Cada vez que oigo la palabra asbestos me siento mal, como si fuese el detonante de una orden posthipnótica. Hay un pequeño punto en mi cerebro que cede cuando la oigo, una ligera presión, un escalofrío que se prepara pero no acaba de llegar. Me paso varios minutos repitiéndola... asbestos, asbestos... y entonces sé que ya no voy a dormir bien esa noche.
El problema es que no creo en ella, no creo que sea una palabra de verdad. Tengo la sospecha de que yo mismo la he inventado durante un sueño. Recuerdo haber soñado con ella. Por eso, que aparezca periódicamente en el mundo de la vigilia sólo puede ser un desliz en el trazado de las fronteras, o una advertencia.
26 June 2013
20 June 2013
De docentes, decimales y armonía
De pequeño se me daban fatal las divisiones con decimales. Me habían enseñado un millón de reglas sobre comas que se desplazan y ceros que aparecen de la nada dependiendo de si los decimales aparecen en el divisor o en el dividendo y de cuántos decimales aparecen en cada uno de ellos. Un lío, vamos. Y yo sudaba, sufría y desesperaba.
Hasta que un buen día, de manera fortuita, se me presentó delante la clave de la cuestión: si se multiplican los dos términos de una división por el mismo número, el resultado sigue siendo el mismo. ¡Tate!, me dije. Para librarme de las comas en una división basta con que multiplique los dos términos por 10, 100, 1.000... (un uno seguido de tantos ceros como decimales haya) y, cuando ya no tenga las comas, sólo tengo que dividir los términos normalmente, como hago siempre. A partir de ese día, no hubo división con decimales que se me resistiera.
Un buen profesor me habría dado la clave. Pero los buenos profesores escasean. Y fracasar es fácil.
Uno de mis mayores fracasos como profesor particular, por ejemplo, fue mi total incapacidad para hacer entender a una alumna de 14 años que no podía sumar las fracciones a las bravas (denominador + denominador, numerador + numerador) sino que tenía que reducirlas a un denominador común.
Ay, todavía me duele. Tendría que haber recurrido a tartas, naranjas, pizzas, no sé... Pobrecilla, mi alumna.
Pues bien, todo esto viene por lo siguiente: John Powell es el profesor de música que siempre quise tener y nunca tuve.
Adoro este libro.
Hasta que un buen día, de manera fortuita, se me presentó delante la clave de la cuestión: si se multiplican los dos términos de una división por el mismo número, el resultado sigue siendo el mismo. ¡Tate!, me dije. Para librarme de las comas en una división basta con que multiplique los dos términos por 10, 100, 1.000... (un uno seguido de tantos ceros como decimales haya) y, cuando ya no tenga las comas, sólo tengo que dividir los términos normalmente, como hago siempre. A partir de ese día, no hubo división con decimales que se me resistiera.
Un buen profesor me habría dado la clave. Pero los buenos profesores escasean. Y fracasar es fácil.
Uno de mis mayores fracasos como profesor particular, por ejemplo, fue mi total incapacidad para hacer entender a una alumna de 14 años que no podía sumar las fracciones a las bravas (denominador + denominador, numerador + numerador) sino que tenía que reducirlas a un denominador común.
Ay, todavía me duele. Tendría que haber recurrido a tartas, naranjas, pizzas, no sé... Pobrecilla, mi alumna.
Pues bien, todo esto viene por lo siguiente: John Powell es el profesor de música que siempre quise tener y nunca tuve.
Adoro este libro.
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Batallitas,
Fíense de mí
16 June 2013
Los mentirosos más temibles
"I can trust a cynic and a conman, but I can't trust a hypocrite. Because the hypocrite doesn't know when she's lying and that's the most dangerous liar of them all."
The Good Wife, 4ª Temporada, Episodio 6
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Citas
13 June 2013
Canciones que deberían ser más conocidas (VIII)
Ritmo marcial. Acoples. Momentos óptimos para la interjección (0:37, 1:27). Final de telaraña. Y, sobre todo, un magnífico estribillo en punta, resultante del simple alargamiento de la última sílaba del verso anterior.
