Algo me pasa con Mathieu Amalric.
Empieza la película, aparece él en pantalla y enseguida sé que su personaje no me va a importar lo más mínimo, que sólo me va a producir indiferencia, como los berberechos en el arroz. Ya puede pasarlas canutas (hablamos del tipo que protagonizó La escafandra y la mariposa) que a mí me la refanfinfla.
Tendría que verlo haciendo de hermano pequeño de Isabelle Huppert. Él le echaría el humo del cigarrillo a la cara y ella le miraría con ese aire tan suyo de "si te murieses ahora mismo no movería ni una ceja". Creo que solo así conseguiría arrancarme alguna emoción. Compasión, claro.
20 September 2014
14 September 2014
Canciones que deberían ser más conocidas (XV)
Party - Envelopes
05 September 2014
Yo me sé uno
De pequeño mi chiste favorito no era el de Mis Tetas ni el del Fantasma de los Ojos Verdes, era uno que contaba Eugenio en este mítico disco de inquietante carátula. Siempre que en el recreo, en un cumpleaños o en una reunión familiar me veía en medio de una tormenta de chistes, yo participaba con el mismo.
La profesora entra en clase y se encuentra una caca encima de la mesa. Pregunta a los alumnos quién ha sido pero nadie responde. Niños, vamos a cerrar los ojos y el responsable escribirá su nombre en la pizarra; si lo hace, prometo no enfadarme. Cierran los ojos. Al fondo de la clase se empiezan a oír unos pasos que se van acercando poco a poco a la pizarra [Eugenio imita el ruido de los pasos acercándose: ploc, ploc, ploc]. Los pasos se detienen y se escucha entonces el sonido de una tiza en la pizarra [Eugenio imita el sonido de la tiza deslizándose por la pizarra, sss, sss, sss]. Después, los pasos vuelven poco a poco al fondo de la clase [ploc, ploc, ploc : Eugenio clava el descenso progresivo del volumen de los pasos]. Cuando la profesora y los alumnos abren los ojos, ven que encima de la mesa hay otra caca y en la pizarra pone: El cagador justiciero ataca de nuevo.
Me encantaba. Lo tenía todo. Desafío a la autoridad, misterio, un enmascarado carismático (yo me lo imaginaba como el Zorro), narrativa onomatopéyica y, sobre todo, caca. Nunca es tan fascinante la caca como cuando somos niños. Qué placer hablar de excrementos en público, transgredir el tabú. Y si hay adultos delante, mejor.
Terminaba de contar el chiste y también yo me sentía un poco cagador justiciero.
La profesora entra en clase y se encuentra una caca encima de la mesa. Pregunta a los alumnos quién ha sido pero nadie responde. Niños, vamos a cerrar los ojos y el responsable escribirá su nombre en la pizarra; si lo hace, prometo no enfadarme. Cierran los ojos. Al fondo de la clase se empiezan a oír unos pasos que se van acercando poco a poco a la pizarra [Eugenio imita el ruido de los pasos acercándose: ploc, ploc, ploc]. Los pasos se detienen y se escucha entonces el sonido de una tiza en la pizarra [Eugenio imita el sonido de la tiza deslizándose por la pizarra, sss, sss, sss]. Después, los pasos vuelven poco a poco al fondo de la clase [ploc, ploc, ploc : Eugenio clava el descenso progresivo del volumen de los pasos]. Cuando la profesora y los alumnos abren los ojos, ven que encima de la mesa hay otra caca y en la pizarra pone: El cagador justiciero ataca de nuevo.
Me encantaba. Lo tenía todo. Desafío a la autoridad, misterio, un enmascarado carismático (yo me lo imaginaba como el Zorro), narrativa onomatopéyica y, sobre todo, caca. Nunca es tan fascinante la caca como cuando somos niños. Qué placer hablar de excrementos en público, transgredir el tabú. Y si hay adultos delante, mejor.
Terminaba de contar el chiste y también yo me sentía un poco cagador justiciero.
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Batallitas
27 August 2014
Una anecdotilla de este verano
Al entrar en el palacio nos cruzamos con un grupo de turistas españoles que ya han terminado su visita y oímos que una de las mujeres del grupo le pregunta a otra:
"¿Abajo había algo que fotografiar?"
No dice ver, dice fotografiar.
Los indios tenían razón: la fotografía nos roba el alma.
