29 March 2015

Pequeños problemas éticos, nº 3

Mientras estás en el patio del colegio con tus compañeros de clase, te das cuenta de que llevas en el bolsillo del pantalón un mechero que le cogiste a tu padre. Se lo enseñas a tus compañeros y uno de ellos, que se confiesa pirómano de pequeño alcance (papelitos, ramitas...), te lo pide para juguetear un rato. A todos os hace gracia verle prender fuego a unas hojas secas. Nadie se espera lo que pasa a continuación: la llama crece de manera alarmante, tu compañero intenta apagarla dándole pisotones pero sin querer empuja las hojas hacia el seto que rodea el colegio y el fuego prende en uno de los arbustos. Os dais cuenta de que va a ser imposible apagarlo así que salís corriendo y avisáis al conserje. Rápidamente el conserje apaga el fuego con un extintor.

Manel

Aunque sabe que se va a ganar una bronca y quizá una expulsión, tu compañero no trata de ocultar que ha sido él quien ha provocado el incendio. Como tienes miedo de que también te castiguen a ti (la dirección del colegio y/o tus padres), tu compañero se ofrece a decir que el mechero es suyo. Un gran gesto por su parte, teniendo en cuenta que no sois amigos.

¿Qué haces?
a) Dejas que tu compañero diga que el mechero es suyo. 
b) Confiesas que lo has llevado tú.  

Puntúa la calidad ética de cada una de las opciones en una escala del 1 al 10.

19 March 2015

Ragtime: en busca de la traducción perfecta



In 1902 Father built a house at the crest of the Broadview Avenue hill in New Rochelle, New York. It was a three-story brown shingle with dormers, bay windows and a screened porch. Striped awnings shaded the windows. The family took possession of this stout manse on a sunny day in June and it seemed for years thereafter that all their days will be warm and fair.

Ragtime, E. L. DOCTOROW


Lo esencial supongo que lo hemos pillado todos: mi padre construyó una casa. ¿Cómo es esa casa? Pues es una casa con "dormers", "bay windows" y un "screened porch". Antes de ponernos a traducir nada, veamos qué es cada una de esas cosas. Google, ilumínanos:


dormers


bay window


screened porche


Ahora, con estas imágenes frescas en la retina, vamos a ver cómo se las han arreglado los traductores. No lo tenían fácil, no.

Sé que se han hecho más traducciones pero solo he podido encontrar dos. Empezamos con la más antigua. Actualmente, solo se puede encontrar en librerías de segunda mano y bibliotecas.


* GRIJALBO *


En 1902 el padre levantó una casa en la cima de la colina de Broadview Avenue, en Nueva Rochelle, Nueva York. Era una casa de tres pisos, de piedra marrón, con lumbreras, miradores y un porche con persianas. Toldos a rayas daban sombra a las ventanas. La familia tomó posesión de esta sólida mansión en un soleado día de junio y, durante algunos de los años que siguieron, pareció que todos sus días serían cálidos y claros.

Traducción de Marta Pessarrodona


¿"Lumbreras"? En la acepción que nos interesa, la RAE define lumbrera como abertura, tronera o caño que desde el techo de una habitación, o desde la bóveda de una galería, comunica con el exterior y proporciona luz o ventilación. ¿Es la mejor opción para traducir dormer? ¿"Mirador"? ¿Cuántos de nosotros llamaríamos mirador a la ventana de la foto de arriba? ¿"Persianas"? ¿Son persianas lo que hay en el porche?

Un comentario al margen: ¿"el padre"? ¿El padre de quién?


* MISCELÁNEA *


En 1902 Padre construyó una casa en lo alto de la colina de Broadview Avenue, en New Rochelle, Nueva York. Era una casa marrón con buhardillas, ventanas en saliente y un porche con mosquiteras. Unos toldos a rayas cubrían las ventanas. La familia tomó posesión de aquella sólida construcción un soleado día de junio y durante años tuvieron la impresión de que en ella todos sus días serían tranquilos y felices.

