04 March 2020

Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan: nome

1.  Suicidio y trastorno mental (de la madre de la autora).  Tienes mi atención.

2. La primera mitad del libro está dedicada a la infancia de la madre. La autora —como es lógico— no conoce esos hechos de primera mano y opta por un narrador en tercera persona que tiene acceso a los pensamientos de los "personajes". Primer problema: todo lo que cuenta me parece falso.

3. La autora intercala capítulos en los que habla sobre el proceso de escribir el libro. Bien. Interesante. En uno de esos capítulos se pregunta si ese narrador omnisciente en tercera persona era la mejor opción. Y yo grito: ¡Pues claro que no, Delphine, claro que no! ¿Dónde están los editores  cuando se les necesita?

4.  Salvo alguna excepción, me aburren tanto esas escenas novelizadas de la infancia de la madre que estoy a punto de abandonar el libro. Pero veo este vídeo (que nadie debería ver si quiere evitar spoilers) y me entero de que lo bueno, lo escabroso —yo aquí he venido a enfangarme en el drama— está por llegar. Me salto párrafos. Páginas enteras. Capítulos.

5. La autora, que se ha dedicado a cotillear con sus tíos todo lo cotilleable para entender de verdad a su madre como persona humana, dice de pronto que, eso sí, a su padre y a las demás parejas de su madre ni les ha mandado un SMS, porque no quiere saber (ni contar) cómo era su madre en la intimidad de la pareja. Umm. Sí. A-ha. Muy lógico todo. A ver que han estrenado esta semana en Netflix...

6. Me leo en diagonal la segunda parte (la madre adulta), deteniéndome en las partes jodidas. No acabo de entender a quién quiere la autora que compadezcamos: a ella o a su madre. Quizás a las dos (aunque a ella siempre un poco más, claro). Reconoce que su hermana pequeña siempre entendió mejor a su madre. El libro, sin embargo, no lo ha escrito la hermana. Lástima.

7. Al final, aunque desde el principio se nos ha venido vendiendo que la madre era una persona con muchas sombras, que vivió sintiendo el aliento de la Muerte en su nuca, resulta que la madre se suicida en una situación en la que el suicidio es de lo más comprensible, razonable y humano, independientemente de la vida que la señora hubiese llevado hasta ese momento y de su trastorno mental. Me conmueve la muerte. El libro lo detesto.

13 February 2020

Entusiasmos que no comparto: Jojo Rabbit


Me entretuvo tan poco que me pasé la mayor parte de la película pensando si había o no una incongruencia arquitectónica entre la (considerable) anchura del escondite de la niña y la (escasa) profundidad del hueco de la ventana situada justo encima de la entrada al escondite.

06 February 2020

Si ya existe, me gustaría verla

La película contaría cómo el protagonista se va formando una opinión sobre algo. Solo incluiría escenas que tuviesen que ver con eso. Nada más. No habría tramas paralelas ni subtramas.

La primera escena es una reunión entre amigos en la que se debate el tema en cuestión (por ejemplo: la gestación subrogada). Vemos que el protagonista, a diferencia de sus amigos, no tiene formada todavía una opinión clara. En todas las escenas que siguen vuelve a aparecer el tema: una mañana el prota escucha un debate en la tele, otro día unos compañeros de trabajo lo comentan a la hora de la comida, una noche se entera de que uno de sus amigos está en una situación relacionada con ese tema, el resto de los amigos se posiciona a favor o en contra, él no sabe qué hacer, su postura parece cambiar en función de la persona que tenga delante... Por las reacciones y las intervenciones del protagonista, el espectador podría intuir por qué caminos está yendo su reflexión sobre el tema y cómo va evolucionando. Hacía el final, quedaría claro que el protagonista ya se ha formado una opinión más o menos sólida. En el clímax, toma partido de una forma dramática (no necesariamente en el sentido que habíamos previsto).


Habría que evitar a toda costa caer en el panfleto. El enfoque sería más sociológico que moral.

Posible título: Historia de una opinión



P.D. No he visto la última peli de Amenábar pero igual es un poco así.

21 January 2020

Estos son mis principios (IX)


En el país de Ingary, donde existen cosas tales como las botas de siete leguas y las capas de invisibilidad, ser el mayor de tres hermanos es tener bastante mala pata. Todo el mundo sabe que serás el primero en fracasar, y de la peor forma, si los tres salís en busca de fortuna. 

