13 December 2020

La cicatriz, de Bruce Lowery: sime

1. ¡Qué maravilla! Coges un libro del que apenas sabes nada, te pones a leerlo sin expectativa alguna y al rato te encuentras con que no puedes soltarlo hasta la última línea. Y solo por eso ya lo aprecias más.

2. ¿Literatura juvenil? Sí, pero no solo. Leída en la adolescencia te puede dejar marcado. Como Rebeldes. Como El guardián entre el centeno. Pero pobres los lectores adolescentes que se acerquen a La cicatriz porque apenas encontrarán nada que los reconforte. Incluso leída en la madurez resulta bastante desoladora.

3. Justo hoy he leído que Harry Whittington, un escritor de novelas pulp, daba el siguiente consejo para crear novelas imposibles de abandonar: "El suspense es mayor cuando algún personaje que amamos elige una alternativa que odiamos". Bruce Lowery estaría de acuerdo.

4. Se publicó en 1960 —en francés— y está ambientada en 1944, pero apenas se le notan los años. Madera de clásico, podríamos decir.

5. En las ficciones que tratan el problema del acoso escolar me suele molestar la simplificación: el niño malo popular se mete con el niño bueno diferente. No digo que a veces no se reduzca a una cuestión tan simple como esa, pero en mi colegio siempre tuvo más que ver con las dinámicas de grupo. Todo grupo es excluyente por definición. Asombra que La cicatriz haga tan pocas concesiones al tratar ese tema. Asombra la concentración de matices. La sencillez con que el autor introduce temas secundarios (diferencia de clases, religión) que dan complejidad a la novela.

6. Igual me flipo, pero me ha parecido mejor que otras novelas cortas mucho más populares y renombradas (pienso en Zweig, en Turguenev, en Uhlman, en Steinbeck, por ejemplo). Aunque está descatalogada, en España no es difícil encontrarla de segunda mano por menos de 5 euros. Quedan avisados. 

7. Tengo mis reservas con el final, tan efectista, pero no voy a negar que me ha roto un poco el corazón. 

29 November 2020

5 recomendaciones: libros de cuentos

 Para ti que...


1) Buscas un mezcladito de cuentos de distintos géneros, tanto de gama realista como fantástica. Te hace gracia este comienzo. De los libros de cuentos te dan pereza las diferencias de calidad (a veces enormes) entre unos y otros; lo tuyo son los álbumes de Grandes Éxitos.

Doce historias y un sueño, de H. G. WELLS





2) Te reíste a carcajadas con Mi familia y otros animales. No te amedrenta la posibilidad de leer un relato de terror que podría hacerte sudar cada vez que entres en una habitación dominada por un espejo.

La excursión, de GERALD DURRELL





3) En su día no discutiste que un compositor de canciones mereciese ganar el Nobel de Literatura así que tampoco vas a discutir que un cómic merezca estar en esta lista. Como antídoto a Veneno (la serie), buscas una lectura que te emocione con sensibilidad y sutileza.

El olmo del Cáucaso, de TANIGUCHI & UTSUMI





4) Crees que las mujeres merecen una representación en la narrativa mejor que la que han tenido hasta ahora en manos de una gran parte de los autores de género masculino. No sueles apreciar el humor negro. Los cuentos muy cortos te dejan siempre a medias.

Pequeños cuentos misóginos, de PATRICIA HIGHSMITH





5) Odias leer, no sabes cómo has llegado a este estúpido blog, escrito por el típico frustrado pedante que presume de buen gusto para quedar de guay, y ni loco te acercarías a ninguna de las mierdas que se recomiendan en esta entrada.

Crónicas marcianas, de RAY BRADBURY






Esta vez no he recurrido al clickbait.

15 November 2020

Filias literarias

Finalmente en ese momento entró la mucama con varios platos. Digo felizmente, porque yo no sabía ya qué decir, ni qué hacer, ni dónde mirar. Me sentía molesta, como si estuviese moviéndome desnuda delante de un espejo. 

