05 July 2015

Un cuento al mes: 'Dos chicos' de Lorrie Moore


Mary salía simultáneamente con dos chicos por primera vez en su vida. Eso implicaba más ropa que lavar, un contestador automático y oscuros viajes a solas en taxis que, en Cleveland, debían pedirse por teléfono, aunque escribía postales a sus amistades recomendándolo.
Traducción de Isabel Murillo Fort


Empecé con esta sección en octubre del año pasado y hasta ahora solo he comentado cuatro cuentos. A lo mejor tendría que cambiarle el título: Un cuento al mes o cuando me venga en gana.

En mi defensa diré que no estoy teniendo demasiada suerte. A pesar de haber apostado por autores en los que tenía bastante confianza, ninguno de los cuentos que he elegido me ha entusiasmado.

Así que, con esa lógica tortuosa que me caracteriza (según la mayoría de mis amigos, conocidos y familiares), esta vez he optado por una autora en la que no tenía depositada ninguna esperanza, después de haber leído y sufrido —un poco— Al pie de la escalera. Ya les anticipo que ha sido todo un acierto: Lorrie Moore no me ha decepcionado lo más mínimo: sigue haciendo literatura para gente que no soy yo.



La protagonista del cuento sale con dos chicos a la vez y, aunque manda postales a sus amigas recomendándoles que prueben la experiencia, tiene momentos de crisis en los que se viste completamente de blanco para sentirse inmaculada. A mí esto me parece una bobada, tanto lo de escribir postales como lo de vestirse de blanco. Y lo peor es que todo en el cuento es un poco así, autoindulgente y afectado. Incluso el estilo. Les copio algunos de los fragmentos más irritantes:

Tal vez se trataba de tener todos los cariños que pudieran abarcarse en un plano espiritual más elevado, como la estantería de una tienda de comida sana, o un pino, místicamente inerte, con la vida ladrando como un perro a modo de música de fondo.
 **
Ella se puso en pie y le besó la oreja, algo delicado, una criatura marina con el viento de su beso atrapado en el interior.
** 
Por la noche, sola en la habitación del hotel, se imaginó que la fresca lejía nupcial de las sábanas la curaba, que éstas la abrazaban como un sudario, que su blancura le atravesaba temporalmente la piel y la sangre pensativa.
** 
El amor se elige como una creencia, una fe, un lugar, una caja para el corazón a la que poder llamar, como un fantasma en una casa.
** 
¿Cómo podía la vida, con parches en los ojos y dientes podridos, conducir de forma tan cruel, como una trampa, hasta el medio del mar?

Es posible que estos despliegues se limiten a reflejar la cursilería de la protagonista (ya saben: estilo indirecto libre) y que Lorrie Moore haya cargado las tintas deliberadamente para dar forma a un personaje incómodo. Quién sabe. En cualquier caso, el talento para crear personajes cargantes con un estilo engolado no está entre los que más aprecio en un escritor.

28 June 2015

Simes y nomes del tercer bimestre

Sí o no, sin términos medios, porque para justo medio ya tenemos la raja del culo.

  • Lo que sí:

La sala de profesores, de Markus Orths

En España, cuna de la picaresca, a muy poca gente se le hubiese ocurrido escribir algo así: una comedia en la que se alcanza la comicidad por el exceso de celo que muestran los personajes en el cumplimiento de las normativas y por la mala conciencia que les da saltárselas. Markus Orths es alemán. Su humor tiene un componente lógico bastante acusado. Se podría decir que pone bocabajo el sistema educativo por reducción al absurdo: esto está mal porque si lo cumpliésemos a rajatabla, caeríamos de lleno en el ridículo más absoluto. Yo me he reído.

Visto para sentencia, de Rafael Reig

Como novelista, de momento, no me acaba de convencer. Me he leído Guapa de cara y Lo que no está escrito y me parece que Reig tiene un gran talento para exponer mediante metáforas y símiles en qué punto se encuentran sus personajes  pero no para contar cómo pasan de un punto a otro. En otras palabras, sus narraciones tienden a ser un poco estáticas. Como articulista, en cambio, me encanta. Argumenta sus opiniones con mucha gracia, es socarrón, un poco malicioso, contundente cuando habla de los libros y de los escritores que no le gustan (los pomposos, pedantes y pesados) y apasionado cuando habla de los que sí le gustan (Huckleberry Finn). Este libro es una recopilación de artículos sobre el mundo literario, así que bien. Muy bien. Estupendo.

