2. ¿Literatura juvenil? Sí, pero no solo. Leída en la adolescencia te puede dejar marcado. Como Rebeldes. Como El guardián entre el centeno. Pero pobres los lectores adolescentes que se acerquen a La cicatriz porque apenas encontrarán nada que los reconforte. Incluso leída en la madurez resulta bastante desoladora.
3. Justo hoy he leído que Harry Whittington, un escritor de novelas pulp, daba el siguiente consejo para crear novelas imposibles de abandonar: "El suspense es mayor cuando algún personaje que amamos elige una alternativa que odiamos". Bruce Lowery estaría de acuerdo.
5. En las ficciones que tratan el problema del acoso escolar me suele molestar la simplificación: el niño malo popular se mete con el niño bueno diferente. No digo que a veces no se reduzca a una cuestión tan simple como esa, pero en mi colegio siempre tuvo más que ver con las dinámicas de grupo. Todo grupo es excluyente por definición. Asombra que La cicatriz haga tan pocas concesiones al tratar ese tema. Asombra la concentración de matices. La sencillez con que el autor introduce temas secundarios (diferencia de clases, religión) que dan complejidad a la novela.
6. Igual me flipo, pero me ha parecido mejor que otras novelas cortas mucho más populares y renombradas (pienso en Zweig, en Turguenev, en Uhlman, en Steinbeck, por ejemplo). Aunque está descatalogada, en España no es difícil encontrarla de segunda mano por menos de 5 euros. Quedan avisados.