Mary salía simultáneamente con dos chicos por primera vez en su vida. Eso implicaba más ropa que lavar, un contestador automático y oscuros viajes a solas en taxis que, en Cleveland, debían pedirse por teléfono, aunque escribía postales a sus amistades recomendándolo.
Traducción de Isabel Murillo Fort
Empecé con esta sección en octubre del año pasado y hasta ahora solo he comentado cuatro cuentos. A lo mejor tendría que cambiarle el título: Un cuento al mes o cuando me venga en gana.
En mi defensa diré que no estoy teniendo demasiada suerte. A pesar de haber apostado por autores en los que tenía bastante confianza, ninguno de los cuentos que he elegido me ha entusiasmado.
Así que, con esa lógica tortuosa que me caracteriza (según la mayoría de mis amigos, conocidos y familiares), esta vez he optado por una autora en la que no tenía depositada ninguna esperanza, después de haber leído y sufrido —un poco— Al pie de la escalera. Ya les anticipo que ha sido todo un acierto: Lorrie Moore no me ha decepcionado lo más mínimo: sigue haciendo literatura para gente que no soy yo.
La protagonista del cuento sale con dos chicos a la vez y, aunque manda postales a sus amigas recomendándoles que prueben la experiencia, tiene momentos de crisis en los que se viste completamente de blanco para sentirse inmaculada. A mí esto me parece una bobada, tanto lo de escribir postales como lo de vestirse de blanco. Y lo peor es que todo en el cuento es un poco así, autoindulgente y afectado. Incluso el estilo. Les copio algunos de los fragmentos más irritantes:
Tal vez se trataba de tener todos los cariños que pudieran abarcarse en un plano espiritual más elevado, como la estantería de una tienda de comida sana, o un pino, místicamente inerte, con la vida ladrando como un perro a modo de música de fondo.
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Ella se puso en pie y le besó la oreja, algo delicado, una criatura marina con el viento de su beso atrapado en el interior.
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Por la noche, sola en la habitación del hotel, se imaginó que la fresca lejía nupcial de las sábanas la curaba, que éstas la abrazaban como un sudario, que su blancura le atravesaba temporalmente la piel y la sangre pensativa.
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El amor se elige como una creencia, una fe, un lugar, una caja para el corazón a la que poder llamar, como un fantasma en una casa.
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¿Cómo podía la vida, con parches en los ojos y dientes podridos, conducir de forma tan cruel, como una trampa, hasta el medio del mar?
Es posible que estos despliegues se limiten a reflejar la cursilería de la protagonista (ya saben: estilo indirecto libre) y que Lorrie Moore haya cargado las tintas deliberadamente para dar forma a un personaje incómodo. Quién sabe. En cualquier caso, el talento para crear personajes cargantes con un estilo engolado no está entre los que más aprecio en un escritor.
Vaya!! Pues siempre me viene a la mente que tengo que leer algo más de Lorrie Moore, a mí si que me gustó bastante 'Al pie de la escalera' . Justo los fragmentos que pones me dan una pereza enorme, probaré otro libro diferente.
ReplyDeleteYo también intenté, después de tu propuesta, lo de 'un cuento al mes' pero lo dejaré para 'un cuento de vez en cuando'.
Para ser justo, diré que he escogido las partes más empalagosas, pero no todo el cuento es así. Moore se pone estupenda sobre todo cuando quiere cerrar una escena o una sucesión de escenas, es entonces cuando recurre a estos alardes retóricos. El resto del tiempo está más contenida.
DeletePor si acaso, intentaré leer algún cuento más del libro. Si sigue sin gustarme creo que lo donaré a la biblioteca.
Un poco memez, no?.
ReplyDeleteUn cuento cuando venga en gana, que en mi caso es muy poco.
No sé si "memez" es la palabra, pero desde luego a la protagonista le faltan un par de hervores.
DeleteAy, los cuentos... Tanto hablar de la muerte de la novela como género y nadie habla de la muerte de los cuentos.
Digamos ¡no! a las frases ampulosas que no significan nada, como esa última de la vida con dientes podridos que te conduce hasta el medio del mar.
ReplyDeleteQué estomagante, o sea.
¡¡¡Nooo!!!
DeleteYa está. No creo que nos hagan caso, pero por mí que no quede.