Algún día este dolor te será útil, de Peter Cameron

Antes de nada: NO ES PARA TANTO: ¿mejor libro de 2012 para la revista Rockdelux? ¿Tan soso fue ese año? A lo que más se parece es a una película: una de esas películas independientes cuquis (no chungas), independientes de barrio bien (no de extrarradio), con un protagonista majete pero demasiado introvertido que quizás lo único que necesita para superar esa pequeña crisis que atraviesa es abrirse un poco a los demás y perder el miedo (EL MIEDO). Me atrevería a decir que es casi un guión cinematográfico: por la duración de la historia, por la división en escenas, por la estructuración de los flashbacks, por la abundancia y la fluidez de los diálogos... (de hecho, ya hay película). No llega a emocionar (al menos a mí) pero es una lectura sumamente agradable.

Bajo la piel, Michel Faber

Esta novela ha estado a punto de caerse hacia los nomes. ¿Por qué? Por repetitiva. Ha habido varios momentos durante la lectura en los que me he dicho: como sea todo el rato igual, con la prota recogiendo autoestopistas, la dejo. Por suerte, a partir de la llegada de un personaje que funciona como catalizador, han ido apareciendo elementos nuevos y he podido llegar hasta el final, si no entusiasmado, sí razonablemente satisfecho y con la sensación de no haber perdido el tiempo. Aún así, es de las pocas veces que he leído el libro antes de ver la peli y la peli me ha parecido mejor (más detalles dentro de unos cuantos párrafos).

Pero... ¿quién mató a Harry?, de Jack Trevor Story

Soy un gran fan de Hitchcock pero hay dos películas suyas que no puedo evitar dormir a ratos: Topaz y Pero... ¿quién mató a Harry?  Después de leer la novela en la que se basa la segunda, me pregunto por qué pensó Hitchcock que podría trasladar a la pantalla la gracia del libro. Porque vale, la novela es graciosa, pero no lo es solo por las situaciones y los diálogos (por una flemática falta de adecuación de los diálogos a las situaciones, por ejemplo), sino también por frases del narrador como esta: "A Mark Douglas le gustaba todo lo que llevara faldas y no tocara la gaita" o esta otra, sobre dos amantes: "Era evidente que estaban casados, pero cada uno con una persona distinta" [traducción de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera], frases que, o bien intentas poner en boca de algún personaje, o te quedas sin ellas en la peli. No sé, en cualquier caso, bienvenida sea la novela.

Logicómix, de Apostolos Doxiadis, Christos H. Papadimitriou, Alecos Papadatos y Annie Di Donna 

Aunque este cómic no es lo que a mí me hubiese gustado que fuese (un libro de divulgación sobre las principales teorías lógicas del siglo XX), lo que sí es (la historia —casi podríamos decir el biopic—de un puñado de personas que trataron de buscar los fundamentos lógicos de las matemáticas y, por extensión, de todo el conocimiento) me ha parecido suficientemente interesante. El dibujo no es nada atractivo, recuerda al de esos folletos oficiales que nos daban en el cole para recordarnos la trascendencia del código de circulación, la prevención de incendios forestales y la higiene dental, pero la historia engancha, a poco interés que uno tenga en la materia. Aprender divirtiéndose, se decía antes. Y no parecía algo malo.

Que no muera la aspidistra, de George Orwell

Si este libro cayese en Selectividad los chavales lo tendrían fácil. Tema: el dinero. Para el protagonista de la novela todo es dinero, incluso las relaciones amorosas, algo que, como entenderán, no le hace ninguna gracia. La novela está empapada de esa amargura tan propia del que dedica todo su tiempo a pensar en lo que más odia. Hay momentos de un nihilismo irrespirable. Demasiado negro, quizá. Orwell es ese tipo que te sigue abofeteando aun cuando ya has recobrado el conocimiento, porque sí, porque algo malo habrás hecho. Ya lo dijo Cyril Connolly: "George Orwell no podía sonarse sin moralizar sobre las condiciones de la industria del pañuelo".

