13 March 2019

Un cuento al mes: La ley de la gravedad, de Joe Hill


Cuando yo tenía doce años mi mejor amigo era hinchable. Se llamaba Arthur Roth, lo que lo convertía además en un hebreo hinchable, aunque en nuestras charlas ocasionales sobre la vida en el más allá no recuerdo que adoptara una postura especialmente judía. Charlas era lo que más hacíamos —pues, dada su condición, las actividades al aire libre estaban descartadas— y el tema de la muerte y lo que pude haber después de ella surgió más de una vez. Creo que Arthur sabía que tendría suerte si sobrevivía al instituto.

Traducción de Laura Vidal



Hijos de médicos que deciden estudiar Medicina. Hijos de abogados que deciden estudiar Derecho. Hijos de empresarios que deciden no estudiar. ¿Qué lleva a un hijo a seguir el camino de su padre? ¿Es lo mismo que lleva a un hijo de Stephen King a escribir cuentos y novelas de terror?

Seguro que Joe Hill lo ha contado en alguna entrevista. Háganme el favor y búsquenla. En serio, ahórrenme tener que buscarla. Les citaré en los créditos.




Un sinnúmero (no los he contado) de lectores declara —en Goodreads— que este cuento les hizo llorar a moco tendido. ¿De verdad es para tanto?

Bueno, la cosa va del amigo hinchable (y judío) del prota y pronto nos damos cuenta de que el niño no es hinchable porque sí, es hinchable por metáfora. En concreto, por metáfora de la vulnerabilidad en un mundo lleno de abusones.

Puede parecer una idea facilona y cursi —«pobrecito Arthur, demasiado frágil para la vida entre personas de carne y hueso»— pero, en la frontera entre lo sentimental y lo sensible, Joe Hill se las apaña para mantenerse del lado de aquí. Gracias, quizá, a un tono propio del realismo sucio, más que de la fábula o del cuento de hadas.

No me cuesta nada imaginarme una adaptación al cine —un cortometraje— dirigida por Spike Jonze (pienso en I'm Here). El título original está muy bien puesto: Pop Art.

Probablemente, este sea el relato más inspirado que ha escrito nunca Joe Hill. Yo, al menos, me he leído otros escritos por él y no me han parecido inspirados en absoluto.

Si lo leen, recordarán siempre (o un mínimo de un año) la frase final.

03 March 2019

A Dios también se le llama coincidencia

¿Han vivido ustedes alguna coincidencia asombrosa, increíble, extraordinaria hasta el punto de lo sobrenatural? Yo sí. Esta es mi historia:

Septiembre de 2005. Acababa de tomar la decisión de no mudarme a París por amor y volvía a casa en metro pensando si había hecho bien.

Nos habíamos conocido en mayo y llevábamos casi cuatro meses viviendo juntos. Por diversas cuestiones que no merece la pena contar, era imposible seguir juntos en Madrid; se volvía a Francia con su gente. Ninguno de los dos quería una relación a distancia, así que yo tenía que elegir entre irme también a París y darle una oportunidad al amor, o quedarme en Madrid y seguir con mi vida. Y había decidido quedarme. ¿Por los motivos correctos?

Salgo del metro en la estación de Francos Rodríguez. Me paro en un semáforo de la Glorieta de Rocío Dúrcal, justo detrás de una mujer y de un niño de unos siete años. El niño lleva una camiseta blanca con un dibujo en la espalda. El dibujo me señala:


«Tienes miedo». Escrito en francés.

¿Qué probabilidades había de que yo me cruzase con ese niño, con esa camiseta justo después de haber decidido no mudarme a París por amor? ¿Cómo no pensar que el universo me estaba mandando un mensaje? ¿Cómo no sentirse observado por un poder superior? ¿Cómo no sentirse un cobarde?

Durante algún tiempo pensé que me lo había imaginado todo, que la camiseta de aquel chaval no tenía ningún dibujo en la espalda. Nunca he vuelto a ver ninguna igual.

Pero no. No fue mi imaginación. Esas camisetas existen.


Quizá no fue un mensaje del universo. Quizá ninguna coincidencia es un mensaje del universo, por mucho que lo parezca. No lo sé. No me mudé a París.

22 February 2019

Un reparto de asesinos, de Sidney D. Kirkpatrick: sime

1. Caso real:
1922 - Encuentran a William Desmond Taylor —actor y director de cine— muerto en su casa. De un tiro. Aunque hay varios sospechosos, la fiscalía no llega a imputar a nadie.  
1967- King Vidor —director de cine también— decide rodar una película sobre el caso. Se documenta, investiga. Lo que descubre le hace abandonar el proyecto. 
1986 - El periodista Sidney D. Kirkpatrick publica A Cast of Killers, una novela en la que reconstruye la investigación de Vidor basándose en las notas que este dejó a su muerte y en los testimonios de los implicados que todavía siguen con vida.  
2019 - Me leo la novela.
2. De todas las películas que se rodaron en la etapa del cine mudo apenas se conserva un 20% (siendo generosos). Más allá de Chaplin, el público no especializado sabe poco de ese mundo.
Digresión: cuando yo era niño ya empezaba a ser una rareza ver cine mudo en la tele. Hoy en día la rareza es ver cine antiguo en blanco y negro, aunque sea sonoro. Incluso entre la gente interesada en el cine: la mayoría de los jóvenes cinéfilos del siglo XXI no han visto nada más antiguo que Psicosis
Como ventana a esa etapa —o agujerito, más bien— el libro resulta interesante y valioso.

