La casa se encuentra en la cima de Harrow Weald, y desde sus ventanas la mirada cae sobre kilómetros de pastizales esmeralda que se extienden húmedos y brillantes por el oeste hasta la línea de frondosas colinas azuladas por la distancia y de distantes bosques, mientras que más cerca abarca la correcta afabilidad del césped y el cedro del Líbano cuyas ramas son como la oscuridad hecha palpable, y la amenazadora adustez de los pinos más altos del bosque que irrumpe pendiente abajo, con el apretado tejido de pardos y púrpuras de sus ramas desnudas, a partir del estanque que está al borde de la colina.
Traducción de Enrique Hegewicz
2. Pero entonces, poco después de presentar la situación de partida (dos mujeres, mansión, marido/primo ausente por estar combatiendo en la guerra) aparece el detonante del conflicto (mujer de clase inferior que revela información sobre el estado del marido/primo) y ya no pude dejar de leer. En casi cualquier sinopsis de la novela que se puedan echar ustedes a los ojos les desvelarán qué es lo que pasa con el personaje masculino, pero yo en su lugar las evitaría. Estoy en contra de las sinopsis, de los tráilers y de las toallas que no rascan.
3. La narradora —la prima del soldado— es muy cursi. Esto perjudica a la novela en algunos momentos (porque la buena mujer llega a ponerse bastante cargante con su romanticismo idealista) pero le favorece en otros (porque lo cierto es que uno de los temas principales es el amor romántico).
4. Como en la mayoría de las novelas inglesas, se insiste mucho en las diferencias de clase. Ricos vs. pobres. La narradora no desaprovecha la menor ocasión para decir que las manos de Margaret (mujer de clase inferior) le parecen horripilantes, y encima viste como un espantajo. Lo repite veinte veces, por lo menos. Clasista, además de cursi.
5. Como la novela no está narrada por los protagonistas sino por un personaje testigo que no está presente en las escenas más íntimas, hay ciertas elipsis inevitables. Inevitables y magníficas. La del final del capítulo IV me parece antológica, con una frase de remate que pone la piel de gallina.
6. Mientras la leía no dejaba de pensar en una posible adaptación al cine (ya se ha hecho). Hay una escena en concreto que me encantaría ver en una película. Un personaje va a ver a otro a su casa, está impaciente (por buenas razones) pero tiene que esperar un buen rato a que el otro aparezca. La narradora no ahorra detalles de esa espera. En cine tendría que ser en tiempo real y, gracias a los movimientos de cámara y a la interpretación de la actriz, el espectador debería ser capaz de entender qué está pasando por la mente del personaje.
7. Hacia el final de la novela se dan algunas explicaciones que no han envejecido bien y resultan innecesarias. ¿Recuerdan ustedes cuando al final de Psicosis un experto explica qué ha pasado con la mente de Norman Bates? Pues algo así.