El amanecer del planeta de los simios, de Matt Reeves

El actor que interpreta al líder humano está muy bien escogido. Es tan soso que a su lado los simios parecen todavía más expresivos y carismáticos. El gran avance de los efectos especiales en los últimos años no ha llegado por la vía del realismo (de hecho, los dinosaurios de Jurassic World no son mejores que los de Jurassic Park) sino por la vía de la expresividad (demos gracias a Gollum). En ese sentido esta película es, de momento, su mayor logro.

Under the Skin, de Jonathan Glazer

Ya tenía un altarcito en mi casa para Reencarnación, la anterior peli de Glazer, y ahora voy a tener que ponerle otro a Under the Skin. Tres de las escenas más fascinantes de la década y la banda sonora más perturbadora. Ahí es nada. Para que luego no me vengan con reclamaciones, diré que muchos espectadores la encuentran demasiado abstracta, pretenciosa y aburrida. Muchos otros, como yo, no. Ustedes podrían estar en un grupo o en otro. Salgan de dudas. En el mejor de los casos me lo agradecerán.


Al encuentro de Mr. Banks, de John Lee Hancock

No sé si fue porque tenía el día blando o porque tiendo a bajar la guardia en los transportes públicos de medio y largo recorrido, pero la verdad es que me hizo bastante gracia. Para ser una peli de Disney es sorprendentemente crítica con Disney (el concepto, no el señor). Además, Emma Thompson está francamente divertida en el papel de la creadora de Mary Poppins. Figúrense lo encantado que estaba que incluso me entraron ganas de leer las novelas (y no se me han pasado del todo, no crean).


Mad Max: Fury Road, de George Miller

Hasta en Madrid, donde el cine vale ya 10 euros (o más, si es 3D), se puede dar la entrada por amortizada. Ahora mismo, no hay ninguna otra película en la cartelera donde luzca tanto el trabajo de todos los miembros del equipo. Arrebatadora. Espectacular de principio a fin. ¿Recuerdan cuando vieron Terminator 2 y fliparon? ¿Cuando vieron Matrix y fliparon? ¿Cuando vieron Origen y fliparon? Pues eso, el mayor flipe de los últimos años. No hablemos ya de amortizar, hablemos de beneficios.


It Follows, de David Robert Mitchell

Después de leer todas y cada una de las opiniones que se han escrito en internet sobre esta peli, me voy a atrever a clasificarlas en tres grandes grupos:
1. No da miedo y además está mal hecha.
2. No da miedo pero está bien hecha.
3. Está bien hecha y da miedo.
Yo pertenezco al tercer grupo, el de los miedosos afortunados. Créanme, para mí ha sido como ver en la pantalla una de esas pesadillas de las que te despiertas bruscamente porque la angustia es insoportable. Bueno, vale, estoy exagerando. No he pasado tanto miedo. Pero sí que es cierto que en la idea principal de la película hay un regustillo onírico que enlaza con mis miedos más atávicos. Como esos sueños en los que intentas correr pero te quedas en el sitio. Ese tipo de miedo. Encima está bien dirigida, sin casi ninguna de las concesiones típicas de las pelis de terror. Aquí son los propios encuadres, el ritmo, la profundidad de campo los que producen inquietud. En definitiva, una gozada.


  • Lo que no:

Los 13 relojes, de James Thurber

Para que se hagan una idea, estos son los ingredientes: cuentos de hadas rusos (no me pregunten por qué, pero los rusos son muy de rescatar princesas superando pruebas con la ayuda de objetos mágicos) + Alicia en el país de las maravillas (paradojas, juegos de palabras, personajes extravagantes, rimas) + fantasía de aventuras con extra de ironía (al estilo de La princesa prometida, que es posterior, por cierto). Neil Gaiman lo considera uno de los mejores libros del mundo y, sí, se nota que su obra se inspira en la de Thurber. Hasta aquí todo promete, dirán ustedes. ¿Cuál es el problema? El problema es que se trata de uno de esos libros que pierden gran parte de su gracia traducidos. Un ejemplo: aparecen dos espías que en inglés se llaman Hark y Listen, dos verbos que significan 'escuchar' o '¡escucha!', si se usan en imperativo. Listen, por cierto, es invisible. Pues bien, en la traducción se llaman Chitón y Soplón. No es lo mismo, no. Imagínense La venganza de Don Mendo traducida al inglés. Pues algo así.