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Mundo raro
28 July 2014
Propuesta para una Canción del Verano sin Enrique Iglesias
Instantánea, como el Nesquik.
No se me quejarán.
No se me quejarán.
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Fíense de mí
13 July 2014
La música me habla
A veces veo historias. En la música.
Aquí veo una pareja discutiendo.
En el minuto 2:06 uno de los dos se pone a llorar.
En esta otra veo un asesinato con arma blanca (desde Psicosis sabemos a qué suena un cuchillo).
No todo el mundo está de acuerdo conmigo. En una peli reciente (cuyo título no diré para evitar spoilers) la usan de banda sonora para una escena donde nadie mata a nadie: los médicos le acaban de decir a la protagonista que su hijo tiene una enfermedad muy grave. La Muerte al acecho, eso sí.
Y en esta composición genial no puedo evitar ver la extinción de la Humanidad (alegre que es uno).
Esta última tiene trampa. Era la sintonía de este programa de televisión de los 80 y las imágenes (no me digan que no) tienen un aire postapocalíptico que se ha quedado pegado a la música sin remedio. De pequeño me dejaba acongojado.
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Delirios y preguntas
29 June 2014
Simes y nomes del segundo trimestre
Sí o no, sin términos medios, porque la vida ya es lo bastante gris.
Lo real, de Belén Gopegui
Ocho horas al día. Cinco días a la semana. Veinticuatro días de vacaciones al año. Y ahí nos hemos plantado, como si no aspirásemos a más. Cuatro concesiones y nos sometemos sin causar demasiados problemas, incluso damos gracias por tener un sueldo. Pero Gopegui sabe que la felicidad no era esto, que necesitamos un héroe. Y nos lo da. Intuía que me iba a gustar pero no esperaba que me abdujese como lo ha hecho. Y no ha sido la ideología, no, ha sido la literatura.
Películas tristes, de Mark Lindquist
Unos pájaros, los robles; otros, los abetos. Cada árbol moldea el espacio con su copa de una manera característica. Cada pájaro tiene sus preferencias en cuestión de entramados de ramas y hojas. Este libro me gusta, no tanto por lo que cuenta (minicrisis existencial), como por el espacio que moldean sus sintagmas, sus oraciones, sus puntos y aparte... La textura. Soy pájaro de estas ramas.
Plataforma, de Michel Houellebecq
Mi primer Houellebecq. Prometo recuperar el tiempo perdido. Ojalá sea cierto que Michel se repite novela tras novela, como he oído tantas veces, porque con esta me lo he pasado en grande, sobre todo con la mala baba del principio (gran retrato de la dinámica de grupo: desconocidos catalogados en dos parpadeos: prejuicios que trabajan a la velocidad de la luz). Tampoco tiene precio el nudo en la garganta que se le queda a uno al terminar.
Ventajas de viajar en tren, de Antonio Orejudo
Podemos decir: puesta al día de las Novelas ejemplares de Cervantes; personajes que se encuentran y empiezan a contarse historias insólitas, grotescas, demenciales, calenturas de la imaginación. O también: concentrado Avecrem pero no de caldo de pollo sino de narración. Y por último: Orejudo es un escritor iconoclasta, efectista y castizo. Larga vida.
El primo Basilio, de J. M. Eça de Queirós
Mientras la leía no podía evitar pensar en dos cosas: en La Regenta (diferencias y parecidos: qué moderna El primo Basilio, 1878, al lado de La Regenta, 1884) y en el boom actual de las series de televisión (¿no están las series en el S.XIX de la narrativa televisiva?). Hay satisfacciones que sólo una novela decimonónica puede proporcionar.
Enemy, de Denis Villeneuve
Hipnótica. Desconcertante (como a mí me gusta, ya saben). La mejor de las películas que he visto en lo que va de año. Pienso en ella y se me pone la piel de gallina. Para que se hagan una idea: ni a Carlos Boyero ni a Jordi Costa les ha gustado, para uno es demasiado rara y para el otro no lo suficiente. No lo duden, hay que verla. Será (si es que no lo es ya) peli de culto.
The Kings of Summer, de Jordan Vogt-Roberts
Palabras que se pueden encontrar en las críticas de esta peli: adolescencia, amistad, verano, bosque, Walden, excéntrico, hipster, Sundance, fotografía, secundarios, entrañable, divertida, encanto, joya. Ahora resistan la tentación de pensar en merengue e imagínense una limonada fresquita con el punto justo de azúcar.
