a) un cuento, que puedo leerme en veinte o treinta minutos, o
b) una novela, que tardaré días, semanas en acabar?
Sin la más mínima duda, escojo la novela.
La novela es una piscina. Si uno no dispone de mucho tiempo, puede optar por darse un chapuzón. O bien, si tiene tiempo, puede hartarse a hacer largos. En la piscina se flota.
El cuento, en cambio, es una bañera. Nadie se mete en la bañera si no está dispuesto a pasarse allí dentro el tiempo que haga falta, sin interrupciones, hasta que el agua se quede fría. En la bañera nunca se pierde pie.
Qué buena la analogía.
ReplyDeleteEs verdad, en un cuento puedes estar hasta que el agua se quede fría, hasta agotarlo después de darle mil vueltas y las novelas no se leen con ese ánimo. En cuanto a lo de "sin interrupciones" sería lo deseable para todos los críticos que hablan de esa tensión emocional que le da su naturaleza al cuento. No sé quién dijo que lo de la tensión emocional, ya en el proceso de lectura, es un ideal porque nunca se sabe cuándo va a sonar el teléfono.
Edgar Allan Poe hablaba de la "unidad de efecto" y decía que "Esta unidad no puede preservarse adecuadamente en producciones cuya lectura no alcanza a hacerse en una sola vez".
ReplyDeleteYo, desde que hay móvil, me he unido a ese grupo de personas que cree que el hecho de que el teléfono suene no es motivo suficiente para cogerlo.
Un cuento sobre leer un cuento con los pitos de fondo de un grupo whatsapp viernes por la tarde.
ReplyDelete¿Qué cuento?
ReplyDeleteUna posibilidad de cuento, digo.
ReplyDeleteAh, pensaba que planteabas una situación que habías vivido. Como esos tuits que empiezan con un infinitivo ("Leer un cuento y que...").
ReplyDeleteLa literatura tiene que incorporar las nuevas tecnologías a sus tramas, está claro.