Tusk, de Kevin Smith

Olvidar no la van a olvidar. Es una de las películas más grotescas que han pasado últimamente por mis retinas. Si les contase de qué va probablemente no querrían verla. Como la peli aquella del ciempiés humano, que era oír la premisa y dudar de la cordura de sus responsables. Esta otra, miedo, ninguno. Estupor, bastante.

The Town That Dreaded Sundown, de Alfonso Gómez-Rejón

Viene a ser una especie de Scream. Vigila quién llama pero sin sentido del humor y con pretensiones artísticas (fotografía raruna, montaje sincopado, atmósfera vaporosa). Y eso es precisamente lo que no se entiende: si al final lo que vamos a comer son hamburguesas del McDonalds sentados en el sofá ¿para qué te pones corbata y traje?

Orígenes, de Mike Cahill

Ciencia vs. fe en el más allá. Aunque la película intenta mantener un cierto equilibrio entre las dos posturas (el protagonista es un científico escéptico) el tono es demasiado new age para considerarla neutral. Habrá quien la encuentre bonita y conmovedora; a mí, agnóstico y cínico, me dio un poquito de grima. Eso sí, no aburre en ningún momento y tiene un par de escenas memorables. Recomiendo verla a todos aquellos que piensen que soy un pejiguero.


Animals, de Marçal Forés

Igual les suena, esta es la peli del adolescente que tiene un osito de peluche parlante. No, Ted, no. En esta el osito solo cobra vida cuando el chaval está solo, a lo Calvin y Hobbes. La metáfora es obvia. El adolescente se resiste a abandonar la infancia. No hay mucho más en la película. Ni ritmo, ni personajes interesantes, ni diálogos memorables, ni imágenes hermosas. Todo suena a lugar común, a tópico revisitado con el único añadido de una estética filohipster bastante repelente.

14 June 2015

Canciones que deberían ser más conocidas (XVIII)




A partir del 21 de junio los días se van haciendo cada vez más cortos. El verano es la estación del recreo pero también podría serlo de la nostalgia y esta canción viene a recordárnoslo. Empieza eufórica, primaveral, un poco simplona, pero pronto (1:11) llega la melancolía, los atardeceres, el recuerdo de otros veranos (únanse: "do you remember?"), y a partir de ahí lo entendemos: la alegría también es nostalgia, la nostalgia también es alegría; la canción nos lo recuerda una vez más (2:58) y al final muere en una coda extraña que no, que a mí tampoco me gusta. Pero esas dos partes (1:11-2:22 y 2:58-3:54), ay, qué tontorrón me ponen.

An Eluardian Instance - Of Montreal

05 June 2015

Pequeños problemas éticos, nº 4

Tienes trece años. Un compañero de clase (que no es amigo tuyo) escribe PUTA en una de las páginas del libro de la profesora (una profesora especialmente odiosa). Solo le veis hacerlo tú y otro chaval; ni la profesora ni el resto de los compañeros están en el aula en ese momento aunque, cuando empiezan a entrar, se va corriendo la voz y al final todos se acaban enterando.

La profesora no ve la pintada hasta una semana después y decide que no va a dejarlo correr. Amenaza a todos los cursos: si no aparece el culpable, todos los alumnos suspenderán su asignatura. El resto de los profesores la apoya.


El Roto


Toda la clase, y prácticamente todo el colegio, sabe quién es el culpable pero los únicos testigos sois tú y el otro chaval. Los compañeros os empiezan a presionar para que habléis. También presionan al culpable pero él se niega a confesar.

¿Qué haces?
a) Delatas al compañero pensando en el interés de la mayoría. 
b) No lo cuentas porque no quieres convertirte en un chivato y porque la amenaza de la profesora te parece injusta.

¿Cuál de las dos opciones es más ética? ¿Hay alguna otra opción alternativa que lo sea más?