La gran familia española, de Daniel Sánchez Arévalo
No sé si es buena y tampoco me importa lo más mínimo. Es arrolladora y con eso me basta. Un consejo: lo mejor es que no se resistan: cuando terminen de verla tendrán más ganas de vivir.
Los poseídos, de Elif Batuman
Batuman nos cuenta lo bien que le ha ido estudiando literatura rusa y literatura uzbeka (es profesora en la Universidad de Stanford). El libro entretiene en las partes más cercanas a la novela de campus o al anecdotario de viajes (ay, los congresos y las becas de movilidad), y aburre cuando habla de literatura. Una decepción.
Pobby y Dingan, de Ben Rice
Se supone que hace años esta cosa fue un fenómeno editorial en algún lado. Como aquello del niño del pijama a rayas. En algunas reseñas elogiosas he visto que incluso se mencionaba El Principito. Después de haberla leído y sin ser yo un fan del Principito, la verdad es que el menor intento de equipararlas llega a ofender un poco. Hay más sensibilidad en cualquier canción de Enrique y Ana que en este libro.
Rompepistas, de Kiko Amat
Tenía muchas ganas de que me gustase (me cae bien Kiko Amat, le sigo) pero no ha podido ser. Me explico. Chiquito de la Calzada es uno de los españoles más graciosos que hay, cuando cuenta un chiste lo de menos es el chiste y lo de más, cada uno de los paseíllos y de los jarl con que lo jalona; pero imaginen toda una novela contada así. ¿A que no? Pues algo así le pasa a Rompepistas: la voz del narrador ahoga completamente la narración. Una pena, porque tiene algunos paseíllos y algunos jarl realmente buenos.
Oh Boy, de Jan Ole Gerster
¿Será cierto el tópico? ¿Los alemanes no tienen sentido del humor? No va a ser esta peli la que aclare el asunto. Se vende como una comedia y, bueno, sí que es una comedia (un Jo qué noche de poco vuelo, indie y pelín aguado), pero risas risas, lo que se dice risas, más bien pocas. Para ser justos: no parece que la peli busque la risa sino una ligera estupefacción seguida de ternura, y algo de eso sí que logra. El problema es que es muy tímida, tan tímida que cuesta intimar con ella.
Touchy Feely, de Lynn Shelton
Género: mumblecore (enlace a la Wikipedia con foto de la directora incluida). En las pelis comerciales los protagonistas tienen crisis porque no están seguros de querer casarse. En esta película indie la protagonista tiene una crisis porque... Pues no sé, la verdad. Por algo relacionado con la piel vista en primerísimo plano. Menos mal que los secundarios distraen un poco. Especie: sosita.
- Lo que sí:
Lo real, de Belén Gopegui
Ocho horas al día. Cinco días a la semana. Veinticuatro días de vacaciones al año. Y ahí nos hemos plantado, como si no aspirásemos a más. Cuatro concesiones y nos sometemos sin causar demasiados problemas, incluso damos gracias por tener un sueldo. Pero Gopegui sabe que la felicidad no era esto, que necesitamos un héroe. Y nos lo da. Intuía que me iba a gustar pero no esperaba que me abdujese como lo ha hecho. Y no ha sido la ideología, no, ha sido la literatura.
Películas tristes, de Mark Lindquist
Unos pájaros, los robles; otros, los abetos. Cada árbol moldea el espacio con su copa de una manera característica. Cada pájaro tiene sus preferencias en cuestión de entramados de ramas y hojas. Este libro me gusta, no tanto por lo que cuenta (minicrisis existencial), como por el espacio que moldean sus sintagmas, sus oraciones, sus puntos y aparte... La textura. Soy pájaro de estas ramas.
Plataforma, de Michel Houellebecq
Mi primer Houellebecq. Prometo recuperar el tiempo perdido. Ojalá sea cierto que Michel se repite novela tras novela, como he oído tantas veces, porque con esta me lo he pasado en grande, sobre todo con la mala baba del principio (gran retrato de la dinámica de grupo: desconocidos catalogados en dos parpadeos: prejuicios que trabajan a la velocidad de la luz). Tampoco tiene precio el nudo en la garganta que se le queda a uno al terminar.