***

¡En cambio él! Yo nunca podré olvidar la cara de él, el día del casamiento, aquella cara como achicharrada, como un papel que se quema y se arruga, como un globo que se desinfla. Y los ojos, aquellos dos ojitos que brillaban, enrojecidos, como dos granos que asoman por un tajo de la corteza de una granada seca y podrida. Ni una sola vez miró a la novia, ni le habló, ni le tomó las manos. Estaba junto a Rosaura como un chico al que le han encargado vigilar un cadáver.

***

Físicamente ustedes lo conocen. Un gurrumino. Las piernas, el cuerpo, los brazos, todo lo tiene hecho a escala reducida. No es un hombre. Es la maquette de un hombre, la muestra gratis.

***

Pero estaba atento a lo que yo le diría. Se quedó en esa actitud especialísima del que mira para un lado y simultáneamente aguza el oído hacia el lado opuesto. 



Rosaura a las diez, MARCO DENEVI

08 November 2020

Una casa y su dueño, de Ivy Compton-Burnett: sime

1.  A menudo se compara a Ivy Compton-Burnett (1884-1969) con Jane Austen. En su prólogo para la edición de A House and its Head de NYRB, Francine Prose dice «Jane Austen on bad drugs» (una Jane Austen muy fumada, traduciríamos en España si fuese una película). Mi aportación a la comparativa: con los planos de Jane Austen para una casa señorial de campo, Ivy Compton-Burnett va y te hace un panteón románico.

2. De Austen tenemos todo ese mundo de familias pudientes y no tan pudientes de la campiña inglesa del XIX, médicos, damas solteras y clérigos que se hacen visitas, se devuelven las visitas, conversan sobre la mejor manera de ajustarse a las convenciones sociales, calculan matrimonios, rentas y herencias, se hacen los virtuosos, cotillean. En definitiva: hablan. Hablan mucho y con un estilo muy pero que muy formal.  

3. Una diferencia fundamental con respecto a Austen: no hay una heroína protagonista que al final gana algo (sabiduría, un marido).

4. La novela se compone de un 99% por cierto de diálogos en estilo directo y un 1% de indicaciones del narrador sobre el aspecto de los personajes y el espacio en el que se encuentran al empezar cada conversación. Ese 1% es tan escueto que la sensación predominante es la de estar asistiendo a una representación teatral con los ojos vendados.  

5. El lector tiene que poner mucho de su parte. A menudo resulta difícil saber si un personaje está
 
    (1) hablando en voz alta para todo el grupo, 
    (2) hablando en voz baja solo para un personaje del grupo que 
        [a] le contesta, 
        [b] no le contesta,
    (3) hablando para sí mismo.

6. Por lo que he dicho hasta ahora igual no lo parece pero es una novela bastante divertida. Hay giros inesperados. Un pequeño caso criminal. Sordidez (siempre fuera de escena). Villanos en la sombra. Dúos cómicos. Al menos la mitad de los personajes tienen un punto humorístico. Metepatas. Con tendencia al sarcasmo. Ridículos que se ponen en evidencia... Eso sí: es un humor de media sonrisa.

7. Una frase que me guardo para mi vida cotidiana:

    —Qué pesadez que la excepción confirme la regla.

[Traducción de Bettina Blanch Tyroller]

30 October 2020

Estos son mis principios (XIII)


Era el peor de los tiempos, era el peor de los tiempos.

Otoño, ALI SMITH

[Traducción de Magdalena Palmer]

18 October 2020

Moby Dick: en busca de la traducción perfecta



His story being ended with his pipe's last dying puff, Queequeg embraced me, pressed his forehead against mine, and blowing out the light, we rolled over from each other, this way and that, and very soon were sleeping.

