No acepto el ofrecimiento de lectura porque no entiendo bien lo que otros me leen. Son más inteligentes mis ojos que mis oídos.
Helena, MACHADO DE ASSIS
[Traducción de Basilio Losada]
No acepto el ofrecimiento de lectura porque no entiendo bien lo que otros me leen. Son más inteligentes mis ojos que mis oídos.
Helena, MACHADO DE ASSIS
[Traducción de Basilio Losada]
A veces, cuando no tengo nada que hacer, me gusta cerrar los ojos e imaginarme la fiesta del cuadragésimo tercer cumpleaños de Joseph Goebbles. Me gusta creer que incluso en aquel ajetreado otoño de 1940, Hitler podría haber encontrado algo de tiempo para organizarle una fiesta sorpresa a su íntimo amigo, haber fingido durante semanas que la fecha se le había olvidado, ignorando deliberadamente las cada vez más enfurruñadas y torpes indirectas del Ministro de Propaganda y haber esperado hasta enviar la última de sus órdenes a los comandantes de submarino, la noche del martes 29 de octubre, antes de llevarse a Goebbles al bar de la Cancillería del Reich con algún pretexto. Un sonoro «Alles Gute zum Geburtstag!», una cascada de serpentinas, una risa aliviada con quizá alguna lágrima del propio Goebbles mientras abraza al Führer... y la fiesta podría empezar.
Dos chicas miran libros en la Fnac. Una de ellas abre un libro, lo cierra pocos segundos después y le dice a la otra:
«Un tío raro escribiendo una novela rara».
«Hay que cambiarlo. Tenemos que tener un planteamiento tres sesenta».
«Si tiene los ojos achinados, así pequeños, imagínate el cerebro».
«Claro, tú encima vivías en Madrid. Yo la verdad es que no tenía miedo. Nunca pensé que el SIDA fuese a llegar a Lugo».
Para ti que...
Al igual que la señora Gamp (a quien por cierto no se parece en nada excepto en la devoción que siente por la señora Tanqueray), estoy convencido de que la señora Preston podría amortajar alegremente a todos sus vecinos sin esperar nada a cambio. De hecho, creo que con frecuencia realiza esa clase de obra de caridad. Stephen afirma que a menudo nos mira con un destello de esperanza en los ojos al menor signo de indisposición por nuestra parte; desde luego no es de ese tipo de personas que se toman la enfermedad a la ligera.
***
—No es una dama, señor, es más bien lo que yo llamaría una persona —dijo la señora Preston de manera tajante—.
***
Una noche, para pasar el rato habían jugado al juego de la verdad, en el que se pide a todos que respondan a las preguntas con absoluta sinceridad: sí o no, o silencio. Creo que para muchos de los presentes decir la verdad era toda una novedad, y no es de extrañar que necesitaran organizar un juego tan elaborado cuando se trataba de algo que practicaban con tan poca frecuencia.
***
El debate en sí mismo no deparó sorpresas. Cada facción expuso triunfalmente al otro los manidos argumentos sobre la guerra y la paz:
—¿Qué harías si vieras a un alemán atacando a tu hermana? —preguntaban los habitantes del pueblo de Crampton.
—No arrojaría una bomba sobre su tío —respondían los visitantes de Christminster.
1. Todavía no me han convocado para ser jurado popular. Así que no, coaches del mundo, aunque lo desees con mucha fuerza, no todos tus sueños se cumplen. Menos mal que voy tirando con cosillas como Anatomía de un asesinato.
2. Esta novela es casi un manual para estudiantes de derecho. Y no digamos ya para autores de ficción judicial. Lo tiene todo: el abogado tramposillo, el juez campechano, el jurado que reacciona a las estrategias del abogado, el testigo poco fiable, el fiscal antipático, el vapuleo al perito sabihondo, los alegatos del abogado y del fiscal (larguísimos), el momento anecdótico que la prensa adora, el testigo sorpresa... TODO.
3. Vi la película hace años y me encantó. La he vuelto a ver después de leer la novela y he de decir que la película pierde un par de puntos con la comparación. Como quizás sabrán, el acusado es un militar que, poco después de enterarse de que el dueño de un bar ha violado a su mujer, lo mata a tiros. Pues bien [se vienen spoileres]:
- En la novela, casi desde el principio, se acepta como un hecho indudable que el muerto violó a la mujer del acusado; aunque falte la prueba definitiva (el semen) y aunque el fiscal intente presentar a la mujer como una casquivana. El meollo del juicio no es la violación sino el estado mental del militar en el momento de matar a tiros al violador. ¿Actuó con premeditación y alevosía o tuvo un arranque de "locura"?
- En la película, sin embargo, la pregunta clave es qué ocurrió la noche en cuestión entre la mujer y el muerto. ¿Hubo violación o fue una relación consentida que provocó al marido un ataque de celos? Si hubo violación, la reacción del marido no merece condena. Este planteamiento simplifica la complejidad legal del caso y resulta un tanto machista.
4. Si las novelas se pudiesen hermanar, como las ciudades, yo hermanaría Anatomía de un asesinato con Un juicio sangriento. Las dos plantean prácticamente el mismo conflicto: hasta qué punto el acusado era responsable de sus actos en el momento de cometer el crimen.
Viendo el segundo episodio de It's a Sin, se me ha ocurrido cómo podría ser una película —una secuencia— sobre el VIH al estilo Hitchcock:
Dos personajes que no se conocen entran en la misma discoteca. El espectador sabe que uno de ellos es seropositivo (circunstancia que el propio personaje ignora) y que el otro —el protagonista—no. Este último —el protagonista— está decidido a ligar esa noche. Vemos cómo fracasa en sus primeros intentos. De pronto (casi por sorpresa para el espectador) se topa con el personaje seropositivo.
A partir de ese momento, el público se debatirá entre el deseo de que los personajes —tan tan majos los dos— se líen y el miedo a que lo hagan.
Los personajes conversan. Tienen química. Se gustan. Se van juntos a la casa de uno de ellos. Allí se dan cuenta de que ninguno de los dos tiene condones. ¡Pero se gustan tanto! Para el espectador, el diálogo entre ellos resulta devastadoramente irónico. Se besan, se desnudan y entonces... Elipsis hasta la mañana siguiente. No sabemos qué ha pasado.
En realidad, ahora que lo pienso, más que Hitchcock sería estilo Brian De Palma.