Podemos decir: puesta al día de las Novelas ejemplares de Cervantes; personajes que se encuentran y empiezan a contarse historias insólitas, grotescas, demenciales, calenturas de la imaginación. O también: concentrado Avecrem pero no de caldo de pollo sino de narración. Y por último: Orejudo es un escritor iconoclasta, efectista y castizo. Larga vida.
El primo Basilio, de J. M. Eça de Queirós
Mientras la leía no podía evitar pensar en dos cosas: en La Regenta (diferencias y parecidos: qué moderna El primo Basilio, 1878, al lado de La Regenta, 1884) y en el boom actual de las series de televisión (¿no están las series en el S.XIX de la narrativa televisiva?). Hay satisfacciones que sólo una novela decimonónica puede proporcionar.
Enemy, de Denis Villeneuve
Hipnótica. Desconcertante (como a mí me gusta, ya saben). La mejor de las películas que he visto en lo que va de año. Pienso en ella y se me pone la piel de gallina. Para que se hagan una idea: ni a Carlos Boyero ni a Jordi Costa les ha gustado, para uno es demasiado rara y para el otro no lo suficiente. No lo duden, hay que verla. Será (si es que no lo es ya) peli de culto.
The Kings of Summer, de Jordan Vogt-Roberts
Palabras que se pueden encontrar en las críticas de esta peli: adolescencia, amistad, verano, bosque, Walden, excéntrico, hipster, Sundance, fotografía, secundarios, entrañable, divertida, encanto, joya. Ahora resistan la tentación de pensar en merengue e imagínense una limonada fresquita con el punto justo de azúcar.
La gran familia española, de Daniel Sánchez Arévalo
No sé si es buena y tampoco me importa lo más mínimo. Es arrolladora y con eso me basta. Un consejo: lo mejor es que no se resistan: cuando terminen de verla tendrán más ganas de vivir.
- Lo que no:
Los poseídos, de Elif Batuman
Batuman nos cuenta lo bien que le ha ido estudiando literatura rusa y literatura uzbeka (es profesora en la Universidad de Stanford). El libro entretiene en las partes más cercanas a la novela de campus o al anecdotario de viajes (ay, los congresos y las becas de movilidad), y aburre cuando habla de literatura. Una decepción.
Pobby y Dingan, de Ben Rice
Se supone que hace años esta cosa fue un fenómeno editorial en algún lado. Como aquello del niño del pijama a rayas. En algunas reseñas elogiosas he visto que incluso se mencionaba El Principito. Después de haberla leído y sin ser yo un fan del Principito, la verdad es que el menor intento de equipararlas llega a ofender un poco. Hay más sensibilidad en cualquier canción de Enrique y Ana que en este libro.
Rompepistas, de Kiko Amat
Tenía muchas ganas de que me gustase (me cae bien Kiko Amat, le sigo) pero no ha podido ser. Me explico. Chiquito de la Calzada es uno de los españoles más graciosos que hay, cuando cuenta un chiste lo de menos es el chiste y lo de más, cada uno de los paseíllos y de los jarl con que lo jalona; pero imaginen toda una novela contada así. ¿A que no? Pues algo así le pasa a Rompepistas: la voz del narrador ahoga completamente la narración. Una pena, porque tiene algunos paseíllos y algunos jarl realmente buenos.
Oh Boy, de Jan Ole Gerster
¿Será cierto el tópico? ¿Los alemanes no tienen sentido del humor? No va a ser esta peli la que aclare el asunto. Se vende como una comedia y, bueno, sí que es una comedia (un Jo qué noche de poco vuelo, indie y pelín aguado), pero risas risas, lo que se dice risas, más bien pocas. Para ser justos: no parece que la peli busque la risa sino una ligera estupefacción seguida de ternura, y algo de eso sí que logra. El problema es que es muy tímida, tan tímida que cuesta intimar con ella.
Touchy Feely, de Lynn Shelton
Género: mumblecore (enlace a la Wikipedia con foto de la directora incluida). En las pelis comerciales los protagonistas tienen crisis porque no están seguros de querer casarse. En esta película indie la protagonista tiene una crisis porque... Pues no sé, la verdad. Por algo relacionado con la piel vista en primerísimo plano. Menos mal que los secundarios distraen un poco. Especie: sosita.
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Simes y nomes
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