Traducción de Jorge Rizzo


"Buhardillas" (RAE.- Ventana que se levanta por encima del tejado de una casa, con su caballete cubierto de tejas o pizarras, y sirve para dar luz a los desvanes o para salir por ella a los tejados). "Ventanas en saliente" (prueben a googlearlo). "Porche con mosquiteras" (son mosquiteras, sí). Desde el punto de vista arquitectónico, parece una traducción irreprochable.

Ah. No.

¿Dónde están los tres pisos de la casa (three-story)? ¿Dónde está el shingle? ¿Por qué "construcción" en vez de "mansión" (las dos riman con "posesión", ahí no había dilema)? ¿Los toldos cubren o dan sombra a las ventanas?


Aquí lo tienen: el shingle

No sé a ustedes, pero a mí se me quitan un poco las ganas de leer Ragtime en español, sobre todo porque la que yo tengo es la edición de Grijalbo.


***

Actualización (20 de junio de 2020):

* MUCHNIK *


En 1902 el Padre mandó construir una casa en lo alto de la loma de Broadview Avenue, en New Rochelle, Nueva York. Era un edificio marrón de tablas compuesto por dos plantas y desván, con ventanas de gablete, miradores y un porche cerrado con tela mosquitera. Unos toldos a rayas daban sombra a las ventanas. La familia tomó posesión de esta sólida casona un día soleado de junio y durante varios años pareció que todos los días serían cálidos y despejados.
Traducción de María José Rodellar, 1996

11 March 2015

El rico es un lobo para el hombre


"De todos los sistemas económicos y sociales el capitalismo es, sin duda, el más natural. Eso ya basta para indicar que es el peor."


Ampliación del campo de batalla, MICHEL HOUELLEBECQ

[Traducción de Encarna Castejón]



01 March 2015

Simes y nomes del primer bimestre

Sí o no, sin términos medios, porque sí. ¿Por qué no?

  • Lo que sí:

Mi gran novela sobre La Vaguada, de Fernando San Basilio

Hay algo encantador en el hecho de que una novela esté construida con las calles que pisas a diario (Madrid), con los bares que frecuentas, con las tiendas donde compras y los precios que pagas, incluso con frases que podrías escribir tú, si escribieses bien. Y encima con un tono tan despreocupado y sencillo, tan cotidiano y tan ajeno a la frustración cotidiana... En fin, que si alguna vez me encuentro al autor por la calle no voy a poder contener un saludo.

La suerte de Jim, de Kingsley Amis

Siempre sale en la listas de los libros más hilarantes jamás escritos. ¿Por qué? ¿Dónde está la gracia? Pues aquí: el protagonista es un profesor de Historia interino que trata de hacer méritos para que la Universidad le renueve el contrato, el problema es que desprecia tanto ese ambiente fatuo y pedante que no es capaz de mantener las formas y mete la pata constantemente. Un clásico del humor inglés: meteduras de pata en sociedad. También está la ironía del narrador, claro, otro clásico. Pero tengo que hacer dos advertencias: (1) aunque es un libro divertido, no es un libro de humor, el autor no se dedica a armar gags, y (2) tiene mucho de novela romántica (¿Austen?).

En silencio, de Audrey Spiry

En el mundo del cómic siempre ha triunfado la línea sobre la mancha pictórica, supongo que por una mera cuestión técnica: es más fácil de reproducir. Menos mal que de vez en cuando aparecen maravillas como esta de Spiry, con un tratamiento del color absolutamente fascinante. De pequeño tuve una profesora de Plástica que encontraba aburrido pintar los árboles solo de verde y marrón y nos animaba a usar toda la paleta de colores. Yo me resistía. ¿Un árbol con manchas rosas? No, no y no. Por suerte, Spiry no es tan cuadriculada, ella sí usa toda la paleta. Luz y color. Y yo —ahora sí— encantado.

