Quizá no sean las tres cosas que más me han hecho reír pero sí que creo que son bastante representativas de aquello que más gracia me suele hacer.
Ahí van.
La señorita de Trevélez, de CARLOS ARNICHES
Me la leí, no la vi representada. El mensaje de la obra viene a ser que está muy feo hacer bromas a costa de las desgracias ajenas. Paradójicamente, sin embargo, es imposible no reírse del personaje que es objeto de la broma: una solterona cursi que habla de manera ridícula (lo más gracioso de la obra es eso precisamente: su forma de hablar). Sí que es cierto que la pobre mujer no se merece la putada que le hacen y al final da un poco de pena, pero ¡y lo que nos hemos reído!
Ace Ventura: Operación África, de STEVE OEDEKERK
Todos y cada uno de los gags de la película me hacen gracia pero hay uno en concreto que hizo que mi padre, mis hermanos y yo perdiéramos la compostura y acabásemos llorando de la risa. Quien haya visto la película sabrá a cuál me refiero. Me lo callo para no levantar demasiadas expectativas a los que no la hayan visto. Hace poco en un blog escogieron a Jim Carrey la persona viva más graciosa del planeta. Estoy totalmente de acuerdo.
La cantante calva, de EUGÈNE IONESCO
Festival de teatro universitario. Compañía argentina. Sabíamos a lo que nos enfrentábamos: teatro del absurdo; pero nadie se podía imaginar que nos íbamos a encontrar a una actriz con un don. Las risas empezaron tímidamente. No estábamos seguros de que fuese una comedia comedia. Al poco rato el género ya no importaba: la entonación y el acento de la actriz principal eran irresistibles. La primera carcajada abrió las compuertas y ya no se volvieron a cerrar hasta el final. Nunca he visto a tanta gente junta reírse tan fuerte durante tanto tiempo seguido (hora y media sin parar). Los días siguientes me entró una especie de nostalgia, intuía algo que luego he podido comprobar: ninguna otra representación de la obra puede ser como aquella.
El teatro también es eso.