Ahora ya lo sabemos. También se puede lograr así.
08 June 2013
Aquí hay gato encerrado
En This is 40 (película de Apatow recomendable con reservas) dos personajes entablan conversación en una fiesta. Uno le pregunta al otro si le gustan los Beatles y el otro responde: "¿A quién no le gustan los Beatles?"
No, no voy ser yo quien diga que no le gustan los Beatles (aunque tengo que reconocer que he estado a punto de hacer un "A mola, B es una mierda" con los Kinks y los Beatles). Pero sí debo decir que nunca escucho a los Beatles por iniciativa propia porque hay algo en su sonido que me llega a irritar.
Creo que es la voz de Paul McCartney. Aunque también puede ser la armonía entre su voz y las del resto. No estoy seguro. Es algo que me chirría, por ejemplo, en ese "Ah, look at all the lonely people..." de Eleanor Rigby.
Me molesta.
Y también ese "dooo" de "Where do they all belong..."
Algún día me gustaría tener los suficientes conocimientos de música como para dar una explicación técnica.
Moraleja. Que sí, que los Beatles son el máximo común divisor del pop planetario, el tópico de conversación ideal para fiestas donde no conoces bien a la gente, pero eso los convierte también en el blanco perfecto del pejiguerismo.
No, no voy ser yo quien diga que no le gustan los Beatles (aunque tengo que reconocer que he estado a punto de hacer un "A mola, B es una mierda" con los Kinks y los Beatles). Pero sí debo decir que nunca escucho a los Beatles por iniciativa propia porque hay algo en su sonido que me llega a irritar.
Creo que es la voz de Paul McCartney. Aunque también puede ser la armonía entre su voz y las del resto. No estoy seguro. Es algo que me chirría, por ejemplo, en ese "Ah, look at all the lonely people..." de Eleanor Rigby.
Me molesta.
Y también ese "dooo" de "Where do they all belong..."
Algún día me gustaría tener los suficientes conocimientos de música como para dar una explicación técnica.
Moraleja. Que sí, que los Beatles son el máximo común divisor del pop planetario, el tópico de conversación ideal para fiestas donde no conoces bien a la gente, pero eso los convierte también en el blanco perfecto del pejiguerismo.
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Entusiasmos que no comparto
29 May 2013
Visitas a la bibliotecaria: "La gran estafa. Alfaguara, Planeta y la novela basura" de Manuel García Viñó
La gran estafa. Alfaguara, Planeta y la novela basura
Manuel García Viñó, 2005
Ediciones VOSA, 2005
471 págs.
No vamos a negar que el título tiene gancho.
Al autor se le conoce, mayormente, por ser el responsable de La fiera literaria (el blog favorito de Javier Marías) y por haberse dado de tortas con Vicente Molina Foix en el programa aquel de Fernando Sánchez Dragó: Negro sobre blanco.
También es el inventor de una cosa que él llama 'crítica acompasada' que consiste, más o menos, en ir comentando una novela línea por línea como quien wasapea de broma con los colegas a costa de, qué se yo, Quién quiere casarse con mi hijo. Para que se vayan familiarizando con don Manuel y con su método, les dejo un ejemplillo:
"Un día, en otro aeropuerto, vi a un hombre que me recordaba a un ex amante.
[Esta frase es de una novela de Rosa Montero. Ahora viene el comentario de García Viñó...]
¡Qué mosita más modelna!, exclama el lector verecundo e inocente. Las Rosas, la Almu, la Etxecheberría, la Torres... Se pasan la vida de amante en amante y sigo para delante y cantando aquello de jodiendo espero / al hombre que yo quiero, ... Son verdaderamente expertas en la materia. No digo en la literaria, claro."
Ahí lo tienen: García Viñó. Quédense con el nombre. O no. Probablemente él tampoco querría irse de vinos con ustedes.