Angel, de Elizabeth Taylor

Por si no conocían la novela ni a su autora, les resumo los tópicos: candidata a Austen del siglo XX (junto a Pym y a Compton-Burnett), esta Elizabeth Taylor no es la famosa actriz ni le hacía ninguna gracia la coincidencia; la protagonista de la novela es repelente, la mayoría de los reseñistas de la blogosfera dicen haber disfrutado la novela muy a pesar de la protagonista. En mi opinión, la protagonista sería insufrible si fuese una persona real, pero como personaje de la novela que uno está leyendo se trata de una auténtica maravilla. El impacto que su personalidad tiene sobre el resto de los personajes es de una comicidad entrañable. En lo que va de año, esta es la novela que he leído con mayor interés por el devenir de la historia. Taylor, camino de convertirse en una nueva favorita.

The One I love, de Charlie McDowell

Es inevitable acordarse de Nacho Vigalondo (el de Extraterrestre, no el de Open Windows): dos actores, una casa aislada en el campo y un acontecimiento extraño. ¿Género? No llega a ser una película rompecabezas porque no exaspera el enigma, no pone el foco sobre el porqué. A falta de mejor nombre, dejémoslo en comedia romántica de ciencia ficción. Dirigida con mimo e interpretada con sutileza, al principio parece tan mínima que puede saber a poco (¿a metáfora?); pero no teman, también hay guion.

Juegos de palabras, de Jason Bateman

Típica peli que, vista en el cine, no convencería. Saldría uno pensando que mejor haber tirado de torrent. Pero, en cambio, vista durante un viaje en autobús (por ejemplo), entonces pasa a convertirse en uno de esos pequeños descubrimientos que se acaban comentando con los amigos. La historia nos la han contando ya mil veces: misántropo odioso y deslenguado a quien se le abre una vía de redención. La peli se hace simpática por la mala leche del prota, por la excentricidad de los secundarios y por la falta de pretensiones. No es una joya pero sí un billete de 20 euros que te encuentras tirado por la calle.

Obvious Child, de Gillian Robespierre

¿Alguien echa de menos en las comedias románticas un poco de realismo sucio, de ese tipo de realismo que trata sobre las dificultades del ser humano para mantener limpia la ropa interior? Pues entonces esta es su película. También vale para los que tengan gustos tradicionales porque, curiosamente, si algo demuestra esta peli de hechuras Sundance es que la fórmula "chico conoce a chica y nos morimos porque acaben juntos" puede sobrevivir perfectamente a un poco de mierda.

Celeste and Jesse Forever, de Lee Toland Krieger

Nos pasa tanto y le dedicamos tantas canciones y tantas películas que ya casi podemos hablar de un género en sí mismo: el final del amor. Esta peli trata de una ruptura sentimental y es una comedia, una de las comedias más tristes que yo haya visto en mucho tiempo. No tengan miedo: no es babosa, ni tontorrona, ni indie, ni post-. Eso sí, es norteamericana. Ya saben, poco cínica.

Predestination, de Michael y Peter Spierig

Las paradojas y el olor a quemado. Cada vez que veo una peli de viajes en el tiempo se me acaba recalentando la sesera. Con esta creo que hasta se me ha fundido algún plomo. No es que sea difícil de seguir (de hecho, el final es un poco predecible: no en vano la peli se llama Predestination) pero sí tiene esa dosis de desconcierto que a mí tanto me gusta. A mayores, nos descubre a una actriz verdaderamente deslumbrante.

Blog, de Elena Trapé

Pasa algo extraño con esta película. Está inspirada en un caso real, ocurrido en Estados Unidos, pero uno la ve y enseguida se da cuenta de que no cuenta las cosas tal y como podrían haber sucedido en la realidad. No, el mundo no funciona así (demasiado buen rollo, por ejemplo). Sin embargo, a pesar de eso, la película resulta tremendamente verosímil. La mejor explicación que se me ocurre es que la directora ha conseguido capturar al menos un trocito del meollo de esa etapa vital que conocemos como adolescencia. No me parece poco.