Sophie Hatter era la mayor de tres hermanas.

El castillo ambulante, DIANA WYNNE JONES

[Traducción de David Cruz Acevedo]

13 January 2020

Los mayores simes de 2019: películas

Van a echar de menos muchas películas en mi lista, pero sobre todo cuatro, así que advierto: Historia de un matrimonio y El irlandés no las he visto todavía (tengo ganas); Joker y Érase una vez en Hollywood me parecieron interesantes y entretenidas (a ratos mucho) pero no me emocionaron, tengo problemas de concepto con las dos.

Con las películas de mi lista no solo no tengo ningún problema de concepto sino que estoy seguro de que en los próximos años las recordaré con emoción agradecida.


1. Parásitos, de Bong Joon-ho


Vivir por debajo del nivel al que la gente mea


2. Border, de Ali Abbasi


La llamada de lo salvaje


3. Super empollonas, de Olivia Wilde


La cara tierna del cliché


4. La virgen de agosto, de Jonás Trueba


El mejor ASMR del mundo


5. Fedora, de Billy Wilder


Así nacen los mitos


6. La favorita, de Yorgos Lanthimos


Humor culpable


7. Us, de Jordan Peele


Lupita, la crack


8. La última lección, de Sébastien Marnier


La tensa espera

26 December 2019

Los mayores simes de 2019: libros

En 2019 he leído menos libros que otros años pero ¿a quién narices le importa? No lean ustedes con afán capitalista, por favor. Abandonen Goodreads.

Dicho esto (y dicho solo porque la entrada sin introducción queda fea), les dejo mis lecturas del año ordenaditas en función de mi nivel de entusiasmo y aburrimiento durante el proceso, por si les sirve para coger ideas.

Me encantaron en todo momento:

El cuarto mandamiento - Booth Tarkington

Qué primer capítulo.
Qué desarrollo del tema.
Qué ritmo.
Qué engranaje de las escenas.
Qué arco de personaje.
Qué último acto...
¡Cuánta arquitectura y compunción!
Lo siento, Orson, pero el libro es mejor.

[Igual exagero un poco.]

Un puñado de polvo - Evelyn Waugh

Leer Un puñado de polvo es como comerse una mousse de limón muy ligera, acidulce en la que van apareciendo granos de pimienta que se deshacen en la boca dejando un picor que al final lo domina todo. A mitad de novela pasa algo tan cruel que entran ganas de arrancar la página. El último tercio es casi una novela distinta, escrita por otro autor: Wodehouse le cede la estilográfica a Robert Louis Stevenson. En serio, nunca había leído nada igual.

El crimen del padre Amaro - Eça de Queirós

A lo mejor es por las traducciones, pero cuando leo a Eça de Queirós no deja de sorprenderme lo bien que ha envejecido su estilo. Creo que es de los autores del siglo XIX que menos huele a desván. También me da la sensación de que era de los que menos tapujos tenía a la hora de llamar al pan, pan, y al vino, vino. Y una de las virtudes del realismo es precisamente esa: dar categoría de realidad a lo que no se suele tratar en voz alta.

Me gustaron mucho en su mayor parte

Maurice - E. M. Forster

Empiezo a pensar que sería buena idea leerse cualquier libro que James Ivory haya adaptado al cine.

The master - Colm Toibin

Una novela que da unas ganas tremendas de leer a Henry James se merece nuestro cariño.

Romanticismo - Manuel Longares

Algún día haré una sección en el blog que se llame Libros estupendos, no demasiado recordados, que se pueden encontrar tirados de precio en las librerías de segunda mano, y aparecerá esta novela.

Las partículas elementales - Michel Houellebecq

Estoy de acuerdo con Houellebecq: el sistema de reproducción de la humanidad necesita una repensada.

Me gustaron mucho en algunos momentos puntuales y algo menos en el resto:

Stoner - John Williams
Valor de ley - Charles Portis
La increíble boda de Gilbert y Moira - Joe Keenan
El alumno Gerber - Friedrich Torberg
No pienses en un elefante - George Lakoff
El papel de mi familia en la revolución mundial - Bora Cosic

Me gustaron sin llegar a apasionarme:

Cosas vivas - Munir Hachemi
La encrucijada del roble - Elizabeth Crook
El último verano - Ricarda Huch
Magnetizado - Carlos Busqued
Héroes de la frontera - Dave Eggers

Me parecieron interesantes pero a ratos fui incapaz de disfrutarlos:

La idiota - Elif Batuman
Hambre - Knut Hamsun
Aberración estelar - Gilbert Sorrentino
Una edad difícil - Anna Starobinets
El festín del amor - Charles Baxter

Me hicieron pasar el rato pero apenas los recuerdo:

Fantasmas - Joe Hill
Supervivientes - Jimina Sabadú
De un modo u otro - Peter Cameron
Los vivos y los muertos - Edmundo Paz Soldán

No me gustaron, incluso me decepcionaron un poco, pero no me costó terminarlos:

Sin palabras - Edward St. Aubyn
Canción dulce - Leila Slimani
Sabrina - Nick Drnaso
Madre, vuelve a casa - Paul Hornschemeier

Me aburrieron bastante y me costó terminarlos:

Mrs. Caliban - Rachel Ingalls
La trampa maestra - Michael Frayn
Ancho mar de los sargazos - Jean Rhys

Los abandoné:

Nada más real que un cuerpo - Alexandria Marzano-Lesnevich
El cuaderno tachado - Nicolás Giacobone
Sobre la felicidad a ultranza - Ugo Cornia
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes - Tatiana Tibuleac
Gótico carpintero - William Gaddis
Las primas - Aurora Venturini

15 December 2019

Un cuento al mes: Mi compañera de habitación me ha robado la sopa de fideos. Cartas de una novata frustrada, de Jesse Eisenberg


16 de septiembre

Querida señorita Rita:
 
Seguro que creía que no volvería a tener noticias mías, ¿verdad? ¡Pues aquí estoy! Sé que no hemos hablado desde el tercer año de instituto*, pero estoy muy nerviosa y no sabía a quién acudir. Ah, también debería decirle que voy a un curso de escritura creativa y estoy aprendiendo a usar las notas a pide página**, y como estaba escribiendo mucho, he pesando que será mejor recurrir a las notas para algunas de mis observaciones.

* Así que, técnicamente, usted ya no es mi asesora académica.
**¡Que son estas!
Traducción de Ignacio Gómez Calvo



Jesse Eisenberg —ya saben, el actor protagonista de La red social— cae mal. Es un hecho. En internet se pueden encontrar multitud de artículos donde analizan los motivos.

Mi impresión es que en las entrevistas es incapaz de entrar en el juego de la persona que tiene delante, no le ríe las gracias, y aunque recurre al humor, sus comentarios son demasiado ácidos y sarcásticos, y acaba quedando como un capullo con aires de superioridad. Imaginen una mezcla entre Najwa Nimri, Victoria Abril y Eduardo Casanova en sus días más oscuros.

En España tenemos nuestro propio motivo para odiarle. Estuvo de invitado en El hormiguero y al volver a los EEUU habló mal del programa. Entre otras cosas dijo que El hormiguero estaba diseñado para humillar a los invitados. No sé, pero yo diría que en eso tiene un poco de razón.

Pues bien, Jesse Eisenberg escribe. En The New Yorker, nada menos. ¿Y qué tal lo hace?

Pasen y lean.




Mi compañera de habitación me ha robado la sopa de fideos. Cartas de una novata frustrada es puro Salinger con unas gotas de postmodernismo.

La protagonista, Harper Jablonski, se nos presenta como una especie de Holden Caulfield femenina que todo lo odia y a la que todo deprime, pero con más ingenio y muchas más ganas de integrarse. O también: Harper Jablonski es Enid Coleslow —la morena de gafas de Ghost World— pero sin amigos del instituto.

El relato es simplemente un puñado de cartas con un hilo argumental un tanto disperso (los intentos de la prota de integrarse en el mundo a su paso por la universidad) y con un montón de notas al pie. El uso de las notas es francamente divertido. Entran ganas de copiarlo para cualquier cosa. Correos electrónicos con notas al pie. Mensajes de Whatsapp con notas al pie. Invitaciones de boda con notas al pie.

Ya solo por lo lograda que está la voz de la protagonista, podemos decir que Jesse Eisenberg escribe con la soltura y el aplomo de un escritor de verdad.

Al final hay un pequeño girito (como viene siendo tradición en el género) que le da al relato una dimensión mucho más inteligente de lo que en un principio podíamos anticipar. El relato gana, en el sentido de que gana valor, pero también en el sentido de que nos gana el juego, nos hace ver que quizá pecamos de condescendientes. Sabor de boca: amargo.