27 May 2015

Fobias literarias



Volví a mirar la casa, y aunque se alzaba inviolada e intacta, como si la acabáramos de abandonar, vi que el jardín había obedecido la ley de la selva, igual que el bosque. Los rododendros medían más de cincuenta pies, y se retorcían abrazados en extraño maridaje a una multitud de arbustos anónimos, pobres advenedizos, que se agarraban a sus raíces como si se dieran cuenta de su origen bastardo. Se veía un lilo enlazado con una haya roja, y, como si quisiera hacer la unión más fuerte, la hiedra malévola, sempiterna enemiga de lo grácil, había extendido sus zarcillos en derredor de la pareja, que así resultaba prisionera. La hiedra reinaba en el jardín abandonado; sus largas ramas se arrastraban sobre el césped, y pronto llegarían hasta la misma casa. Otra planta, brote espurio del bosque, cuyas semillas tiempo atrás habían quedado dispersas y olvidadas bajo los árboles, ahora marchaba junto a la hiedra, e imponía su fealdad de ruibarbo monstruoso sobre los suaves bancales de césped donde antes florecían los narcisos.

Rebeca, DAPHNE DU MAURIER

[Traducción de Fernando Calleja]


No sé ustedes pero yo estas estampitas vegetales tiendo a leérmelas con el piloto automático, cuando no me las salto directamente.


* Actualización:

Una semana después, sin buscarlo, me encuentro otro ejemplo casi igual de asfixiante.

Arriba, después del bosque, se extendía un gran brezal, hermosísimo y dorado bajo el cálido sol de verano; lo cubría una tupida alfombra de helechos de la altura de un hombre, con su bella y completa gama de verdes. La alfombra de helechos estaba salpicada de calveros de hierba sedosa, fina como el pelo de una mujer e igual de tentadora. Grandes árboles silenciosos se alzaban solemnemente en las colinas, valles y laderas: robles, hayas, castaños, abedules y fresnos. Entre ellos campaban a sus anchas, como niños, los árboles jóvenes: matorrales de roble enano y fresno arribista, retama espinosa, endrino, rododendro y castaño. Y elegantes retoños de plateado abedul alzaban sus ramas separadas y poco pobladas con el primor de un escaparate selectísimo.

Pero... ¿quién mato a Harry?, JACK TREVOR STORY

[Traducción de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera]



Pero... ¿alguien me puede explicar qué les pasa a los ingleses con los rododendros?

24 May 2015

Saqueando blogs: Neorrabioso

Imagínese que es usted escritor y un colega le dedica estas bonitas palabras:

 "... es la mínima cantidad de escritor que puede darse en un escritor".

Digno de una peli de Bogart y Bacall, ¿no? Pues adivinen quién lo dijo y de quién.

¿Ni idea?

La solución la tienen en este valiosísimo blog, junto a otras perlas de semejante calaña que un buen montón de escritores (principalmente hispanohablantes) se han dedicado entre sí.


Twain y el enorme cariño que le tenía a Jane Austen


Otro ejemplo simpático: Ribeyro dice de Salinger:

"¡Qué fatigante resulta Salinger en Franny & Zooey con su pequeña familia de personajes inteligentes! Gide vio justo cuando dijo que no había nada peor que crear personajes intelectuales: sólo se logra hacerles decir asnadas. Qué minucia, además, en su descripción, qué cuidado en hacer cambiar de posición a sus criaturas antes de cada réplica."

Me encanta. Esta gente no necesitaba internet para sacar la mala baba a paseo.

01 May 2015

Simes y nomes del segundo bimestre

Sí o no, sin términos medios, porque estar en medio es estorbar.

  • Lo que sí:

Ampliación del campo de batalla, de Michel Houellebecq

Leer a Houellebecq a la salida del trabajo tiene algo de catarsis. El hartazgo de su protagonista es la válvula de escape de nuestra olla a presión. Sabemos que el pobre tipo siempre va a ir más lejos —más abajo— de lo que iríamos nosotros y eso, la verdad, no deja de ser un consuelo. Esta novela se publicó en 1994 (recuerden: 1992, los Juegos Olímpicos y la Expo). Sorprendentemente, faltaban todavía más de diez años para la Crisis.