  • Lo que no:

Cómo ser mujer, de Catlin Moran

Está aquí abajo, entre los nomes, por dos motivos principales. Primero, no me ha hecho tanta gracia como esperaba. En una entrevista que le hizo Kiko Amat, Moran parecía ingeniosa y ocurrente, muy dada a la hipérbole y a la comparación humorística; en parte por eso me animé a leer el libro. Una vez leído, tengo esa sensación, tan común en el cine, de que todos los chistes buenos ya estaban en trailer. Segundo, Moran hace de sí misma un personaje y su caracterización está tan lograda que a mitad del libro ya tienes la sensación de que puedes predecir cuál va a ser su opinión sobre casi cualquier cosa. No es algo que resulte demasiado estimulante en una obra como esta, cimentada en las opiniones de la autora.

Tres noches, de Austin Wright

Sinopsis de la editorial: Tras quince años sin noticias de su ex marido, la protagonista recibe el manuscrito de una novela que él acaba de escribir. Estructura: Dos planos alternos, el de la prota leyendo y el de la novela que lee. Opinión: La parte de la mujer se hace muy pesada, las evocaciones de la relación con su ex marido no tienen ningún interés y las reflexiones metaliterarias no son especialmente brillantes. En comparación, la novela del ex marido tiene mucho más gancho, aunque lo cierto es que no pasa de ser un thriller corrientito y convencional, con un principio impactante, una parte central aburrida y un final tirando a regulero.


Intimidad, de Hanif Kureishi

Es cortita pero me ha costado terminarla. No le he encontrado interés a casi nada de lo cuenta el narrador, ni a sus reflexiones, ni a su punto de vista. El estilo es fluido y las ideas están expresadas con elegancia y sencillez pero nada de eso ha bastado. Me fastidia especialmente el tratamiento que se da al personaje de la mujer: apenas tiene voz. Y no es que me moleste por una cuestión de machismo/feminismo, no. Me fastidia porque es un mal personaje, porque con personajes así el planteamiento del conflicto se vuelve muy romo. La cosa se acaba pareciendo demasiado a algo así como aguantar el lamento de un pesado. Joder, tío, si quieres dejar a tu mujer, déjala, pero no me eches la chapa.

22 February 2015

Canciones que deberían ser más conocidas (XVII)



No sé si lo nuestro durará mucho, pero estoy enamorado de esta canción.

La oí por primera vez en una película, hace mes y medio. Sonaba de fondo en un bar al que iba la prota. Fue un flechazo. El falsete... El primer estribillo... Cuando terminó la peli, me puse a buscar en Youtube todas las canciones que aparecían en los títulos de crédito hasta que di con ella. Vi que era del 2010 y me pregunté cómo era posible que nuestras vidas no se hubiesen cruzado antes.

Me gusta todo de ella: la introducción lenta, mecida en las olas, el falsete carismático, la base certera y juguetona (ay, esos mini redobles), las pequeñas subidas de intensidad  de la música al final de algunos versos, el fraseo, tan bien acompasado con el ritmo, el verso las cosas que me das por qué me las quitas luego, la desolación misteriosa del puente, el rap (¿rap?) de la estrofa final... Pero lo que de verdad me vuelve loco, lo que me hace efervescer de felicidad, es esa superposición progresiva de hasta tres (!!!) voces cada una cantando una estrofa distinta. La belleza de los recursos simples.

Así que no he parado hasta aprenderme la letra de memoria. Esa estrofa final tenía que ser mía. ¡Soy tan feliz! Quiero estar con ella a todas horas. Cuando no puedo tenerla a mi lado, la tarareo para recordarla.

Aunque últimamente he notado que una vecina de su mismo disco me sonríe al pasar. Esta:


¿Qué querrá de mí?

Lolaila Carmona - Napoleón Solo

15 February 2015

Fobias literarias


Mi hermano dejó a la izquierda Alcalá y ascendió por la Gran Vía, la bufanda enroscada en el cuello como una serpiente indeseablemente cariñosa...

La primavera corta, el largo invierno, Martín Casariego


Así que el protagonista de la novela va por la calle y el narrador de pronto aprovecha para endilgarnos un símil un tanto caprichoso. Frunzo el ceño. ¿A qué viene esta greguería aquí en medio?

