Hay que amar a los peatones.
Los peatones constituyen la mayor parte de la humanidad. Más que eso, su mejor parte. Los peatones crearon el mundo. Fueron ellos los que construyeron ciudades, erigieron edificios de muchas plantas, llevaron a cabo la canalización y la conducción de aguas, pavimentaron las calles y las iluminaron con farolas eléctricas. Fueron ellos los que extendieron la cultura por todo el mundo, inventaron la imprenta, crearon la pólvora, tendieron puentes sobre los ríos, descifraron los jeroglíficos egipcios, empezaron a usar la maquinilla de afeitar, acabaron con el tráfico de esclavos y establecieron que con las semillas de la soja se pueden preparar ciento catorce sabrosos y nutritivos platos.
Y cuando todo estuvo preparado, cuando nuestro planeta hubo adquirido un aspecto relativamente cómodo, aparecieron los automovilistas.
El becerro de oro, ILIÁ ILF & EVGENI PETROV
[Traducción de Helena-Diana Moradell]
Maravilla. Los peatones somos lo mejor. Y los automovilistas, especialmente los que te preguntan que porqué no tienes coche, si es súper práctico para las vacaciones, son lo peor.
ReplyDeleteDime que el resto del libro es tan bueno como su comienzo.
Pues la verdad es que no me lo he leído todavía. Pero ese comienzo es lo que me convenció de que merecía la pena hacerlo.
DeleteTengo un poder; poseo la dualidad peatón-automovilista en función de mis necesidades o prioridades. Soy casi un elegido.
ReplyDeleteEsta chorrada la he soltado tan solo para comentar la noticia que leí el otro en el periódico de mi ciudad, Segre, en el que hablaban de las distracciones en las que habían pillado los Mossos a conductor@s al voltante: atender el móvil, hasta aquí normal pero ahora empieza lo delirante; afeitarse, lavarse los dientes, amamantar a bebés e incluso marturbarse.
Aún ahora estoy flipando...
La que menos me sorprende es masturbarse. Hay semáforos muy aburridos.
Delete