Moby Dick, HERMAN MELVILLE


En esta ocasión no vamos a comparar la traducción del principio de la novela, sino la traducción del último párrafo del capítulo XII. ¿Por qué? Pues porque hace poco en las cuentas de Twitter de El cosmonauta, Nacho Cerrato y Cómete la sopa, Kafka se comentaron dos traducciones de ese párrafo casi opuestas y me entraron ganas de comparar el resto de traducciones de la novela.

La pregunta clave es: ¿qué hacen Ismael y Queequeg después de abrazarse y juntar las frentes?

Parece una pregunta sencilla, un lector angloparlante seguramente no tendría demasiadas dudas, pero ¿todas las traducciones al español dicen lo mismo?

Veámoslo.


* PENGUIN *



Su relato terminó con la última pitada a su pipa moribunda. Queequeg me abrazó, apoyó su frente contra la mía, apagó la luz de un soplido y nos volvimos la espalda en el lecho. Pronto nos quedamos dormidos.

Traducción de Enrique Pezzoni


Los personajes se dan la espalda y se duermen. La traducción de Pezzoni (de la novela en su totalidad, no de este párrafo concreto) se considera canónica. Es la preferida por muchos lectores (a ambos lados del Atlántico) y algunos traductores (como Andrés Barba) la mencionan como una referencia fundamental.

Por decir algo al margen de la polémica postural, se podría debatir si «pitada» y «lecho» son las mejores elecciones posibles, o si lo moribundo debería ser la pipa o la pitada.


* NAVONA *



Terminada su historia con la última bocanada moribunda de su pipa, Quiqueg me abrazó, apretó su frente contra la mía, y apagando la luz de un soplo, rodamos uno sobre otro, de acá para allá, y muy pronto nos quedamos dormidos. 

Traducción de José María Valverde


Los personajes ruedan uno sobre otro de acá para allá. Más movidito todo. ¿Más sexual? 

José María Valverde fue un traductor reputado. Hace poco en un librería de segunda mano, oí a una señora mayor con aspecto de profesora de universidad pedir específicamente la traducción de Moby Dick de José María Valverde; la edición o el estado del ejemplar la daba igual, pero tenía que ser la traducción de Valverde (por suerte, en la librería tenían uno). Sin embargo, no todo el mundo tiene tan buena opinión de su trabajo. Su traducción de Emma, por ejemplo, ha recibido bastantes críticas.

Pues estos son los equipos: personajes que se dan la vuelta vs. personajes que ruedan uno sobre otro. Traductores al español de Moby Dick, ¿en qué equipo estáis?



* ALIANZA *



Al acabar su historia con la última bocanada moribunda de su pipa, Queequeg me abrazó, presionó su frente contra la mía y, apagando la luz de un soplo, nos dimos la vuelta, uno para cada lado; y pronto nos quedamos dormidos.

Traducción de Maylee Yábar-Dávila


Se dan la vuelta. Además, se mantiene la referencia a los lados contrarios.

Por cierto, ¿prefieren ustedes la frente presionada, apretada (como decía Valverde) o apoyada (como decía Pezonni)?


* AKAL *


Terminada su historia con la última agonizante bocanada Queequeg me abrazó, presionó su frente contra la mía y, apagando la luz de un soplido, nos dimos la vuelta alejándonos el uno del otro, a este y aquel lado, y muy pronto estuvimos durmiendo.

Traducción de Fernando Velasco Garrido


Se dan la vuelta y, además, se alejan. Que corra el aire.

De todas las traducciones, es la única que no usa la expresión quedarse dormido. Tengo que decir que me resulta un poco extraño el tiempo verbal «estuvimos». Creo que me había extrañado menos «estábamos».


* VALDEMAR *



Concluida su historia con su última bocanada de humo, Queequeg me abrazó, presionó su frente contra la mía, y tras apagar la luz, nos separamos el uno hacia un lado, el otro hacia el otro, y nos quedamos dormidos enseguida.