¿Que por qué se me ha ocurrido sacar esta cosa de la biblioteca? ¿Qué necesidad tenía?
Una de las muchas bobadas que circulan por los ámbitos de la Teoría de la Literatura es el concepto de lector modelo, de Umberto Eco. Para que se hagan una idea: el invento este ni siquiera tiene su propia entrada en la Wikipedia. De hecho, ni siquiera merece la pena que explique en qué consiste. Lo que me interesa del concepto en cuestión es que, mientras las universidades de todo el mundo se llenan la boca hablando del lector modelo, nadie hasta ahora (que yo sepa) ha introducido en los estudios literarios el concepto de lector cabrón.
A García Viñó le sacan de quicio los anacolutos, las faltas de concordancia, las incorrecciones léxicas, las metáforas afectadas, las rimas asonantes que se cuelan en la prosa (estoy seguro de que el sintagma 'el concepto de lector modelo de Umberto Eco' le provocaría urticaria)... ¡Y se los encuentra a cientos a cada paso! Le molesta que la Montero sea tan ligerita, que la Grandes hable mucho de culos, que el Marías hable de las putas con poco aprecio... Vamos, que no hay forma de tenerlo contento.
Mi opinión es que la Literatura saldría ganando si hubiese más escritores que, a la hora de ponerse a escribir, pensaran menos en el lector modelo y más en el lector cabrón.
Y por eso he sacado el libro. Porque hay que conocer al lector cabrón. Aunque duela. Aunque joda. Y jode, sí. Porque a veces hasta tiene razón.
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Visitas a la bibliotecaria
25 May 2013
Entusiasmos que no comparto
No, no y no. Tres noes, tres:
1. Carey Mulligan
Siempre que la veo me da la sensación de que la lluvia la acaba de sorprender en la calle sin paraguas. Tiene cara de estar incubando un catarro. La miro y sólo pienso en prepararle un frenadol.
2. Stoker
Si los actores fueran coreanos, como el director, quizá le vería la gracia: los orientales tienen misterio, uno no puede estar seguro de qué se les pasa por la cabeza. Con actores occidentales, siempre dispuestos a poner cara a las emociones, la cosa se vuelve tonta, sin encanto, como una exhibición de fuegos artificiales un martes a las once de la mañana.
3. Juego de tronos
Tedio.
Ver, la veo, sí, pero la mayor parte del tiempo estoy pensando en sus defectos. Al resto del equipo quizá no, pero a los guionistas les encanta el cartón piedra. El 90% de las escenas está compuesto de diálogos entre dos personas, una de las cuales es "más mala" que la otra; hay amenazas, ceños fruncidos, presagios de un futuro oscuro y, después, todo sigue igual.
Lo sé, yo también veo las señales: con la edad me estoy convirtiendo en un contertulio de Garci.
1. Carey Mulligan
Siempre que la veo me da la sensación de que la lluvia la acaba de sorprender en la calle sin paraguas. Tiene cara de estar incubando un catarro. La miro y sólo pienso en prepararle un frenadol.
2. Stoker
Si los actores fueran coreanos, como el director, quizá le vería la gracia: los orientales tienen misterio, uno no puede estar seguro de qué se les pasa por la cabeza. Con actores occidentales, siempre dispuestos a poner cara a las emociones, la cosa se vuelve tonta, sin encanto, como una exhibición de fuegos artificiales un martes a las once de la mañana.
3. Juego de tronos
Tedio.
Ver, la veo, sí, pero la mayor parte del tiempo estoy pensando en sus defectos. Al resto del equipo quizá no, pero a los guionistas les encanta el cartón piedra. El 90% de las escenas está compuesto de diálogos entre dos personas, una de las cuales es "más mala" que la otra; hay amenazas, ceños fruncidos, presagios de un futuro oscuro y, después, todo sigue igual.
Lo sé, yo también veo las señales: con la edad me estoy convirtiendo en un contertulio de Garci.
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