La hija del tiempo, de Josephine Tey

En 1990 la Asociación de Escritores de Misterio de Estados Unidos la eligió como la mejor novela de misterio de la historia. ¿Es para tanto? Con todos ustedes, la sinopsis (no sigan leyendo si quieren llegar vírgenes): un inspector de policía convaleciente en el hospital trata de resolver un misterio sin moverse de la cama, un misterio del pasado —cinco siglos atrás— en el que están implicados personajes históricos. En realidad, la novela no es más que una sucesión de diálogos entre dos personajes que desmenuzan un episodio de la historia a partir de las crónicas que van leyendo. No suena demasiado emocionante, no, pero lo es. También sugestiva. Nos invita a reflexionar sobre cómo se escribe la Historia. Diría incluso que activa el espíritu crítico, la inteligencia y la curiosidad. Así que sí, un poquito de reconocimiento sí que se merece.

Curso de librería, de Fernando San Basilio

Segunda novela que leo de Fernando San Basilio. Esta me ha gustado incluso más que Mi gran novela sobre la Vaguada. Es más graciosa, más tierna, más compacta, los personajes se quedan más tiempo con el lector, el argumento está desarrollado con más consistencia, el microcosmos que retrata es más vívido. En definitiva, es más novela (dentro de la modestia sanbasiliana). La lectura que más he disfrutado en lo que va de año.

Un gran chico, de Nick Hornby

Lo cogí para leer en el tren durante una escapada de Semana Santa y me alegra decir que acerté de lleno. En las primeras páginas el lector ya se da cuenta: lo que tiene por delante es una de esas historias de crecimiento personal, donde los personajes acabarán aprendiendo algo sobre la vida, sobre sus semejantes, sobre sí mismos. Se da cuenta, también, de que Hornby le va a llevar de la mano en todo momento, subrayando cada una de las etapas de ese aprendizaje para que no se pierda ni un solo paso. No importa si en el tren te toca cerca un niño chillón, Hornby no va a permitir que te distraigas. Yo abrí la novela nada más sentarme en mi asiento y no la volví a cerrar hasta que el tren llegó a su destino, varias horas después. No me extraña que se considere a Hornby un escritor amable: lo suyo sí que es preocuparse por el bienestar del lector.

Los chicos que coleccionaban tebeos, de Julián M. Clemente y Helio Mira

Para cualquiera que en los años 80 viviese en una ciudad de provincias y coleccionase cómics de superhéroes esta novela es todo un viaje en el tiempo. A mí hasta me ha dado vértigo. Las experiencias de los protagonistas con los cómics —que no tebeos— son tan parecidas a las mías propias que no puedo evitar pensar que, sin saberlo (no había internet), pertenecía a una especie de comunidad. No sé si los coleccionistas de miniteteras de porcelana tendrán una novela que les haga sentir algo así. Deberían.

Guía del autoestopista galáctico, de Douglas Adams

¿Por qué he tardado tanto en leerme este libro, si estaba cantado que me iba a gustar (¡humor inglés!)? Bueno, no estaba tan cantado. Tengo que reconocer que nunca he sido muy aficionado a los libros DE humor. Por regla general, la necesidad de introducir un gag en cada párrafo acaba haciéndolos histriónicos y cargantes. No transpiran bien. Pero este no es el caso de Douglas Adams. En la Guía del autoestopista galáctico hay la cantidad justa de gracias. A un ritmo sostenible, además. No cansa. Creo que se debe en buena medida al equilibrio dinámico entre la narración principal y la multitud de digresiones ligeras que la van interrumpiendo. Los saltos. La sorpresa que espera al final del salto. También ayuda la sorna de Adams, claro.

Oculus, de Mike Flanagan

Hace unos meses, hablando de The Babadook, dije que no me gustaban las escenas —tan habituales en las pelis de miedo— del tipo "¿el filete tenía gusanos de verdad o se lo ha imaginado el/la prota en su descenso progresivo a la locura?" Pero Oculus me obliga a matizar. Esta peli también juega con la confusión entre realidad e imaginación, pero ese juego está tematizado en la historia. La mejor escena de la peli tiene lugar precisamente cuando los personajes toman conciencia de las reglas del juego. Por lo demás, es una peli de miedo normalita, un poco más original que la media.

