto últimamente en una serie. Y no porque resulte excitante para el espectador (que no demasiado) sino por lo bien que queda plasmado el gradiente de la atracción entre los dos personajes, banda sonora incluida.

14 July 2015

Entusiasmos que no comparto

Sé que algún día Dios me castigará por esta sección —por ejemplo, obligándome a asistir a un recital de Isabelle Huppert basado en la obra del Marqués de Sade (en serio, ¿de qué pesadilla infernal ha salido esto?)— pero, mientras tanto, ahí van unos cuantos motivos que impidieron que este tiquismiquis de aquí disfrutase con Fargo, la serie de los hermanos Coen que no es de los hermanos Coen, tanto como el resto de sus semejantes:

[* Si no han visto la serie, mejor no sigan leyendo.]


- El primer episodio es un prodigio de ritmo, sí señor, pero los cinco siguientes —la serie tiene diez— no son más que un amasijo de vías muertas en el que lo único que llega a algún sitio es la subtrama romántica (cómo no).

- Hay un exceso de personajes bobalicones que ni son interesantes ni graciosos, y que solo sirven para entorpecer el desarrollo de la historia y alargarla.

- Llega a ser ridículo lo bien que les sale todo a los malos (que cuentan incluso con la ayuda del azar) y lo poco hábiles que son, en cambio, los buenos. Supongo que es una táctica para que los malos den todavía más rabia al espectador ("joder, ya se ha vuelto a librar el muy cabrón") pero se alcanzan tales cotas de inverosimilitud que uno se acaba refugiando en la indiferencia ("bah, otra vez que se libra el tío").  

- Hay hasta cuatro conversaciones entre distintos personajes en las que uno de ellos se pone en plan "te voy a contar una historia" y le larga al otro una especie de parábola o acertijo que, suponemos, encierra un significado profundo. Cuatro conversaciones. Cada una con unos personajes diferentes. Yo, a partir de la segunda, ya no veo a un personaje contando una historia sino a un guionista sobreexplotando un recurso.