Traducción de José Rafael Hernández Arias


Se separan cada uno a un lado. Queda implícito que se dan la vuelta.

Desaparece la pipa pero aparece el humo, que no es moribundo ni agonizante. Tampoco hay soplo ni soplido para apagar la luz.


* SEXTO PISO *



Terminó su relato con la última bocanada a la pipa. Queequeg me dio un abrazo, apoyó su frente contra la mía, apagó la luz de un soplido y nos dimos la espalda en la cama. No tardamos en quedarnos dormidos.

Traducción de Andrés Barba


Se dan la espalda. Andrés Barba es novelista, además de traductor. Su versión es la más tersa de todas. No sé si, debido a eso, enmascara un poco el estilo de Melville, más altisonante.


Conclusión: quizá la (evidente) ternura entre Ismael y Queequeg hizo que José María Valverde fantasease un poco en la oscuridad. No estoy seguro. No sé suficiente inglés como para determinar cuánta ambigüedad percibe un hablante angloparlante en ese «we rolled over from each other». Aunque me inclino a pensar que si Melville hubiese querido sugerir algo parecido a lo que sugiere Valverde, no habría optado por la preposición «from», asociada a los conceptos de distancia, separación. 

Se admiten aportaciones, cómo no.


* Entrada/post libre de chistes con el apellido Pezzoni.

09 October 2020

El hermano del famoso Jack, de Barbara Trapido: sime

1.  Advierto: algunos lectores no pueden evitar caer rendidos al encanto de esta novela. En la contracubierta María Semple —guionista y novelista especializada en comedia quirky— nos grita: «¡El mejor libro que he leído jamás!». Yo no diría tanto, pero caer he caído.

2. Amantes de los Glass de Salinger y de los Tenenbaums de Wes Anderson, les presento a los Goldman de Trapido, también intelectuales diletantes con tendencia a la pedantería, pero mucho menos atormentados. Disfruten de la compañía.  

3. Hace poco vi Normal People, la serie basada en la novela de Sally Rooney, y me pareció desesperante la poquísima inteligencia emocional de los protagonistas. Qué ganas todo el tiempo de matarlos a bofetadas. Y lo peor es que la serie encima romantiza esa estupidez. La supuesta sublimidad del tormento amoroso sufrido en silencio. En cambio, con los personajes de El hermano del famoso Jack tuve la sensación opuesta: ninguno de ellos se calla nada que le preocupe (o no por mucho tiempo). Y encima son asertivos y tienen sentido del humor. Qué gusto, amigos. Así sí.

4. Una cita que se me ha quedado pegada a la memoria:
¿Por qué las mujeres siempre estáis hablando de vuestras intimidades? Ponerse a escuchar las charlas de las mujeres es como sentarse en un grupo de apoyo.
[Traducción de José Manuel Álvarez Flórez]

Fuera de contexto puede parecer un cuñadismo sin más —algo que podría decir el personaje de Woody Allen en Annie Hall— pero, ay, en su contexto. En su contexto es como una de esas pullas amables que solo lanzas a alguien a quien aprecias. Un contexto deseable: también la novela es eso.

5. Si en literatura existe un talento consistente en dar a los capítulos la duración / la longitud perfecta, Barbara Trapido lo tiene. Entre otros muchos.

6. Los diálogos, por ejemplo. ¡Qué diálogos! Los más vivos y naturales que he leído en mucho tiempo. En ninguna de las intervenciones tiene uno la sensación de que habla la autora disfrazada del personaje, o de que se fuerza el ingenio en busca de la cita, del chiste o del guiño al lector. Diálogos sin costuras, podríamos decir (salvo en una o dos escenas, tampoco les voy a engañar).

7. Entre los tópicos que nunca jamás he dicho sobre una novela se encuentra este de aquí: «No quería que se terminase». Pues ya ha llegado el día: «¡No quería que se terminase!». Entre exclamaciones y todo.