Otro ejemplo. En este caso hablo de memoria: la narradora y protagonista de Al pie de la escalera, de Lorrie Moore, nos cuenta que va andando por la calle en invierno y en un momento dado se saca del bolsillo un pañuelo de papel arrugado para sonarse, pero en vez de hablar de un pañuelo se refiere a él como a un clavel (ya saben: metáfora: el pañuelo está hecho un gurruño). 

¿Bonito? Pse. Quizás. Pero esa no es la cuestión. La cuestión es: ¿qué sentido tiene destacar mediante figuras retóricas unos elementos que no tienen el más mínimo peso en la historia que se está contando? A mí, al menos, me hace desconfiar y me distrae. 

Solo veo a dos escritores incapaces de renunciar a una ocurrencia.

08 February 2015

Un cuento al mes: 'El mono' de Isak Dinesen


En algunos países luteranos del norte de Europa existen lugares que utilizan el nombre de conventos. Aunque no tienen carácter religioso, están regidos por una llamada priora.

Traducción de Heliodoro Pardo Marcos 


Hacia el principio de Memorias de Africa (la película) hay una escena que me llamó mucho la atención cuando la vi de adolescente: a petición de su futuro amante y para demostrar que es tan buena cuentacuentos como su marido afirma, Karen Blixen les cuenta a los dos (marido y futuro amante) un cuento que va improvisando sobre la marcha a partir de una frase de inicio que le da uno de ellos. Del cuento solo oímos el principio y el final, el resto está resumido en un montaje donde nos muestran a los dos hombres escuchando a la baronesa embelesados. Porque en realidad el cuento es lo de menos; la escena está ahí principalmente para caracterizar a Karen Blixen como una contadora de cuentos excepcional, una especie de Sherezade del siglo XX. Siempre me he preguntado si sus relatos resultaban igual de fascinantes por escrito. El mono es el primer cuento que leo de ella.


El mono (1933) está ambientado en la primera mitad del siglo XIX y lo cierto es que parece escrito en esa época o incluso un siglo antes. Blixen escribe como si nunca hubiese existido Chéjov. Se suele decir que el Quijote es la primera novela moderna pero cuando la leemos no podemos evitar percibir su lejanía: las cosas ya no se hacen —ni se dicen— así y nos falta el contexto para entender bien todas las referencias. Pues algo parecido ocurre con el cuento de Blixen.

Para empezar, está lleno de bultos. Todos esos consejos de los cuentistas del siglo XX sobre arcos que se tensan en la primera frase y flechas que atraviesan el aire hasta la diana del punto final, todos ellos, a la mierda. Aquí cada personaje que asoma por el horizonte parece tener su propia línea argumental y el narrador nos la empieza a contar, aunque después ese personaje no vuelva a salir y su historia no se resuelva. Los propios personajes intercalan anécdotas que no se sabe muy bien si vienen a cuento o no (... aquella curación milagrosa que presenció una vez el obispo de Lyon...). Todo esto hace que no sea fácil percibir la forma esencial del relato. Uno no llega a estar seguro de qué es lo que le están contando.

Por otra parte, hay bastantes referencias clásicas —frases en latín, poemas, personajes mitológicos— que distancian el relato de la sensibilidad moderna. No son citas eruditas de un narrador contemporáneo (esto no es como leer a Borges) sino que se acerca más a esa sensación de lejanía que tenemos hoy cuando leemos al Arcipreste de Hita y su Libro de Buen Amor, plagado de referencias a la cultura de la época.

¿Y gótico? ¿Es gótico? Bueno, es gótico porque transcurre en un mundo en el que laten fuerzas oscuras pero no tiene la parafernalia habitual del género. No hay catacumbas, ni ruidos nocturnos, ni bosques tenebrosos. Lo sobrenatural no anticipa señales inquietantes antes de aparecer, los personajes no tienen conductas morbosas (al menos en apariencia), ni la narración se regodea en el horror. No creo que a Tim Burton le interese adaptarlo.

¿Me leeré los otros seis cuentos? De momento, no. Este no ha llegado a aburrirme (Blixen se va sacando cosas de la manga a cada poco) pero tampoco me ha fascinado. En cambio, sí me apetece releer Memorias de África.