Big Hero 6, de Chris Williams y Don Hall

Tenía un montón de prejuicios en contra de esta película: es de Disney, gana el Oscar en un año en que La LEGO película (ese festín) ni siquiera entra en las nominaciones, la amistad entre un niño y un robot ya la hemos visto en El gigante de hierro (esa joyita)... Pero no, la verdad es que me ha soprendido. Sobre todo porque consigue algo que hasta ahora sólo conseguía Pixar (y no siempre): que las partes emotivas emocionen. Vamos, que no es Frozen (ese engendro, resultado de destrozar un buen cuento de Andersen con una manga pastelera).

Nightcrawler, de Dan Gilroy

Si jugase a la lotería, le pasaría el billete por la chepa a Jake Gyllenhaal. O mejor, a su agente. ¿Cómo es posible que Jake el Rarito haya estrenado seguidas —¡seguidas!— tres de las mejores películas de lo que va de década: Enemy, Prisioneros y Nightcrawler? ¡Un tío que con 34 años ya tiene a sus espaldas Donnie Darko, Brokeback Mountain y Zodiac..! A mí me ponen delante un pack recopilatorio de Jake Gyllenhaal y otro de Meryl Streep y cojo el de Jake sin dudarlo. Es verdad que también ha hecho mierda (El día de mañana) pero si mantiene el nivel de aciertos de estos últimos años, entonces, amigos, tenemos nuevo culto.

Babysitting, de Philippe Lacheau y Nicolas Benamou

Los franceses también saben hacer americanadas. En este caso, del subgénero cómico "la fiesta se desmadra". A favor: cinco o seis gags bastante buenos, un nivel aceptable en los restantes, buen ritmo, dura lo justo (hora y cuarto) y el recurso del found footage (metraje encontrado) no cansa ni parece tan forzado como en otras pelis (norteamericanas). En contra: la blandura, la moralina. Yo me reí más con Babysitting que con Malditos vecinos, por poner un ejemplo reciente del mismo género y de Hollywood. Para un domingo tonto.



  • Lo que no:

Checkpoint, de Nicholson Baker

Primera decepción con Nicholson Baker. No voy a decir eso de "hasta la peor novela de Baker es mejor que la mayoría". No. Esta no. Esta es mala. Dos amigos hablan sobre Bush Jr. y la Guerra de Irak: no les gusta ninguna de las dos cosas, están enfadados. Eso es todo. No hay grandes análisis, ni datos reveladores, ni personajes carismáticos. Solo enfado y predicar a los conversos (aunque uno de los personajes hace un alegato antiabortista que me trastocó un poco). Nicholson, te la perdono porque estoy seguro de que te sirvió de desahogo pero, macho, no me lo vuelvas a hacer.

Birdman, de Alejandro González Iñárritu

Cuando el protagonista se pasa toda la película preparando algo, uno sabe que al final solo pueden pasar dos cosas: que le salga bien o que le salga mal. Desde un número musical (El lado bueno de las cosas) hasta un combate (Rocky), pasando por una fuga (La gran evasión) o un robo (La trampa). En Birdman es una obra de teatro. No pretendo insinuar con esto que el final sea predecible (no soy un fanático de los finales redondos) sino que, por debajo de su apariencia de cine intelectual (ojito, que aquí se habla de Carver), arriesgado (un plano secuencia infinito, el no va más) y exigente (¿cómo interpretar los elementos menos realistas?), hay un sustrato completamente convencional, genérico (por eso ha podido triunfar en los Oscar). Pero tampoco digo que eso sea malo. Lo malo es que ese sustrato convencional es precisamente lo que no funciona. No sé al resto de espectadores, pero a mí me importa un bledo si al protagonista le sale bien o le sale mal la función. Sus motivaciones me resultan de lo más antipáticas y así no hay redención que valga.

Begin Again, de John Carney

Esta peli viene a ser como el remake de una de aquellas pelis infantiles de Parchís (el mítico grupo de los 80) pero cambiando a Parchís por Marlango. Eso sí, los malos siguen siendo las discográficas. Para que se hagan una idea de la magnitud del desastre: una de las subsubtramas trata sobre una adolescente que, a juicio de su padre, viste demasiado putón (¿cómo solucionarlo?). Yo, en algunos momentos, llegué a pasar vergüenza ajena, sobre todo en los números musicales: los actores ponen cara de "¡Qué pasada de música estamos tocando! ¡Somos guays!" Y en realidad suenan a eso, a una especie de Marlango más popero. En fin, un empalago.