3. Conviene leerlo con internet al lado, porque da unas ganas terribles de ver fotos de toda la gente que nombran. Eso sí, no busquen información del caso o corren el riesgo de que les destripen el final.

4. Como novela no es especialmente buena. Los personajes a los que Vidor va interrogando (algunos de ellos verdaderos mitos de la pantalla) apenas están caracterizados. Los diálogos son meramente funcionales, informativos, planos. Las escenas que tienen que ver con la situación personal de Vidor en el momento de la investigación (crisis de pareja) no llegan a molestar (son breves) pero caen del lado de lo irrelevante.

5. Más que a una novela se parece al guión de uno de esos documentales con muchas entrevistas a cámara. Se podría haber escrito en forma de reportaje periodístico y no nos habríamos perdido gran cosa. Aunque tampoco habríamos ganado gran cosa, la verdad. Esto no deja de ser una especie de piropo: Un reparto de asesinos es lo más cerca que una novela puede estar de un reportaje periodístico sin que nos perdamos lo bueno del reportaje periodístico.

6. El caso se presta a teorías conspiratorias varias. La prensa sensacionalista lo aprovechó para airear asuntos turbios de Hollywood. Drogas. Sexo. Relaciones ocultas. Cuando los policías llegaron al lugar del crimen se encontraron a varios conocidos de Taylor que, alertados por los estudios del hallazgo del cuerpo, se habían presentado rápidamente en la casa de Taylor con intenciones no demasiado claras. ¿Contaminaron las pruebas para ocultar algún secreto? ¿Por qué los datos que se hicieron públicos en la prensa no coincidían con los de los informes policiales? ¿Por qué los distintos fiscales que se ocuparon del caso no llegaron a imputar a nadie? Lo interesante es que la novela da pie a reflexionar sobre qué puede hacer que una conspiración triunfe.

7. Hacia el final del libro el lector entra en la típica espiral «no puedo soltarlo, ¡necesito saber!» propia del género de misterio. Así que bien, deja buen de sabor de boca, incluso a pesar de que la resolución no resulte especialmente sorprendente.

10 February 2019

Cosas oídas en lugares públicos


Un hombre de unos cuarenta años con aspecto bohemio pasea con un niño pequeño por el parque. El niño va en triciclo. El hombre le anima a ir más rápido. Le dice: 
«¡Hasta el infinito y más allá! ¡Budweiser! No, Budweiser no. Buzz Lightyear».


En el autobús, una niña de unos siete años le dice de pronto a su madre:
«Tú eres la Bella Durmiente en Venezuela los sábados y los domingos».


Dos treintañeros hablan en una plaza. Uno le dice al otro: 
«Que sea inteligente. Eso se agradece en una chica. Porque tener una chica tonta...»


Escaleras de entrada a una estación de metro. Un chico habla por el móvil, a gritos, muy enfadado:
«¡En pleno Madrid me dices "en unas escaleras"! ¿¿Pero tú sabes cuántas escaleras hay en Madrid, papá??»

27 January 2019

Estos son mis principios (V)


La llevaba tan incrustada en la conciencia, que, al parecer, me pasé el primer año de colegio convencido de que todas y cada una de mis profesoras eran mi madre disfrazada. Echaba a correr en cuanto sonaba el timbre de salida, e iba todo el camino preguntándome si llegaría a casa con tiempo para pillar a mi madre antes de que volviera a transformarse. Pero siempre, invariablemente, la encontraba ya en la cocina, poniéndome el vaso de leche con galletas.

El mal de Portnoy, PHILIP ROTH

[Traducción de Ramón Buenaventura]

20 January 2019

Las mejores oberturas, las de Los Chunguitos


Escuchen, por favor, los primeros 10-30 segundos —la introducción instrumental— de las canciones que les listo a continuación (en cada título tienen el enlace al correspondiente vídeo de Youtube).
En la chabola 
Ven gitana mía 
Me quedo contigo 
Porque pasó lo que pasó 
Soy un perro callejero
Embustera 
La paya 
Sagre caliente 
Pa ti pa tu primo 
Dame veneno 
Por la calle abajo
Si no sienten un escalofrío de emoción con al menos una de ellas, cierro el blog.

10 January 2019

Los mayores simes de 2018 (películas)

Se da la coincidencia de que la mayoría de las películas que he visto en 2018 se estrenaron en España en 2018, así que en esta lista no van a encontrar películas de otros años. ¿Y Roma? ¿Dónde esta Roma? ¿Acaso no he visto Roma? La he visto, sí. Pero no: no está entre mis favoritas del año (les amenazo desde ya con un próximo entusiasmos que no comparto dedicado a Roma).

Las que sí están:


1. Call Me By Your Name, de Luca Guadagnino

La primera herida


2. Hereditary, de Ari Aster

El arte de volar cabezas


3. Todos lo saben, de Asghar Farhadi

Farhadi, el mejor guionista de este siglo


4. The Florida Project, de Sean Baker

No (ha) lugar


5. Custodia compartida, de Xavier Legrand


El terror cotidiano


6. El hilo invisible, de Paul Thomas Anderson


Haciendo seda las retinas


7. Noche de juegos, de John Francis Daley y Jonathan Goldstein

La mejor comedia del año, ni más ni menos


8. American Animals, de Bart Layton

Un nuevo género


9. Mandy, de Panos Cosmatos

No habíamos visto nada igual


10. Burning, de Lee Chang-dong

No sabíamos qué era lo que no estábamos viendo