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05 June 2022

Filias literarias


 

Pero el siguiente fue uno de los días más taciturnos de su vida. Todo cuanto queda reflejado en la expresión de los estúpidos y en las fotografías que salen mal se manifestó en el rostro de Giovanni durante todo el tiempo que estuvo con Ninetta en el patín.

***

Una noche en que dormía con la cabeza casi confundida con el pecho, mientras su respiración agitada hinchaba una tras otra cuatro o cinco esferas de carne confusamente cubiertas por un traje de hombre, su mujer, mirándolo con ternura, suspiró:
  
—¡El marido!

Ninetta se volvió esperando con ansiedad alguna observación poco oportuna. 

—¡El marido! —continuó la graciosa vieja—. ¿Qué es el marido? Al cabo de treinta años me lo sigo preguntando. ¿Qué es un marido? Los hijos, el padre, la madre son tu misma sangre, ¿pero el marido? A veces resulta muy extraño pensar qué es el marido. Y, sin embargo, se le quiere mucho.

***

Por fin se habló de belleza. Algunas buenas personas dijeron: «¡Es maravillosa! ¡Está guapísima! ¡Qué ojos....! ¡Cinco mil liras de traje!». Uno, más fino, dijo: «Va vestida de luz». 

***

Hay que añadir, además, que la historia más importante de Catania no es la de sus costumbres, ni la de su comercio, ni la de sus edificios ni la de sus revueltas, sino la historia de las miradas. La vida de la ciudad está llena de acontecimientos, amistades, peleas, amores e insultos solo en las miradas que se lanzan hombres y mujeres; en lo demás, es pobre y aburrida. Del secretario de la Provincia, Alberto Nicosia, muerto en la bañera un domingo por la tarde, la señora Peretta, después de cinco días de dolor desesperado, recordó toda su vida y las relaciones que lo unían a ella con estas sencillas palabras: «¡Ah, cómo me miraba!».



Don Juan en Sicilia
, VITALIANO BRANCATI


[Traducción de Ángel Sánchez-Gijón]

19 November 2021

Filias literarias


Respondió que estaba haciendo un análisis de una cadena de Markov sobre conducta de evitación condicionada. Carraspeó. Se disponía a contarnos más.

Nosotros maniobramos para evitarlo. Viramos como un banco de peces sincronizados. Un espectáculo precioso. Pavloviano. Una maravillosa danza de evitación condicionada. 

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Los demás estábamos petrificados, con los tenedores a medio camino de la boca, con las cucharas hundidas en los cuencos: así encontraron a la gente tras la erupción del Vesubio.

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El psicoanálisis era un fraude completo, decía, solo servía para elaborar una teoría literaria. Quizá cuando estabas concibiendo la trama de un libro, resultaba útil imaginar que la vida de las personas podía estar modelada por un único trauma infantil, incluso por uno inaccesible a la memoria, pero ¿dónde estaban los estudios a ciegas y los grupos de control?, ¿dónde estaban los datos susceptibles de ser reproducidos? 

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Tampoco tenía sentido contárselo a mi padre. Él no me permitiría que abandonase la escuela el segundo día. No podía ayudarme y, si lo intentaba, no haría más que meter la pata estrepitosamente. Los padres son demasiado ingenuos para los paisajes bosquianos de la escuela primaria.



Fuera de quicio
, KAREN JOY FOWLER


[Traducción de Santiago del Rey]

28 February 2021

Filias literarias


Al igual que la señora Gamp (a quien por cierto no se parece en nada excepto en la devoción que siente por la señora Tanqueray), estoy convencido de que la señora Preston podría amortajar alegremente a todos sus vecinos sin esperar nada a cambio. De hecho, creo que con frecuencia realiza esa clase de obra de caridad. Stephen afirma que a menudo nos mira con un destello de esperanza en los ojos al menor signo de indisposición por nuestra parte; desde luego no es de ese tipo de personas que se toman la enfermedad a la ligera.

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—No es una dama, señor, es más bien lo que yo llamaría una persona —dijo la señora Preston de manera tajante—.

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Una noche, para pasar el rato habían jugado al juego de la verdad, en el que se pide a todos que respondan a las preguntas con absoluta sinceridad: sí o no, o silencio. Creo que para muchos de los presentes decir la verdad era toda una novedad, y no es de extrañar que necesitaran organizar un juego tan elaborado cuando se trataba de algo que practicaban con tan poca frecuencia.

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El debate en sí mismo no deparó sorpresas. Cada facción expuso triunfalmente al otro los manidos argumentos sobre la guerra y la paz:

—¿Qué harías si vieras a un alemán atacando a tu hermana? —preguntaban los habitantes del pueblo de Crampton.

—No arrojaría una bomba sobre su tío —respondían los visitantes de Christminster. 



Los últimos hechizos
, ROBERT LIDDELL


[Traducción de Toni Hill]

15 November 2020

Filias literarias

Finalmente en ese momento entró la mucama con varios platos. Digo felizmente, porque yo no sabía ya qué decir, ni qué hacer, ni dónde mirar. Me sentía molesta, como si estuviese moviéndome desnuda delante de un espejo. 

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¡En cambio él! Yo nunca podré olvidar la cara de él, el día del casamiento, aquella cara como achicharrada, como un papel que se quema y se arruga, como un globo que se desinfla. Y los ojos, aquellos dos ojitos que brillaban, enrojecidos, como dos granos que asoman por un tajo de la corteza de una granada seca y podrida. Ni una sola vez miró a la novia, ni le habló, ni le tomó las manos. Estaba junto a Rosaura como un chico al que le han encargado vigilar un cadáver.

***

Físicamente ustedes lo conocen. Un gurrumino. Las piernas, el cuerpo, los brazos, todo lo tiene hecho a escala reducida. No es un hombre. Es la maquette de un hombre, la muestra gratis.

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Pero estaba atento a lo que yo le diría. Se quedó en esa actitud especialísima del que mira para un lado y simultáneamente aguza el oído hacia el lado opuesto. 



Rosaura a las diez, MARCO DENEVI